Cada vez que Manolo Jiménez se sienta un miércoles en la sala de prensa, después de un resultado poco positivo en el fin de semana, el entrenador del Sevilla se muestra muy a la defensiva ante los medios de comunicación, como tratando de justificarse ante las diversas críticas vertidas tras la segunda mitad frente al Barcelona. Fue una rueda de prensa muy tensa en la que el preparador de Arahal quiso dejar claro que el club, los jugadores y los aficionados lo apoyan de forma incondicional.

La primera pregunta estuvo centrada en todo lo contrario, en unas manifestaciones del presidente mostrando toda su confianza en la labor del actual inquilino del banquillo nervionense. "No lo he escuchado, me comentaron algo, pero como cuando me critican, hago oídos sordos y sigo trabajando, que es lo único que me importa. A mí me parece que los números no están tan mal, pero para nada me relajo, tienen que estar aún mucho mejor, lo que pasa es que estaban muy mal", puntualizó Manolo Jiménez en una clara referencia a la situación del equipo antes de su llegada.

Una cosa son los resultados y otra es el juego. Si bien es cierto que una buena parte de los socios está de acuerdo con la forma de trabajar de Jiménez y con lo puntos logrados hasta la fecha, hay otra parte de la afición y los informadores que piensan que el estilo del equipo se ha tornado en más defensivo. Jiménez opina: "El debate vuestro sí lo he escuchado. Lo hemos analizado en el vestuario. La verdad es que fue una pena no ganar ese partido". Sobre si aprecia las críticas en la calle dijo: "No lo noto. Noto en la calle como el sevillismo me quiere; si hiciera caso al sevillismo en algunas críticas, no podría saltar al campo. Pero en la calle me siento muy halagado, muy querido. Si la gente no estuviera conmigo, lo notaría".

Y es que ese cambio introducido por el arahalense frente al conjunto catalán de Renato por Kanoute fue interpretado como un claro mensaje de conservadurismo. Un mensaje que Jiménez no acepta y lo atribuye a que los cambios de Rijkaard le obligaron a aglutinar una mayor parte de futbolistas en la medular. "Todos creemos que el cambio de Kanoute fue muy oportuno. La superioridad que creaba el Barça en el primer tiempo en el centro del campo no era la del segundo. No conozco a ningún entrenador que diga vamos a dar un paso atrás o un paso adelante. Es un enfrentamiento entre dos equipos y creo que Rijkaard acertó con los cambios plenamente, nos obligó a tener menos el balón, había superioridad de esos tres grandes jugadores bajitos que tenían por delante de la defensa", explicó.

Además, el entrenador del equipo blanco se mostró satisfecho con el enfado de Kanoute al ser sustituido, ya que lo considera un símbolo de implicación. "Hablé con Kanoute. Le ocurre lo mismo que a mí cuando yo era futbolista, que era muy pocas veces sustituido y cuando lo hacían me cabreaba muchísimo. Pero eso es buenísimo. Ojalá que todos los cambios fuesen así y no porque un jugador está canalla o porque no puede", aseguró el técnico.

Después de volver a incidir en que el partido ante el Espanyol "es una final" y que "no pensamos ahora en Estambul", Manolo Jiménez, ya más relajado que al principio de la comparecencia ante los periodistas, volvió al tema sobre las críticas del entorno y destacó su valía para estar en el Sevilla: "La gente está conmigo y contra mí. No puedo entrar a valorar críticas o alabanzas, sé lo que hago, cada uno intenta hacer su trabajo lo mejor que puede. Estoy en una posición que tengo que aceptar las críticas y punto. El equipo está conmigo y los siete años de sacrificio en el filial me han servido para estar aquí. Me encantaría controlar todas las situaciones que se manejan en el club, pero entré cuando entré. El equipo tiene que ir pareciéndose al que construyó el Sevilla, a lo que hizo Juande Ramos".