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Con el peso del escudo

  • Presión El once de Jiménez se obliga a sí mismo a ejercer de grande en el Calderón Invicto El Sevilla aún no conoce la derrota

La foto de la izquierda, espectacular en su ejecución y acabado, parece escogida por el que figura en el centro de la base inferior -de negro, José María del Nido- para ilustrar el rotundo mensaje que el jueves quiso dar en cierta cena de peñistas en Brenes. "Quiero sentir la presión", decía entonces, mientras ayer un enorme escudo en cerámica planeaba rotundo sobre una de las plantillas más costosas de la historia del Sevilla F.C.

La foto oficial ante el célebre mosaico de Santiago del Campo y, sobre todo, ese corte verticalísimo que empequeñece al equipo por la grandiosidad del escudo viene como anillo al dedo para explicar la semana que ha vivido el equipo y quien se sitúa a la derecha del presidente -de azul, Manolo Jiménez-, un entrenador al que todavía muchos no le perdonan que esté en la foto. Porque ahí radica gran parte del problema y reeducar a una afición que ha tomado ese camino es una tarea que se antoja poco menos que milagrosa.

Y ese escudo obliga a ganar a los de abajo en todos los partidos incluido cuando toca visitar un enemigo como el Atlético de Madrid. Se han convertido los choques ante el equipo colchonero en envites antipáticos. El cuadro de Javier Aguirre, además, es quien ocupa ese lugar en la Champions que debía pertenecer al Sevilla, pero el gol-average particular expuso su razón de ser al final de la Liga pasada y de nada sirvió sumar los mismos puntos.

Aunque aquello ya es pasado. Ocupa la quinta jornada del campeonato 2008-09 y lo que supone un nuevo examen para Manolo Jiménez. Su alineación, como siempre, será mirada con lupa y de que en ella estén dos delanteros o uno dependerá que su planteamiento sea tildado de defensivo o no. No sería el entrenador arahalense el primero que demostraría que no tiene por qué ser así, pero todo acabará relativizado por el resultado. El partido no es a vida o muerte, como no puede ser ninguno a estas alturas de temporada, pero a pesar de lo escaso jugado ya se ha producido un corte en la tabla del que al Sevilla no le interesa descolgarse.

Es verdad que el Atlético asusta más que otras veces. Vive la orilla del Manzanares unos días de ilusión por un equipo que de una vez por todas parece dispuesto a ser serio. Al calor de su público, los de Aguirre están teniendo partidos muy sueltos e intimida con una media de cuatro goles por comparecencia. Este equipo que entró en la Champions goleando al rival con el que el Sevilla entró en su primera final -el Schalke 04- tiene muchísimo nervio en el ataque y un jugador de otro nivel cuando se trata de picar. El poderoso tren inferior de Agüero (perfecta definición la de Crespo) le hace imparable en el regate, mientras que si Forlán no está, el testigo de sus goles lo ha cogido sin problemas un Sinama Pongolle en racha.

Todo eso es para respetarlo, pero también le tienen miedo en el Calderón al Sevilla y con ese respeto debe jugar el equipo de Jiménez. Hasta la fecha el cuadro de Aguirre ha dado muestras de debilidad perdiendo en Valladolid. Es verdad que el Sevilla también lo hizo casi una hora con el Betis, pero no perdió. Junto con Valencia y Villarreal, los dos primeros clasificados, el continuamente evaluado Jiménez tiene a su equipo invicto y seguir con esa condición es lo que debe primar en esta primera visita a la capital de España.

Se espera que jueguen los hombres que más daño pueden hacer, y como el modus operandi se ha cambiado sin Daniel y compañía y está en fase de acoplamiento, puede que hasta sea por esa sorpresa una baza a favor de los blancos. El excelente momento de forma de Jesús Navas es uno de los pilares en los que sustenta el Sevilla sus aspiraciones en que esta difícil salida signifique que lo de los empates fuera de casa pasen a mejor vida. La victoria, o sea, el botín completo, es una empresa difícil en esta ocasión, pero plausible con tanta euforia y distracción atlética. Su afición la emprenderá otra vez con todo aquello que suene a sevillanía y en todo ese ambiente festivo debe afilar el Sevilla sus cuchillos para, llegado el momento, asestar la puñalada o ir encerrando poco a poco a un Atlético que no tiene por qué ser más que el Sevilla.

De hecho no lo es. Y el peso del escudo, que algunos profesionales admiraban ayer desde abajo en el momento previo a la foto oficial, es la presión de ganar.

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