Betis | almería · informe técnico

La manzana cae de madura

  • El Betis, que no supo jugarle colectivamente a un Almería con nueve, sí aprovechó su cansancio · Los verdiblancos movieron mal el balón, pero la fe de Chaparro...

El Betis, a la espera de que llegue el fútbol, disfruta del efecto Chaparro. La llegada del avezado técnico de Triana ha supuesto la inyección de compromiso y fe necesarios en todo colectivo, y más en uno huérfano de tantas y tantas virtudes inherentes a este deporte.

El mérito del fervoroso preparador trianero hasta la fecha es precisamente ése: haber sido capaz de hallar solidaridad, que no es asunto baladí, en un grupo tan heterogéneo y propenso al desarraigo como el verdiblanco, fruto de unos asuntos que escapan a un análisis meramente técnico. Con semejante base, otros argumentos como el orden y el equilibrio, al menos, deben ir llegando en espera de que las escasas individualidades vivan en un clima benigno para triunfar o, simplemente, justificarse.

Defensa

La zaga continúa ofreciendo síntomas de inseguridad. Juanito ha encontrado en Rivas a su perfecto compañero de piso por cuanto barre y despeja bien el paisaje, pero cuando el ataque rival se aleja del sota-caballo-rey la asincronía defensiva es latente. Como ejemplo, los metros que los centrales cedieron a Negredo la primera vez que Crusat eludió a Ilic.

Adelante, Rivera obró como bisagra vertical. Se emparejó con Arzu cuando el Almería manejó el juego y actuó en paralelo a Capi a la hora de atacar. Ese dinamismo le sirvió a un Betis que frente a un rival decapitado por el árbitro ya sólo sufrió por su costado derecho.

Ataque

Mala cosa para este Betis la de verse obligado a tener el balón y más ante un Almería que nunca cedió metros. Muy escaso de argumentos, se valió de sus tempranas fuerzas y de su casta para achuchar cuando anduvo en desventaja en el marcador, pero ofreció una mala impresión posterior ante un rival con dos futbolistas menos. El partido requería sosiego mental para que el balón circulase rápido y a un toque y el Betis jugó a ratos acelerado y a ratos parsimonioso, pero jamás de catecismo.

Rara avis, primero fue la calidad de Capi y Pavone y luego la única entrada por los extremos, en un ulterior contraataque, las heterodoxas armas para llegar al gol.

Virtudes

La fe que inyecta Chaparro, acertado, además, al relevar a los tarjeteados Caffa e Ilic.

Talón de Aquiles

La falta de calidad para hacer circular el balón y el fallido intento de romper el partido por las bandas con Babic y Damià.

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