Deportes

El superhombre que desciende a los infiernos

Lance Armstrong es una persona que, según sus palabras, sólo teme a la derrota, un hombre que ve la vida como una competición continua. Sin embargo, se encuentra ahora ante las ruinas de un imperio que él mismo cimentó y destruyó. El estadounidense fue borrado ayer de la historia.

Tres días antes de conocer la sentencia, Armstrong celebraba rodeado de amigos y estrellas de Hollywood la gala del decimoquinto aniversario de su fundación contra el cáncer, Livestrong, en su ciudad natal, Austin. "Tuve momentos mejores, pero también peores", señaló en su discurso delante del cerca de 1.500 invitados mientras sonreía. Le gusta reírse cuando está bajo presión.

De todas las historias de superación en el deporte de élite, la suya era la más increíble: un ciclista vence a un cáncer con metástasis en cerebro y pulmones y después gana siete Tour. Ahora, después de que perdiese su eterna lucha contra las sospechas, surge la pregunta de si su biografía estaba manchada también con algo de ficción.

Es un deportista que fascinó y fascina a millones de personas en el mundo. Su autobiografía fue un best seller. Todos tenían una pregunta: ¿de dónde sacaba la motivación? Nadie encontró la respuesta, pues jamás concedió una visita a lo más profundo de sí mismo. Sus memorias son una serie de historias de éxito. Y si algo fallaba, como el matrimonio frustrado con la atleta Kristin Richard, lo pasaba por alto. En Europa era visto como una persona demasiado segura de sí misma, por lo que su figura no permaneció precisamente como la de un héroe popular.

"Sé que polarizo", reconoció una vez Armstrong. "Simplemente no le gusto a algunas personas". Aficionados y críticos sí coinciden en un punto: el rasgo que más caracteriza al estadounidense es su obsesión por ganar. Su lema es: "El dolor es temporal, la rendición aguanta hasta la eternidad". Sólo temía al fracaso. Lo puso de manifiesto en 1996, cuando se le detectó un cáncer testicular en una fase avanzada. "Se me dio una posibilidad de seguir con vida del 40%", aseguró.

Armstrong optó por la quimioterapia, la opción menos dañina para sus pulmones, ya que de lo contrario no podría competir. El miedo a la pérdida fue mayor al miedo a la muerte. Esa voluntad inquebrantable de éxito se remonta a su infancia. Cuando tenía dos años, su padre los abandonó a él y a su madre. Su padrastro lo maltrató.

Su vía de escape fueron las dos ruedas. "Si pedaleo lo suficiente, la carretera me puede sacar de la miseria". Estos pensamientos ya los tuvo cuando era pequeño. Cuando logró los primeros éxitos deportivos sintió por primera vez el reconocimiento a su vida.

El hombre para el que ganar significa todo, y que incluso aspiró a ser gobernador de Texas, tendrá que hacer frente a la mayor derrota de su carrera. Los patrocinadores se alejaron la última semana de él y ahora se enfrentará a demandas millonarias y a un proceso penal por perjurio que podría terminar con el texano en la cárcel.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios