¿Sorpresas? Ni una. Al menos en Sevilla, cuyas bases asistieron a la recta final del congreso de Griñán con el final de la película ya soplado. Los siete nombres que las agrupaciones hispalenses han logrado colar en la nueva Ejecutiva Regional son un claro reflejo del mandato del flamante secretario general del PSOE-A: unidad y una única dirección. Y así está representado en la cocina del partido a nivel Andalucía: La Ejecutiva Provincial es la interlocutora. El futuro del socialismo en Sevilla pasa por el vierismo a secas, sin más opciones, lo que obligaría al resto de familias derrotadas en este congreso -críticos y caballistas- a virar hacia Luis Montoto. "Pero, ¿quién es crítico ya?", apuntan desde las bases refiriendo como ejemplo la metamorfosis de Celis a dos días del congreso, imitada por Monteseirín en la víspera.

Susana Díaz, la nueva secretaria de organización del PSOE-A y número tres de Griñán, encabeza la nómina de militantes hispalenses aupados a la Regional junto a Miguel Vázquez (que repite), Verónica Pérez, Trinidad Muñoz, Antonio Prada y los vocales Juan Espadas y Amparo Rubiales. La inclusión de Espadas en la estructura se interpreta como el refuerzo político definitivo previo a su lanzamiento como candidato. Monteseirín también fue vocal de la Ejecutiva Regional en 2000, siendo ya regidor. Con Espadas, visto lo visto, los tiempos siempre parecen adelantarse.

El alcalde de Sevilla ha logrado encaje en el comité director del PSOE, una especie de cajón de sastre donde tienen cabida la mayoría de los integrantes de la anterior Ejecutiva. Gómez de Celis, en las quinielas como contrapeso de Susana Díaz, queda nuevamente en barbecho, a la espera de la remodelación del Gobierno andaluz.

¿Y los salientes? Carrillo, Gutiérrez Limones, Carmen Tovar... Todos entendieron a tiempo al jefe con el aviso de la renovación. Se precipitaba una catarsis. Y las bases, a tenor de los datos de apoyo a Grinán -aupado a la búlgara con el 99,8% de los votos-, claudicaron: pasan hasta de expresar vía sufragio su malestar por los vetos, lo que denota que las lentejas, ahora, importan más que los personalismos.