SAN Francisco Javier es el santo más viajero y parece que marcó la historia de esta familia. Gregorio Muñoz López (Sevilla, 1944) acudió a la casa-hermandad de los Javieres, en la calle Peris Mencheta, para recoger la papeleta de sitio de su hijo Gregorio Miguel, que se encontraba en Bolivia de servicio con Air Europa.

Gregorio Muñoz debió ser el espejo en el que se fijó su hijo. No sólo en el tema de las cofradías, donde este sevillano nacido en la calle Becas, junto a la Alameda, salió de nazareno con el Museo, la Macarena, "cuando nadie quería salir con el Sentencia", la Mortaja y el Santo Entierro. "Mi hijo se hace hermano gracias a mi tía Pepa, Josefa López de Ocaña, que vivía en la calle Faustino Álvarez y era camarera de la Virgen de Gracia y Amparo". También heredó la vocación de conocer mundo. El padre del nazareno de los Javieres le dio varias veces la vuelta al mundo desde que empezó en Viajes Bonanza, oficina en la Campana, donde fue jefe del departamento de extranjeros. Dirigió Turismo del Ayuntamiento entre 1985 y 1989. En ese periodo viajó a Moscú con Pedro Rodríguez de la Borbolla y Rafael Cid, presidente de la Federación Andaluza de Ajedrez, para intentar -y conseguir- que Karpov y Kasparov empezaran en Sevilla, 12 de octubre de 1987, la disputa del Mundial de ajedrez.

Su hijo, tripulante de cabina de pasajeros, es especialista en coincidencias cronológicas. Nació el 17 de marzo de 1977 y lo bautizan en la parroquia de Ómnium Sanctórum el Sábado Santo de ese año, día cofrade que pasó a las hemerotecas por la legalización del Partido Comunista. "Al salir de la iglesia, vimos pasar coches por la calle Feria ondeando banderas rojas".

En Madrid, el hermano de los Javieres se enamoró de una polaca. El día fijado para la boda, en la misma iglesia de la que hoy sale su hermandad, fue en mayo de 2014. "El párroco nos llamó para anular la boda porque coincidía con el cincuentenario de la coronación de la Macarena, que tenía que pasar por la iglesia. Yo llamé a Manolo García, el hermano mayor de la Macarena, al que conocía de mi época del Ayuntamiento. Me dijo que la Virgen saldría a las dos y la boda era a las siete de la tarde. Llegamos a la iglesia y no había pasado la Virgen. Recuerdo con pánico ese día, vestido de chaqué con treinta invitados polacos por Peris Mencheta".

El sevillano y la polaca tienen una niña, Valeria, bautizada en Ómnium Sanctórum y hermana de los Javieres. "Como él trabaja en Barajas y ella en Guadalajara, viven en Alcalá de Henares, a mitad de camino, allí hay una colonia tan grande de polacos que le dicen la Varsovia de España".

Gregorio Muñoz padre fue a Recife, Brasil, a darle un reconocimiento a Joao Cabral de Melo Neto, un poeta candidato al Nobel de Literatura que fue cónsul en Sevilla, ciudad a la que dedicó parte de su obra. La Semana Santa y la Feria han estado siempre en su agenda de agente turístico. "El problema eran las 52 semanas restantes. Estábamos hablando de un radio de acción de 150 kilómetros a la redonda, porque Sevilla, antes de la Expo, sólo tenía siete mil camas. Después llegaría a las veinte mil".

Fue cicerone de Jack Lang en la Semana Santa de Sevilla. "Se aburría en los palcos y me lo llevé a ver cofradías por la calle. Un día fuimos a Dueñas porque el duque de Alba lo invitó a cenar". Allí estaban Felipe González y Alfonso Guerra, que fueron fundamentales para la promoción turística de Sevilla. "Antes de que llegaran ellos a la Moncloa, a los mandatarios extranjeros los mandaban a ver Toledo". La Expo fue decisiva. Con invitados como la reina de Inglaterra. "Le íbamos a regalar un caballo, pero como estaba la peste equina le dimos una silla de montar". Organizó una Feria de Abril en Miami y una procesión en Seattle "a trece mil kilómetros de mi casa, un congreso para quinientos curas y obispos de medio mundo al que fui con orfebres sevillanos".