-¿Qué es la Fundación Bertín Osborne?

-Se creó por la cantidad de llamadas que recibíamos de padres interesados por saber dónde llevábamos a nuestro hijo Quique para tratarlo de la lesión cerebral. Aquí existe una desinformación y una ignorancia absoluta en ese tema.

-¿Cómo surgen las historias de Filadelfia, por ponerle un título de película con final feliz?

-Cuando Quique tenía dos años, ahora tiene seis, lo llevamos por primera vez al instituto del doctor Glenn Doman, en Filadelfia. Ya somos muy amigos. Quique empezó a mejorar una barbaridad y mi obsesión era que los padres españoles de niños con daño cerebral supieran que existe esa solución. No sólo eso. Ahora les damos la posibilidad de que asistan a las conferencias gratuitas que va a dar en Madrid y en Málaga Douglas Doman, el hijo de Glenn Doman.

-¿Cuál es el perfil de los padres de esos niños?

-Personas que se quedaban en su casa con depresión porque no sabían qué hacer.

-¿De cuántos niños estamos hablando?

-Ha sido una de mis sorpresas. En España hay en torno a cuatrocientos mil niños con lesión cerebral.

-¿Cuándo se les diagnostica?

-En cuanto nacen. Y los médicos te dicen siempre lo mismo: que no hay solución, que no hay nada que hacer. Lo que me parece indigno, porque lo que hemos visto en Filadelfia demuestra todo lo contrario.

-¿A cuántas puertas tuvieron que llamar?

-A muy pocas. Fue facilísimo dar con ellos porque no hay otro. Glenn Doman, el fundador, sigue con 94 años investigando. Le cogió el relevo su hijo Douglas, el que viene a España, y ya hay un nieto.

-Hay veces en las que la fama sirve para algo...

-No me parecía moral ni ético saber que existía esta solución y no hacérsela llegar a tantos padres que han perdido la esperanza. He visto situaciones tan lamentables cuando nacen esos niños: nos ha tocado, es lo que toca. Y podemos vencer a la resignación.

-En su caso, ¿cuándo lo supieron?

-No lo sabíamos. Fue un parto muy prematuro. El 95% de los casos de lesión cerebral se producen por falta de oxígeno en el parto. El cinco por ciento restante, entre los que está nuestro hijo, es por una infección de las mujeres que se  llama listeria. En condiciones normales, se pasa como una gripe, pero si están embarazadas se la pasan al feto. El resultado es un aborto espontáneo, natural. Lo normal es que Quique no hubiera vivido, pero el tío es un fenómeno y salió adelante como un animal. Tenía que haber nacido en Triana, pero Fabiola, la madre, se puso fatal y nació en La Paz de Madrid. 

-¿Hablamos de Bertín?

-Lo que quieras.

-Usted empieza en una España de quilapayunes y labordetas...

-Los cantautores son anteriores. Yo empiezo en el 81. De la quinta de Bosé, Alaska, Los Pekos.

-Tenía valor. Aristócrata de cuna, Osborne de apellido, señorito de Jerez...

-Yo siempre he hecho lo que me ha dado la gana y siempre me salió bien. No soy de Jerez. Estuve casado con una jerezana y viví en una finca de su familia.

-¿El chalet que le tiró Pedro Pacheco?

-Ni era un chalet ni lo tiró Pacheco. Era una casa de mis suegros a la que se le iba a hacer una ampliación. Lo único que se tiró fue el ático. 

-¿Se lo ha perdonado?

-No le guardo rencor a nadie. A Pacheco de vez en cuando lo veo y me pega unos abrazos que un día me va a partir una costilla. Hace poco fuimos juntos en el AVE a Madrid.

-¿Qué tiene Jerez para dar gente con tanta personalidad: Primo de Rivera, Pemán, Lola Flores, Paula, Caballero Bonald...? 

-No te olvides de Fermín Bohórquez, Manuel Alejandro o Padilla, el torero. Es verdad lo de la personalidad. A Caballero Bonald es el único de los que nombras que no conozco. A Pemán lo conocí perfectamente. Soy íntimo amigo de dos nietos suyos, Manuel y Ramón Guerrero Pemán, con los que compartí un apartamento en Valladolid, donde estudié Perito Agrónomo.

-¿No le han ofrecido tirarse del trampolín?

-No. Una pena, porque me divertiría y además creo que lo hago bastante bien.

-¿Descubrió muchos talentos en televisión?

-Algunos. Tamara me invitó a su boda. David Civera cantó imitando a Enrique Iglesias. Tuve a la voz más espectacular de este país, que luego no grabó nada. Se llama Joana Polvillo, sevillana, con doce años imitó a Withney Houston.

-¿Ha cantado en Argentina, patria del nuevo Papa?

-A Argentina he ido muchas veces, pero más que a cantar a jugar al pádel como integrante del equipo nacional.

-¿Qué patria le tira?

-Madrid, Jerez Sevilla y Villanueva de los Infantes, donde mi padre tenía un campito. Allí pasé algunos de los momentos más bonitos de mi infancia.

-Donde murió Quevedo.

-Y donde soñó Cervantes. Yo he sido un caballero andante toda la vida. Con caballo, por supuesto. Y con la mili en Caballería.

-Se han cumplido treinta años de la expropiación de Rumasa. ¿Le toca algo?

-Mucho. Trabajé cuatro años en Rumasa. En una de las bodegas Palomino y Vergara. Conocí y conozco a José María Ruiz-Mateos. Me pareció tremendo todo lo que se hizo en Jerez. Conozco a muchas de las familias afectadas, les ha arruinado la vida.

-¿Cuántos discos?

-He perdido la cuenta. En español, catorce o quince. En italiano, dos o tres. Uno en inglés y otro en francés. El último, A mi manera, es disco de oro, y se lo he regalado a la Fundación.