Granada

La revuelta cultural

  • En el ‘caso Guerrero’, lo que finalmente ha salvado al centro de la Diputación ha sido la férrea movilización social y ciudadana

Magdalena Trillo

Crisis económica y crisis de modelos de gestión. Sólo la cultura ha sido capaz en 2010 de hacer sombra a la política en polémicas y confrontación. El año se inició con la clausura de la exposición Corpus Christi del artista local Fernando Bayona. Ni siquiera la Universidad fue capaz de frenar las quejas y amenazadas por el contenido de la obra: un Cristo gay hijo de una prostituta y un camello que acaba convertido en líder de un grupo de rock. Y mucho menos de salvaguardar el derecho a la libertad de expresión que enarbolaban otros muchos. Si bien en el ‘caso Bayona’ las posiciones estaban enfrentadas, en el ‘caso Guerrero’ lo que finalmente ha salvado al centro de la Diputación y ha evitado que Granada perdiera el legado del pintor ha sido la férrea movilización social y ciudadana que durante meses ha reclamado una solución dialogada al conflicto. La ruptura de las negociaciones entre los herederos del artista y la institución provincial (IU gestiona el área de Cultura) puso en riesgo la propia pervivencia del centro. En último momento, y tras otro intento fallido por parte de CajaGranada para alcanzar un acuerdo con la familia, la Junta de Andalucía ha tomado el liderazgo y ha sentado las bases de lo que será el futuro centro de arte contemporáneo con la creación de una Fundación José Guerrero en el que participarán todas las instituciones públicas. Falta mucha letra pequeña, pero está lo importante: el legado se mantiene en Granada.

En 2010 ni siquiera la Alhambra se ha quedado al margen de la polémica. La decisión de la Junta de diluir la gestión del conjunto nazarí dentro de una Agencia Pública de Instituciones Culturales levantó a trabajadores, grupos políticos, sindicatos y ciudadanos con un rechazo compartido a lo que se entendió como un ataque a Granada y una pérdida de autonomía en el funcionamiento del principal reclamo turístico y cultural de la provincia. Sólo la rectificación del consejero puso fin a semanas de crispación en un conflicto que empezó con un tono político para convertirse en un problema social. Por una Alhambra única logró en apenas unos días más de trescientas adhesiones en las redes sociales. Las voces se acallaron, pero el problema sigue ahí. La nueva Ley de Administración de la Junta (LAJA) obliga a modificar la fórmula jurídica de la Alhambra, ya que recoge la extinción de los organismos autónomos. Un problema, por tanto, sobre el que habrá que volver. Junto a las polémicas, cualquier mirada cultural a 2010 habrá de detenerse en tres nombres propios: José Saramago, Miguel Ríos y Enrique Morente. El escritor portugués, hijo adoptivo de Granada y muy vinculado a la provincia y a Castril por ser el lugar de nacimiento de su mujer, falleció el 18 de junio a los 87 años. Saramago, el primer escritor en lengua portuguesa en recibir el Nobel de Literatura, se había reincorporado a la vida pública en 2008, después de sufrir una larga enfermedad respiratoria que ya lo tuvo al borde de la muerte.

Granada perdió a uno de sus más queridos intelectuales. Miguel Ríos también se marcha, pero de los escenarios. Con más energía que nunca y con un incombustible compromiso vital y social que lo seguirá situando en primera línea de la actualidad. Aunque ha dicho adiós con su gira Bye bye Ríos, y a ha confesado que volverá a coger el micrófono para acompañar a algún amigo “que pase por Granada” y ayudar en causas solidarias. El nombre de Enrique Morente no debería formar parte de 2010. El lunes 13 de diciembre, pasadas las cinco de la tarde, falleció en la clínica madrileña de La Luz. Ingresó para ser operado de un cáncer de estómago después de cantar ante el Guernica de Picasso y tenía compromisos musicales para esa misma semana. No los pudo cumplir. Si Camarón popularizó el flamenco, Enrique Morente ha sido el gran innovador. Su mito no ha hecho más que nacer.

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