Nikola Radicevic. Jugador del Cajasol

"Me han esperado dos años y ahora no puedo defraudar"

  • El joven base serbio asume con más ilusión que miedo que la próxima temporada debe cumplir un rol más importante Cree que la piña en la que se convirtió el vestuario fue fundamental para su mejora y la del equipo

Nacido en la recta final del conflicto de los Balcanes, Nikola Radicevic (25-04-1994) está llamado a ser, tras dos temporadas el Cajasol, uno de los hombres importantes en el equipo el próximo curso. Le sobra calidad y desparpajo; le falta defensa -"lo sé, pero he mejorado mucho", dice- y paciencia en los ataques en estático, pero también a Satoransky le costó llegar al nivel que exhibe ahora. Más adaptado a la ciudad -da clases de español cuatro días a la semana- y al equipo, conoce la historia del checo en Sevilla y aspira a tomar su relevo en su tercer año (firmó un tres más dos), el que debe ser el de la confirmación de un base que asegura estar "listo y deseoso de tomar una responsabilidad mayor".

-Se acabó la temporada. ¿Qué nota le pondría?

-Siempre se puede mejorar, pero nadie hubiese soñado al principio de la temporada que llegaríamos hasta el play off y que competiríamos de esta manera. Es para estar orgullosos porque nadie nos regaló nada. Al contrario. Llegar hasta ahí fue muy duro, pero con trabajo acabamos siendo mejor equipo y haciendo un baloncesto atractivo y espectacular.

-Se les veía desahogados en el último minuto del tercer partido contra el Valencia, haciendo alley-oops.

-Jugamos como entrenamos. No lo hacíamos por quedar bien o hacerlo bonito. Es a lo que estábamos acostumbrados.

-Se le ha visto este año más cómodo en la pista.

-Por supuesto. Ésta era mi segunda temporada en el Cajasol, mi segundo año en Sevilla. Tepic y Bogdanovic me ayudaron mucho cuando llegué, porque estaba muy perdido. Un chaval que sale de su país con 18 años a labrarse un futuro sin conocer el idioma, el destino, las personas... Este año me he sentido mucho mejor en todos los aspectos y he podido demostrar cómo puedo ayudar al Cajasol.

-¿En qué ha mejorado?

-En muchas cosas. Habría que decir mejor en qué no he mejorado. Muchas cosas. Una de las grandes razones por las que yo estoy aquí es Aíto. Yo sabía todo lo que había hecho con la gente joven, como hace unos años con Ricky Rubio. Es una gran persona y ayuda al jugador a entender mejor el baloncesto. Soy mejor jugador, más completo. Me dicen que tengo que defender más. Lo sé y estoy en ello.

-Ataca mejor que defiende y penetra muy bien. ¿Se frena más por miedo a fallar?

-No. Aquí, con Aíto, los errores no pesan. Es normal fallar, pero si la elección es buena no te cae ninguna bronca. Al contrario, recibes ánimos para volverlo a intentar. Si puedo penetro, pero mi trabajo es más amplio: dirigir y asistir. Me gusta penetrar, me da igual el momento del partido. Siempre lo he hecho en mis equipos y tengo libertad para ello, pero hay que verlo claro. En la ACB los rivales no lo ponen fácil.

-Se espera mucho de usted. ¿Está preparado para dar un paso adelante el próximo curso?

-Lo sé y me atrae esa posibilidad. En mi tercer año debo tomar más responsabilidades. Espero jugar más y demostrar que estoy listo, física y mentalmente, para asumir ese rol. Mucha gente ha trabajado duro conmigo, sé que me están esperando y no los defraudaré. Entrenaré mucho este verano por mi cuenta para seguir mejorando. No soy el mismo que llegó aquí con 18 años y quiero demostrar que no se equivocaron apostando por mí.

-¿Que tenga que suplir a Satoransky es un reto o un problema?

-Jugar en el Cajasol es mi reto. Tomas es un jugador increíble y he intentado aprender lo máximo de él. Me quedo con su energía, su liderazgo y capacidad de lucha. Es un ganador.

-Ambos llegaron muy jóvenes a una liga tan competitiva como la ACB. ¿Se ve reflejado en él?

-Algo sí. Conozco bien su historia en el club y es un referente para mí. Sé que tuvo su gran oportunidad por la lesión de Calloway, pero trabajó duro y se ganó con su esfuerzo minutos y el respeto. Su consejo es que trabaje duro en busca de mi momento.

-Este verano será un poco más tranquilo para usted.

-Bueno, no sé si tendré que jugar con la sub 20 el Europeo. Vi mi nombre en una preconvocatoria por internet, pero nadie de la Federación me llamó.

-Llegaron a decir que el año pasado fue expulsado de la concentración de la sub 19 por indisciplina.

-Fue una experiencia difícil para mí. Siempre lo he dado todo por mi país, desde muy joven, pero el año pasado falló la comunicación con el seleccionador. Estaba lesionado y no podía dar todo lo que exigían de mí. Está olvidado.

-Y después se enteró que se quedaba solo en Sevilla. Tepic y Bogdanovic se marchaban.

-Al principio lo pasé mal, porque eran un apoyo fundamental para mí. Intenté convencer a Luka para que se quedase cuando estaba negociando. Pero creo que la salida de ambos me ayudó a crecer. Me relacioné más con el resto de los compañeros. Ha sido una de las claves de la gran temporada. Más que un equipo hemos sido un grupo de amigos muy unido.

-Usted que lo conoce bien, ¿por qué no rindió Tepic en Sevilla?

-Ni siquiera él lo entendía y cada vez el problema se hacía más grande para él. Es una gran persona y un gran jugador. Cualquiera no es internacional con Serbia. Lo intentó de todas las maneras, pero, sencillamente, las cosas no le salían.

-¿Se vive diferente el baloncesto en su país que aquí?

-Se siente de un modo distinto. Allí es el deporte número uno, incluso por delante del fútbol, y eso se siente en la pasión de los seguidores.

-Elija un momento del año.

-Colectivamente, quizá el encuentro ante el Joventut, cuando nos clasificamos para el play off. Individualmente, el partido en casa contra el Gran Canaria, como la temporada anterior. Recuerdo que Bogdanovic me tradujo todas las crónicas y me dijo: "Eres la nueva estrella". Me sentí muy bien, pero pronto volví a tener los pies en el suelo.

-¿Cómo se siente en Sevilla?

-Genial. El clima, la ciudad, la gente... Todo es espectacular. Mis padres cada vez que vienen no se quieren ir, y eso que mi madre, al principio, no quería que me fuese de Serbia. Le dije que venía a España por teléfono y casi se pone a llorar. Después comprendió que era una gran oportunidad y siempre tuve todo su apoyo.

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