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Setién y la fe en su mensaje

  • El técnico reitera su confianza en el estilo al margen del resultado

  • "Tenemos una ilusión", indica al equipo

Quique Setién, con la libreta en la mano, con Marcos Álvarez detrás.

Quique Setién, con la libreta en la mano, con Marcos Álvarez detrás. / josé ángel garcía

La derrota ante el Valencia fue asumida con naturalidad por el cuerpo técnico y así se ha querido transmitir a sus jugadores. No quiere Quique Setién que un partido perdido signifique una merma en la confianza de la plantilla, por más que el cuadro ché anulase por momentos las virtudes del equipo verdiblanco. El técnico mantiene una fe absoluta en su mensaje y así se lo reiteró a los jugadores en la charla previa al entrenamiento, aunque también sea consciente de que se deben mejorar ciertos aspectos, sobre todo ante rivales del nivel del Valencia.

La batalla del domingo se la llevó Marcelino. El asturiano planteó una presión alta muy coordinada por todas las líneas que asfixió la salida de la pelota del cuadro verdiblanco, pese a la clarividencia de Guardado, el elegido para sustituir a Javi García. El Betis no quiso perder su esencia y así lo transmitió el propio entrenador bético desde la alineación, en la que antepuso la fidelidad al estilo a las virtudes del rival. "A veces es bueno ver el nivel en el que estamos. Todos, yo el primero, teníamos mucha ilusión porque sabíamos que si ganábamos nos podíamos meter en puestos de Liga de Campeones, pero el deseo es una cosa y la realidad es otra. Hemos tenido enfrente a un grandísimo equipo", reconoció Setién en la conferencia de prensa tras el partido.

Ese mismo mensaje se lo quiso trasladar este miércoles a la plantilla. "Estamos mucho mejor de lo que esperábamos", indicó el técnico a sus jugadores, en un diálogo en el que incidió en algunas claves ya manifestadas con anterioridad. "Tenemos una ilusión enorme", apuntó el entrenador sobre el proyecto que tiene entre manos y que no quiere que se descontrole por un mal resultado puntual.

Ante el Alavés, el cuerpo técnico confía en un partido distinto al del Valencia. La llegada de Gianni de Biasi al banquillo vitoriano ha cambiado su posicionamiento en el campo, con una prioridad al aspecto defensivo. Tanto ante el Levante, en su estreno con victoria (0-2), como ante la Real Sociedad en la derrota de la pasada jornada (0-2), el Alavés ha juntado las líneas muy atrás y cediendo la posesión al rival, algo parecido a lo que realizó el propio Levante en su visita a Heliópolis.

Setién pretende que sus jugadores se mantengan fieles a la idea de posesión, con la paciencia necesaria para encontrar los espacios entre las líneas contrarias, como ocurrió en el triunfo ante el cuadro granota. También se insiste en la necesidad de evitar pérdidas que favorezcan el contragolpe del rival, ante la posibilidad de que el Alavés trate de presionar la salida de la pelota del equipo bético o que el Betis se precipite en su deseo de romper la muralla que De Biasi colocará en el mediocampo.

El técnico quiere corregir aspectos defensivos, pero sin modificar el dibujo

Esa confianza en el estilo tampoco se ve afectada por los posibles cambios en la alineación. A la espera de Javi García, Setién tendrá que mover ficha en el lateral izquierdo ante la baja de Durmisi, con el posible regreso de Tosca, mientras que también tomará una decisión sobre si mantiene a Sanabria y Sergio León al mismo tiempo o bien da entrada a Tello o Campbell desde el inicio para que ocupen las bandas junto a Joaquín. Además, Camarasa, ya con una semana más de trabajo con el equipo, también apunta al once inicial.

"No podemos plantear seriamente cambiar una forma de jugar porque ha habido un partido que no haya salido bien", repitió el preparador cántabro, que se muestra inflexible con su estilo de juego, aunque sí trate de corregir algunas deficiencias defensivas que se han producido en los dos últimos encuentros.

Setién no quiere que su equipo deje de creer en el mensaje. La rápida asimilación de los conceptos que se ha vislumbrado en el inicio liguero no puede venirse abajo por una derrota que no empaña la buena trayectoria conseguida hasta el momento.

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