dinamo sassari - cajasol · la crónica

Sin esa pizca necesaria de mala leche (87-84)

  • El Cajasol compite en su debut europeo, pero su bisoñez en acciones en ambas zonas terminan por condenarlo.

Poco a poco se va ahormando el equipo. Es un trabajo paciente, de cocción lenta, pero cuyo resultado debe apreciarse más adelante, cuando todas las piezas estén integradas y el Cajasol salga a competir siempre, a poder ser ganando más que perdiendo. Perdió en su debut continental ante los sardos del Dinamo Sassari. Peleó y eso tiene su mérito en la cancha del segundo clasificado de la Lega, aunque da rabia que pudo volver con una sonrisa de oreja a oreja porque en la segunda parte le cogió el gusto al choque. Sin embargo, la bisoñez se notó en exceso, ese punto de mala leche, esa pizca de experiencia de los jugadores, pasó factura en acciones en ambas zonas. Para muestra, el botón de la última jugada, en la que Triguero tardó un mundo el soltar la bola tras capturar el rebote y Satoransky ni intentó un lanzamiento sobre la bocina desde el campo propio.

Antes, hubo errores muy infantiles debajo del aro contrario, tiros que debieron terminar dentro y se fueron por no ir con más determinación. También en la retaguardia se echó en falta algo más de cabeza en la defensa de los exteriores del Dinamo, especialmente para maniatar a un Bootsy Thornton cuya muñeca anoche estaba de dulce. Ojo a la serie del estadounidense: seis de siete en tiros de tres (15 en total de la escuadra italiana).

Enunciados los errores a mejorar, el Cajasol mostró muchas virtudes. Punto número uno, va aprendiendo a competir. Se está cuajando el equipo y chavales como Burjanadze o Balvin aportan cosas, que no es poco. Triguero va madurando en su nuevo rol, pero necesita, como se ha apuntado, más convicción para machacar o dejar una bandeja. Asbury, tras un nefasto encuentro contra el Valencia, tiró del carro en la primera parte con 12 puntos, bien escoltado por Bogdanovic hasta el descanso, con 11 puntos y tres triples del serbio. Las asistencias de Satoransky, los robos colectivos, la intensidad defensiva en la salida del balón del oponente y, el sanctasanctórum de Aíto García Reneses, el bloqueo y continuación, amén de sacar partido del juego entre pívots para anotar canastas fáciles, fueron parte del muestrario de lo que puede ofrecer esta plantilla cuando vaya adquiriendo hábitos y confianza.

Cosido a triples en el primer tiempo a costa del mencionado Thornton y los primos Diener, Travis y Drake, el Cajasol aguantó y no permitió que se marcharan el Dinamo gracias a su ataque, pues la defensa tampoco estaba siendo nada del otro mundo en el bando local. Con 45-42 en el marcador, arrancó el tercer periodo y Aíto dio una consigna clave para el devenir del choque: balones dentro y muchos pick and roll, a tenor de la laxitud atrás italiana. Funcionó el invento, sacando tajada Triguero y también Asbury, que casi siempre pasaba por allí para acabar metiendo los puntos. El conjunto sevillano empezó a mandar y asustar, aunque tras un error pueril del pívot valenciano para irse por cinco concluyó en un dos más uno de Diliegro. Hay que mencionar también el punto de fortuna de los italianos en tiros sobre la bocina o que golpeaban varias veces el aro para finalmente meterse en la cesta.

Tepic consiguió mantener cuatro de renta al comienzo del último cuarto y ahí surgió un invitado inesperado: el ex cajista Ignerski. El polaco estaba desaparecido y de repente surgió para hacer pupa en ataque, igual o más que otros tres triples (Devecchi, Drake Diener y Thornton) que devolvieron el control del choque a los isleños, a quienes también acompañó la suerte en algún rebote ofensivo tras error en el tiro libre. Holland, muy activo, menguó a tres la distancia, el Dinamo desaprovechó su última acción y, entre pitos y flautas, Triguero y Satoransky tardaron un siglo en intentar forzar la prórroga. De todo se aprende y ayer fue una nueva lección para este equipo.

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