Cofradias

La paz del Casablanca

  • Los hermanos mayores y los cargos generales del Consejo escenificaron el acuerdo in extremis de la Madrugada con una distendida convivencia.

El 14 de octubre, tras conocer el contenido del Plan Nieto, algunos hermanos mayores de la Madrugada digirieron la propuesta en la bodeguita Casablanca, justo por donde el Consejo quería mandar al Gran Poder. Allí mascullaron un proyecto sobre el que, horas más tarde, se despacharon a gusto. El escenario del pasado jueves fue el mismo pero la instantánea era muy distinta. De la frustración y el cabreo evidente de hace cuatro meses se viró al alivio y la satisfacción por haber alcanzado, al menos, un acuerdo de mínimos. Los hermanos mayores de la Madrugada y los cargos generales del Consejo celebraron la paz de la Madrugada en el Casablanca. Allí escenificaron que habían cerrado uno de los culebrones más sangrantes de la historia moderna de las cofradías. Todos, sin excepción, se habían quitado un peso de encima, y bien había que celebrarlo, que para eso uno de los cargos generales se ofreció a pagar la convidá.

El desgaste con el que se llegó a la reunión del jueves era ya insoportable. Quizás por ello, la reunión se desarrolló con más cordialidad que en otras ocasiones y con ánimo de sellar un acuerdo y empezar a restañar las heridas. Hubo sinceras disculpas y peticiones de no mirar hacia atrás. Sobre la mesa estaba la propuesta de la Macarena de permuta con el Gran Poder. No se llegó a votar, pero sí que se recabó la opinión de cada una de las hermandades. Tras su exposición, el diputado mayor de gobierno preguntó a sus compañeros si veían viable este plan. Recibió dos respuestas afirmativas: la del Calvario y la de los Gitanos; y dos síes pero condicionados a que hubiera unanimidad: los del Silencio y la Esperanza de Triana. Es decir, si una hermandad se oponía ellos también se sumarían al "no". El Gran Poder ya había manifestado su oposición, por lo que la propuesta fue descartada. El Consejo volvió a poner sobre la mesa su plan. En esta ocasión fue la Esperanza de Triana la que se opuso con rotundidad aseverando, de nuevo, que no era justo ni repartía equitativamente los esfuerzos.

Entonces se recurrió a un diseño trabajado por los diputados mayores de gobierno: mantener el orden y alterar levemente los recorridos y los horarios. Los hermanos mayores estuvieron a punto de refrendar este nuevo diseño en una reunión celebrada en el Aero a finales de octubre. Las reticencias entonces de la Esperanza de Triana dieron al traste con el plan. El jueves fue todo distinto. Había que llegar a una entente que no socavara y desprestigiara más al Consejo y a las propias hermandades. Se aprobó por unanimidad esta solución en la que todas las cofradías se comprometen a hacer un esfuerzo especial. Desde la reunión del Aero a la del Jueves en el Consejo han pasado casi cuatro meses. En San Gregorio se selló definitivamente el pacto y en la bodeguita Casablanca, con un ambiente más distendido, se empezaron a reconducir las relaciones. Bien está lo que bien acaba. Sobre todo si se termina en el Casablanca.

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