Sanidad

Sanidad andaluza: luces y sombras

  • Actualmente las inversiones están estancadas y los recursos humanos en muchos casos no son suficientes.

MANUEL CONCHA

Doctor en Medicina.

Consejero Editorial del Grupo Joly

Partiendo de la premisa de que el derecho a la salud como el derecho a la educación son quizás los pilares más fundamentales del bienestar social, es lógico que cuando intentamos reflexionar sobre la política sanitaria en Andalucía, debemos tener claro que es fundamental intentar abordar el tema lo más objetivamente posible, lejos de planteamientos maximalistas en pro o en contra.

Es evidente que un tema tan sensible como la salud de la población tiene que ser necesariamente abordado lejos de alabanzas o descalificaciones más o menos partidistas.

A los que durante muchos años hemos sido testigos y participantes en la evolución sanitaria nacional y más concretamente de Andalucía, podemos hacer el intento constructivo de un breve análisis de lo que podemos considerar las luces y las sombras de nuestra política sanitaria.

Es evidente que en los últimos 20-30 años hemos asistido, como no podía ser de otra forma, a mejoras sustanciales en el campo de la Sanidad, basadas en la equidad y la solidaridad, pero siempre nos surgen las preguntas: ¿son los logros suficientes o nos hemos quedado cortos?, ¿hemos administrado bien los recursos y los medios asignados?, ¿el rendimiento del SAS, teniendo en cuenta los recursos que posee, ha tenido las cotas de eficiencia esperada?

Como ejemplo, dentro de esos logros podemos enmarcar el desarrollo importante de los programas de trasplantes de órganos, similar al resto del país y por encima de muchos países de la comunidad europea.

Las tasas de donación y trasplantes por millón de habitantes son de las más altas del mundo, ello en gran parte viene motivado por el éxito de la Organización Nacional de Trasplantes primero y las Coordinadoras Autonómicas después, que partiendo de un modelo organizativo muy sólido y apoyado por lo incentivos económicos necesarios ha logrado una gran eficiencia.

En general ha mejorado el modelo de Atención Primaria y de Hospitales Comarcales, pero ¿ha sido el adecuado en función de los recursos empleados?

La apuesta por los programas de biomedicina y la adecuación a los avances tecnológicos, especialmente los de diagnostico radiológico han sido objetivos claros de la política sanitaria andaluza.

Pero es lógico que nos debamos preguntar si a pesar de los logros y de los recursos empleados, se van despejando las "sombras" de la sanidad andaluza, que es la que nos ocupa, o por el contrario éstas se van cronificando.

Dentro de esas "sombras" tendríamos que centrarnos en aquellas que consideramos más importantes.

La eficiencia del sistema continúa siendo deficitaria, ello conduce a no resolver adecuadamente el problema de las "listas de espera" en pacientes quirúrgicos, o en pruebas diagnósticas importantes, lo que sin duda sigue siendo una asignatura pendiente.

Otro de los problemas más preocupantes es el de la saturación de los Servicios de Urgencias, lo que supone una de las "sombras" que más afecta a los ciudadanos.

Los Servicios de Urgencias continúan sobresaturados, los tiempos de espera son excesivamente largos, a veces las decisiones tardan en tomarse en función de que los Residentes más jóvenes, sobre los que recaen la mayor carga de trabajo, se encuentren en muchas ocasiones poco tutelados y apoyados por los profesionales de más experiencia.

Decíamos más arriba que sin duda la atención en la Medicina Primaria había mejorado hace unos años, gracias a que se hizo un esfuerzo importante en potenciar la misma, pero actualmente las inversiones están más estancadas y los recursos humanos en muchos casos no son suficientes; reconociendo parte de los logros conseguidos, hay que resaltar y admitir que es un problema importante el excesivo número de pacientes que han de ser atendidos en relación a los facultativos, el poco tiempo que disponen los mismo para atenderlos individualmente, así como la lentitud de resolución de algunas pruebas diagnósticas. Muchos Médicos de Atención Primaria están "quemados" y desmotivados por no poder prestar la atención que ellos desearían.

La política de personal es otro de los aspectos más preocupantes, no podemos olvidar que los facultativos especialistas del SAS están mal remunerados en sus retribuciones fijas en comparación a otras Comunidades; ello unido a la precariedad laboral, incide en el fenómeno de éxodo de profesionales o falta de los mismos.

Por otro lado poco se ha avanzado en la carrera profesional y en la política de incentivos. La distancia entre directivos y trabajadores es cada vez mayor, viven en mundos diferentes y enfrentados en ocasiones. El acceso a puestos de responsabilidad de los sanitarios es ajeno en muchos casos a su valía y experiencia clínica o científica, primando otros valores distintos de los profesionales.

Consideramos que en los últimos años los Hospitales y Centros Sanitarios están excesivamente burocratizados, la administración se ha incrementado, a mi entender de manera desmesurada, por otro lado han crecido mucho los mandos intermedios, y todo ello no conlleva un claro beneficio neto en la eficiencia del sistema, ni un rendimiento claramente ascendente.

Creo que es necesario que la opinión de los "técnicos" pese más, que las decisiones se tomen de manera más colegiada, que el personal sanitario participe de una manera real en la gestión de recursos, definición de objetivos etc. En una palabra, es necesario hoy más que nunca lograr que el sistema sea más eficiente y que el rendimiento sea más palpable, lo que debe llevar a una gestión clínica eficaz y que redunde claramente en los indicadores de calidad asistencial y beneficio de los ciudadanos enfermos.

Como decíamos al principio, no podemos caer en el tópico de alabanzas no justificadas o descalificaciones no fundamentadas, es claro que entre las luces y sombras hay un largo camino todavía por recorrer y solo desde planteamientos objetivos y pragmáticos debemos abordar y lograr entre todos, cada uno con su responsabilidad, que el sistema sea más eficiente y que nuestros indicadores de calidad así lo testifiquen.

Creo sinceramente que hoy más que nunca es necesario un planteamiento riguroso y más "profesional", lejos de enfrentamientos estériles. La gestión de los recursos es una de las tareas fundamentales, y a ella hay que dirigir el mayor consenso de los políticos y de los profesionales, única manera de que podamos avanzar en el futuro y resolver gran parte de los problemas que tenemos planteados en el campo de la Sanidad.

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