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Cultura

Sombras en la bruma

  • 'W o el recuerdo de la infancia'. Georges Perec. Trad. Alberto Clavería. Menoscuarto. Palencia, 2014. 208 páginas. 17,50 euros.

Como se vio durante los años de plomizo predominio del nouveau roman, la literatura experimental puede ser tediosa e inhóspita o abiertamente ininteligible, pasto de exegetas pretenciosos o enfadados con el mundo, pero sería un error extender la saludable desconfianza hacia las poéticas formalistas a todos los escritores que por la misma época -los felices soixante, la más deprimente década posterior- recogieron el desafío del modernismo para internarse por caminos no hollados, pues hay que atreverse a recorrerlos para saber si se abren a vastos territorios o conducen directamente al yermo. El caso de Georges Perec es ejemplar en lo que se refiere a la primera de las posibilidades, más a nuestro juicio en muchos de sus libros menores que en la monumental La vida instrucciones de uso, una obra plena de incitaciones pero tan avasalladora como el Ulises. Algunos lectores necesitamos sentir que los libros nos conciernen, quizá porque preferimos en todos los órdenes, a los suntuosos artificios de múltiples puertas, pasillos o recovecos, la modesta verdad de la letra pequeña.

Reeditado por Menoscuarto en la conocida traducción de Alberto Clavería, W o el recuerdo de la infancia (1975) es tal vez -más aún que el posterior Me acuerdo, otra maravillosa muestra del poder de lo mínimo- el libro más personal de Perec, no por singular, dado que todos los suyos lo son, sino porque aborda de manera expresa la traumática niñez del mago y su iniciación a la vida consciente. "¿Cómo podría aclarar / esa bruma desatinada en que se agitan sombras?" La cita del maestro de Perec, su gran amigo Raymond Queneau, plantea de partida la dificultad de convocar el íntimo dolor del huérfano judío -el padre murió tras ser herido a las afueras de París, la madre fue gaseada en Auschwitz- que años después reelabora un relato escrito a los trece años y encuentra de ese modo la forma de revivir al muchacho que lo concibió, en capítulos alternos donde se narran la historia recuperada -una distopía olímpica, localizada en la Tierra de Fuego- y sus recuerdos, siempre fragmentarios, del tiempo de la Ocupación y la posguerra. No es una evocación lineal ni objetiva, Perec introduce acotaciones y hasta cierto punto vincula ambos textos, pero la irrenunciable voluntad de experimentación no se opone aquí, como en tantas de sus páginas, a una cálida impresión de vida.

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