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Después de Fedra | Crítica de teatro

Un mejor desenlace para Fedra

Amada Santos da vida a la mítica Fedra

Amada Santos da vida a la mítica Fedra / Sitoh Ortega

Cuatro años hace que la actriz  Amada Santos unió su destino al de Fedra, el personaje mítico que se enamoró de su hijastro Hipólito y cuya pasión llevó a ambos a un final trágico. En 2016, con su compañía recién creada, Paripé Teatro,  estrenaba Después de Fedra, una versión libre escrita por Pedro Lendínez de Haro en la que se aborda la figura de Fedra después de su muerte. Una  ensoñación en el que Fedra realiza un camino desde la culpabilidad que le otorgó la historia escrita por los hombres y que la acabó convirtiendo en loca por haberse dejado llevar por la pasión amorosa hasta una transición, representada por su paso a través de un espejo, en la que asume su puesto en la contemporaneidad que libra de culpa a la mujer y la reivindica como ser libre no dependiente.

Una Fedra moderna, actual, libre de culpa, con el cuerpo de Amada Santos

El texto de Lendínez de Haro es muy poético y  se acerca al espíritu clásico de la tragedia en la que se basa. Nos presenta a una Fedra que deambula entre dos cadáveres envueltos en una manta de aluminio que le da un carácter atemporal a la escena. El discurso arroja luz sobre las circunstancias que rodeaban a Fedra (fue secuestrada por Teseo, padre de Hipólito, que la hizo suya) y entra de lleno en una visión humana huyendo de las implicaciones de los dioses, que sí aparecen en la historia clásica. La iluminación de Augusto Sánchez es exquisita y cuidada, así como los momentos musicales pero la obra es en un noventa por ciento la estupenda interpretación de Amada Santos que llena de luz el escenario.

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