El rival

La espina de una noche en Roma

  • Con la Liga amarrada, el palo sufrido en la Champions convierte esta final en una cuestión de orgullo para el Barcelona

  • Con 28 títulos, es el club que domina el torneo

Ernesto Valverde, durante una conferencia de prensa.

Ernesto Valverde, durante una conferencia de prensa. / enric foncubierta / efe

Se quiera o no, todo se traduce a lo mismo. Todas las vueltas que se le quieran dar al momento en el que llega el Barcelona a la final de la competición que domina con más trofeos que nadie en España (28) sirven para regresar a una fatídica noche en Roma. Inesperadamente, el equipo que con Ernesto Valverde iba camino de cerrar una temporada de récord dejó caer el cántaro lleno de leche para romperlo en mil pedazos. La decepción por la eliminación en la Champions League sin haber accedido siquiera a las semifinales ha sido un duro palo para un equipo y una afición que sólo ha podido celebrar este título una vez en los últimos siete años pese a tener en su vestuario al más grande de todos, a un Messi además en plenitud y al que se encomiendan todos los barcelonistas cada vez que hay algo grande en juego.

Por inesperado y estrepitoso, el tropiezo ha sido mayúsculo, aún más cuando el verdugo que ha hecho rodar la cabeza de uno de los dos más grandes del mundo no está en ese exclusivo club de los poderosos. La Roma, si se puede considerar un equipo modesto, sacó a relucir todos los defectos de un Barça que ya se daba por clasificado con el 4-1 de la ida.

Pero, por eso, la gran aportación del equipo de Di Francesco y Monchi ha sido bajar del pedestal a un equipo que ya estaba dando síntomas de agotamiento. Puede que físico, pero también mental, fruto quién sabe de una gran diferencia de puntos en la Liga con sus perseguidores. El propio Sevilla de Montella no sólo lo puso contra las cuerdas en la Liga, sino que lo apabulló tanto que si no lo goleó fue por su alarmante falta de gol. El Leganés también ha llegado a discutirle cosas, aunque al final la calidad de las individualidades es una gran ayuda y la presencia de jugadores como Messi, Luis Suárez, Iniesta, Coutinho, Busquets..., pero sobre todo el crack argentino, es un factor diferenciador.

Pero no nos equivoquemos. Estamos ante un superequipo al que encima Valverde ha dotado de un orden y una disciplina que antes no tenía. Ha hecho más sólido el bloque, reduciendo el número de tantos en contra hasta ser, junto con el Atlético, el menos goleado de la Liga (la mitad que el tercero). Ha normalizado el ambiente en el entorno eliminando ese talante de trinchera que adoptaba Luis Enrique. Ha reducido el número de conflictos y ha logrado un grupo homogéneo, quizá herencia obligada de la salida de Neymar y el paso a mejor vida del tan cacareado tridente.

Este Barça es más grupo, más colectivo... han dicho que menos brillante, aunque eso hay que preguntárselo a un Messi, que sigue siendo su mágico estandarte y que aún estará comiéndose por dentro tras la noche de Roma.

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