Sanidad

La ansiada vacuna

Nunca la creación de una vacuna había contado con tanta expectación. Atrás quedó el ansiado hallazgo de la dosis contra la malaria o la casi utópica panacea contra el VIH. Ahora todas las enfermedades se reducen a una: la gripe A o la nueva gripe. La que más alarma ha despertado entre los países desarrollados a pesar de contar con un índice de mortalidad menor que el de otros males. Sanidad confirmó en un primer momento que las vacunas estarían en septiembre. Luego dijeron que en otoño, y así fue. “La vacuna tiene que pasar unos procesos y unos ensayos clínicos. Estamos hablando de una enfermedad nueva, por lo que la vacuna tiene que pasar unos controles de seguridad. No es cuestión de retraso, es cuestión de seguridad”, declaró a este periódico el secretario general de Sanidad, José Martínez Olmos. Finalmente, a mediados de noviembre llegaron las primeras dosis a los centros de salud españoles.

Sanidad adquirió 37 millones de dosis, solicitadas a los laboratorios Novartis y GSK, que en un principio mantendrían “salvados” al 40 por ciento de la población -luego amplió al 60 por ciento-. Cubrir a los grupos de riesgo, era cubrir al 30 por ciento de la población. Pero, ¿qué pasa con el resto?, hubo quiénes pensaron que la cantidad adquirida era insuficiente a pesar de que Sanidad reiteró en varias ocasiones que habría vacunas para todo aquel que la necesitara. Desde el Gobierno y algunas asociaciones profesionales de médicos aseguraron que la vacunación masiva no tenía sentido. El coto establecido por las autoridades sanitarias era restringido. Sus recomendaciones se limitaron a vacunar exclusivamente a enfermos crónicos -a partir de los 6 meses-, embarazadas y personal sanitario y de servicios básicos.. Sin embargo, los profesionales que trabajan de cara al público alzaron su voz y exigieron al Gobierno que fueran reconocidos también entre los grupos de riesgo de la gripe A. Pero obtuvieron una respuesta negativa. Al principio toda la población quería vacunarse. Cuando la vacuna llegó la expectativa era menor y, por supuesto, la alarma descendió.

¿Quiénes se deben vacunar? ¿Habrá vacunas para todos? Éstas y otras cuestiones se hacían muchos españoles al comienzo de la pandemia. Ahora estas cuestiones casi han pasado a la historia. La vacuna aún no se suministraba a los ciudadanos ni había llegado a los centros de salud cuando un equipo de expertos del Instituto Hispalense de Pediatría comenzó, a mediados de septiembre, el ensayo clínico de la vacuna contra la gripe A, en el que participaron un centenar de niños, la mayoría residentes en la provincia de Sevilla. En este ensayo trabajaron otros tres prestigiosos centros sanitarios del ámbito nacional y, en total, fueron 400 menores españoles los que participaron, de forma voluntaria y con la aprobación de sus familias, en las pruebas para comprobar la eficacia del medicamento.

Fue a primeros de octubre cuando la monja benedictina Teresa Forcades, doctora en Medicina, inició un movimiento ciudadano en internet para impedir la vacunación masiva y comenzaron a surgir numerosas voces críticas que veían desmedidas las pautas adoptadas. Expertos de todos los ámbitos de la salud censuraron las medidas “exageradas” de Sanidad, con respecto a la gripe, entre ellas, el derroche de vacunas. Los médicos veían “intolerable” que los recursos destinados a la gripe A no se hayan dedicado a usos sanitarios más acuciantes.

Otro de los puntos que también dividió a las autoridades sanitarias fue el número de dosis a administrar. Primero eran dos pero finalmente, el 13 de octubre, la Unión Europea redujo a una sola dosis la vacuna. Las farmacéuticas consideraron que las pruebas demostraron que no eran necesarias dos dosis como se pensó en un primer momento.

Tras el debate, ensayos médicos y clínicos, finalmente la inmunización comenzó el 16 de noviembre en toda España y los antivirales volvieron a las farmacias, una vez que la alarma social había decaído. Sin efectos secundarios reseñables en la población, actualmente se investigan dos casos de muerte fetal en embarazadas que han recibido la vacuna.

A los pocos días de comenzar la campaña de vacunación se comenzaron a identificar mutaciones de la gripe A en varios pacientes. Esta nueva variación podría provocar un cuadro más grave. Sin embargo, hoy, y en lo que a España se refiere, tanto la cifra de contagios como la alarma social han disminuido considerablemente.

Hasta el momento, el número de vacunados frente al nuevo virus se acerca a los tres millones, de los casi nueve que conforman los grupos de riesgo (30 por ciento de la población), y que incluyen a los enfermos crónicos desde los seis meses de edad, embarazadas, personal sanitario y trabajadores de servicios esenciales. La ministra de Sanidad afirmó que la obligación del Gobierno cuando se originó la pandemia era proteger a toda la población y que, aunque se encargaron 37 millones de vacunas a las empresas farmacéuticas, finalmente sólo se han comprado 13 millones. “Hemos actuado con proporcionalidad y coordinación con las decisiones tomadas por los organismos internacionales de salud”, reiteró. Respecto a las vacunas sobrantes de las 13 millones compradas, el secretario general de Sanidad dijo que no se debe “especular” sobre “qué hay que hacer con ellas”. El virus continúa circulante y puede que desplace totalmente al de la gripe estacional, por lo que dichas vacunas se podrían usar el próximo año, así como donar una parte de ellas a países en vías de desarrollo. Mientras, la OMS examinará la estrategia que empleó para manejar la pandemia después de que algunos políticos acusaran a este organismo de exagerar el peligro del virus A por presiones de la industria farmacéutica.

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