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Andalucía

365 días de hormigón

  • El lanzamiento de 70 bloques al mar en la Bahía de Algeciras por el Gobierno de Gibraltar dio origen hace un año a una lista de desencuentros con España que parece no tener fin.

Hace un año, el remolcador Elliot y la barcaza MHB Dole, por orden del Gobierno de Gibraltar, comenzaron a lanzar bloques de hormigón rematados con puntas de hierro en el caladero de pesca ubicado en la zona conocida como Campo de la Virgen, a escasa distancia del espigón exterior del puerto de La Línea (Cádiz). Gibraltar defendía que construía un "arrecife para favorecer la diversidad", pero España lo entendió como una agresión sin precedentes a sus pescadores y a unas aguas que considera suyas. La acción crispó las relaciones hasta destruirlas por completo. Así siguen un año después.

Cuando cada uno de esos 70 mazacotes se hundía en la Bahía, no sólo resucitaba el enfrentamiento entre España y Gibraltar -y por extensión, el Reino Unido-, sino que abría otro episodio más de un conflicto que ha agriado aún más la convivencia entre las poblaciones de la comarca -muy especialmente La Línea- y la de la colonia británica.

Los primeros damnificados por los bloques fueron los pescadores de la comarca, que utilizaban ese caladero de Poniente junto a Gibraltar como área de trabajo, principalmente, como alternativa de pesca durante los días de Levante en los que La Atunara se hace impracticable. El Gobierno de Mariano Rajoy proclamó que había perdido la confianza en el Ejecutivo de Fabian Picardo y la principal consecuencia se notó en el paso fronterizo: colas de entre siete y ocho horas en la Verja, que de forma intermitente se han ido repitiendo durante todo un año, generando un notable perjuicio económico a los comercios del Peñón y humano a las miles de personas que cada día cruzan de un lado a otro, muchos de ellos trabajadores españoles en Gibraltar.

En dos ocasiones, expertos de la Unión Europea han inspeccionado el punto fronterizo. España defiende sus controles exhustivos porque el Peñón no pertenece al Acuerdo de Schengen -que sirve precisamente para suprimirlos- y es, además, uno de los principales focos del contrabando de tabaco que asfixia a los estanqueros españoles. Gibraltar ve en los controles una represalia política, un modo de estrangular su economía porque España persigue como último fin recuperar la soberanía de la Roca.

Con el lanzamiento de los bloques se acabó la convivencia. El Gobierno del Reino Unido, alentado desde Gibraltar, no cesa de protestar por lo que denomina "incursiones" de la Guardia Civil o la Armada española en lo que entiende que son sus aguas. El conflicto diplomático derivó en el planteamiento de unas reuniones ad hoc sobre asuntos "domésticos" que dejaran al margen la soberanía. Dos banderas, cuatro voces. Diálogo. Pero la crispación es tal que siguen sin convocarse.

El alcalde de Algeciras y diputado del PP, José Ignacio Landaluce, los llamó "los bloques de la maldad" y cargó contra Picardo por no haberlos retirados hace ya mucho tiempo.

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