La patente en España aún entra en el ámbito del chiste. Todos estamos acostumbrados a oír el típico chascarrillo de que los españoles sólo son artífices de inventos con palo -léase la fregona, el Chupa-Chups, el futbolín o el sacacorchos-. Pero si el país quiere virar desde una economía apoyada en el ladrillo y el consumo a otra más sostenible e innovadora, debería dejarse a un lado esa imagen para considerar la protección industrial como una herramienta de competitividad y generación de valor.

Las exigencias de un mundo globalizado, con cambios tecnológicos meteóricos, hacen necesario que las empresas dejen de competir en costes laborales para apostar por el conocimiento, la innovación y, por ende, la protección de sus logros. "Tenemos que aprender de EEUU, Japón o Alemania, donde la protección industrial es una religión; hasta que esto ocurra, no nos situaremos en el lugar que nos corresponde a nivel mundial: en el club de los 10 primeros países por volumen de patentes (ahora ocupamos el puesto 12)", explica Gerardo Penas, vocal asesor de la Oficina Española de Patentes y Marcas (OEPM).

Pero la escasa utilización del sistema de patentes no es exclusiva de España sino que se extiende en mayor o menor medida al resto de Europa. Según la Oficina Europea de Patentes, sólo 59.000 empresas europeas han hecho uso de ellas en los últimos cinco años, mientras que otras 111.000 firmas innovadoras estarían en condiciones de hacerlo.

Pero, ¿cuál es exactamente la salud española en este campo? "El paciente se encuentra regular, pero va mejorando", resume Penas. De hecho, la tónica general de los últimos años ha sido el avance en el número de solicitudes, una tendencia que, sin embargo, se vio truncada por la crisis en 2009. No obstante, la coyuntura internacional no rompió con la línea ascendente andaluza.

En cifras esto se traduce en una caída (leve) del 0,91% del número de solicitudes en España en 2009, hasta las 3.566, frente al avance del 4,86% de Andalucía, hasta las 453, según datos de la OEPM. La región resistió, así, el envite de la crisis bastante mejor que otras y consolidó su tercera posición en el ránking nacional, tras Cataluña (659) y Madrid (838). Si bien es cierto, que tampoco es que saliera del todo ilesa. Si se echa un vistazo a los crecimientos de años precedentes se aprecia el bajón experimentado en el ritmo: en 2007 el volumen de patentes subió un 20,36% (frente al 4,71% nacional), y en 2008 un 7,46% (un 10,94% en España).

En 2009, las comunidades más avanzadas tecnológicamente no presentaron mejor comportamiento que la andaluza. Cataluña retrocedió un 12,83%, el País Vasco un 9,13%, la Comunidad Valenciana cerró en tablas, y Madrid fue la única del top five que se salvó de la quema, con una repunte del 5,14%.

Donde Andalucía registró peores marcas fue en el ratio de patentes por millón de habitantes, ya que el índice se situó en 55 mientras que la media española se elevó a 76. Con esta cota, la región se mantuvo en la mitad una tabla nacional encabezada por Madrid, con 131 solicitudes por millón de habitantes.

Sin embargo, donde la comunidad andaluza presentó mejores marcas fue en patentes para el sector renovable. La apuesta realizada por estas energías se traduce en un creciente volumen de desarrollos tecnológicos. En sólo un año se duplicaron las solicitudes, desde las 11 de 2008 a las 23 de 2009, según el Centro de Información Tecnológica y de la Propiedad Industrial (Citpia) de la Agencia IDEA. Es más, desde 2000 la cifra se ha multiplicado por seis.

El comportamiento de la Universidad también es digno de destacar. Este organismo ha ganado dinamismo en los últimos años y en 2009 presentó 81 solicitudes de patentes. Si bien particulares y empresas lo superaron -228 y 119, respectivamente-, este paso es importante en la transferencia de tecnología de la Universidad al sector privado. A nivel internacional, solicitó 67 patentes, erigiéndose en la Universidad más prolífica de España.