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Patrimonio de olor, sabor y artesanía

  • El presidente de la Diputación señala que "la cultura vinculada a la Semana Santa de la provincia son motivos más que suficientes para considerarla una fiesta única".

La Semana Santa es un nicho de empleo no sólo en hostelería, sino para numerosos oficios tradicionales que sobreviven en su entorno. Un patrimonio inmaterial, artístico , gastronómico y artesano, vinculado a una fiesta con gran arraigo en la provincia.  

 

Como señala el presidente de la Diputación, Fernando Rodríguez Villalobos, "hay otra Semana Santa, que despliega sus colores, también en el preludio de la primavera, en los pueblos de la provincia que es un tesoro para el turismo cultural y también para el turismo de motivación religiosa. No en vano, hay 14 pueblos que tienen declarada su Semana Santa como Fiesta de Interés Turístico Nacional de Andalucía".  

 

La provincia pone en la calle  un importante patrimonio artístico, unido a  la gastronomía, la artesanía, el bordado, la imaginería. "La cultura vinculada a la Semana Santa de nuestros pueblos son atractivos más que suficientes para considerarla única", señala Villalobos. Para facilitar esta información al visitante está disponible en www.turismosevilla.org la Guía de la Semana Santa de la provincia. 

 

Estas fechas son, sobre todo,  una explosión de vida que llena  los sentidos en el despertar de la primavera y que va más allá de las condiciones meteorológicas. El sabor de los platos de estos días se llena del dulzor de la miel y la canela en cualquier punto de la provincia. La Diputación, a través de Prodetur, ha editado la guía Sevilla de Dulce. En ruta por la repostería de la Provincia, disponible a través de www.turismosevilla.org y en la Oficina de Turismo de la Provincia.

 

Pestiños, torrijas, rosas, roscos, hornazos son la mejor senda para conocer la provincia a través de los sabores. En la Sierra Norte, la Semana Santa sabe a hornazo melojero por Almadén de la Plata. La masa de pan, la manteca o el aceite de oliva, matalahúva y canela, decorada con un huevo duro, peladillas y golosinas d colores son los protagonistas. Además existe la posibilidad de visitar un obrador y conocer  su elaboración.

 

En las mesas del corredor de la Vía de la Plata no falta en Semana Santa las rosas de miel, los gañotes y los pestiños. Los municipios del Aljarafe en estas fechas, a sus dulces de siempre unen en Valencina de la Concepción, Salteras y Castilleja de Guzmán  la manta doblá. Cada familia tiene sus variantes que pone el sello en cada manta, pero se trata de una masa de harina, huevo, aceite con gusto de la piel de naranja y una porción de vinagre. Ésta se estira  y se fríe dándole dobleces. Después se endulza con miel o almíbar. Pero no son la única repostería de Semana Santa. Huévar sabe a  torta de hornazo y rosquillas de anís.

 

Los ochíos son también protagonistas entre los postres y meriendas de Semana Santa. Desde Marinaleda hasta La Roda de Andalucía, pasando por Herrera, Estepa, Gilena, Casariche y Badolatosa se elaboran este sencillo manjar con harina, aceite, azúcar, ajonjolí, matalahúva, canela y agua.

Como curiosidad, los huevos pintados de Cañada Rosal y  La  Luisiana, una cocina de Semana Santa que llegó de tierras lejanas fruto de un pasado de tierras de colonización.

La Semana Santa no sólo tiene un importante potencial turístico en la provincia, sino que más allá de los siete días, existen una serie de oficios y trabajos que subsisten a su alrededor. Además, de bandas de músicas y floristas con los exornos de los pasos, hay cerca de 400 establecimientos de artesanía en la provincia que generan unos 2.00 empleos. Además, oficios como la ebanistería, platería, imaginería y la orfebrería centran su producción entorno a las cofradías.

Por otro lado,  los conventos , más de una docena, que en la provincia de Sevilla se dedican a la elaboración de dulces, encuentran en estas fechas una buena salida a sus productos artesanos.

 

Además, hay visitas relacionadas con la orfebrería como la del museo Fernando Marmolejo en Santiponce. El museo se encuentra junto al teatro romano y posee una amplia superficie expositiva, distribuida en una planta baja, que presenta espacios fragmentados, y una planta alta con tres salas para exposiciones temporales. La colección permanente se compone de obras procedentes de la donación realizada por el ilustre orfebre Fernando Marmolejo Camargo. Entre las más representativas se encuentran varias reproducciones de famosos tesoros arqueológicos, como la corona de Recesvinto, el candelabro tartésico de Lebrija, las llaves almohades de la ciudad de Sevilla, etc., encargados por el Ministerio de Cultura.

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