Obituario

En memoria de un admirado profesor y tantas otras cosas

  • Miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y catedrático emérito de Estética y Teoría de las Artes de la UNED, Simón Marchán Fiz destaca los trabajos dedicados a Manuel Barbadillo, Elena Asis y, claro, Carmen Laffón por Juan Bosco Díaz-Urmeneta

Juan Bosco Díaz-Urmeneta, a la izquierda, junto a Carmen Laffón, en cuya obra es el mayor experto y a la que ha dedicado trabajos memorables.

Juan Bosco Díaz-Urmeneta, a la izquierda, junto a Carmen Laffón, en cuya obra es el mayor experto y a la que ha dedicado trabajos memorables. / Juan Carlos Muñoz

Protegido de los calores estivales por la típica bóveda encapotada del Cantábrico, en la mañana de este jueves me he enterado con sorpresa y gran pesar de la inesperada y triste noticia del fallecimiento de mi compañero Juan Bosco Díaz-Urmeneta, muy estimado en la Área Universitaria en la que hemos ejercido durante años la docencia: Estética y Teoría de las Artes. Aunque nos conocimos en fechas tardías y nos veíamos de cuando en cuando en Madrid o en mis escapadas a Sevilla, mantuvimos una gran sintonía y respeto intelectual, una sincera amistad bañada por el afecto en lo personal. En su caso, ¿cómo no ser receptivo a esa doble condición que desde su misma fundación distingue a nuestra disciplina ilustrada y, en modo sobresaliente, adornaba a su persona: la sensibilidad y el sentimiento?

Profesor muy querido en la Universidad de Sevilla, ensayista lúcido, crítico de arte sensible y atinado, gran activista en la cultura y en tantas otras cosas a lo largo de su dilatada y fructífera vida, siempre percibí el respeto y la admiración que despertaba entre los compañeros y las jóvenes generaciones universitarias, ya fuesen los futuros periodistas o los titulados en Letras. Pero no menos valiosas son sus aportaciones intelectuales en nuestro campo disciplinar. ¡Ha sido un profesor fiable tanto en el ámbito intelectual y universitario como en el trato humano!

No menos me llamaba la atención su implicación en la vida cultural de la ciudad, sus participaciones y colaboraciones con las instituciones museísticas, como el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo o el Museo de Bellas Artes, así como la difícil síntesis de compaginar las tareas universitarias con las actividades críticas en la prensa sevillana y nacional así como en otras publicaciones o editoriales. Por eso estoy seguro de que quienes le recordarán con gratitud y reconocimiento y, a través de ellos muchos de nosotros como apasionados del arte, serán los artistas sevillanos y de otras geografías. Recordaré tan sólo algunos nombres, ya ausentes, con los que tratará y ha escrito, como Manuel Barbadillo o Elena Asins, pero, sobre todo, los estudios críticos que ha dedicado a mi querida compañera en la Academia de Bellas Artes de San Fernando y admirada artista Carmen Laffón. ¡Conservar algunos de estos catálogos será uno de mis tributos a su memoria!

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