Lydia Cacho. Periodista y escritora

"El tráfico sexual de mujeres y niñas es la forma de esclavitud contemporánea"

  • Esta mexicana de 47 años, enfrentada a las mafias que controlan la trata de blancas, designada heroína de la libertad por la Asociación Internacional de Prensa en Suiza, sobrelleva con aparente normalidad el estrés de una vida en constante tensión. Hace no mucho un grupo de policías municipales fuertemente armado rodeó las instalaciones de su Centro de Mujeres en Cancún, puede que buscándola a ella, que se ha visto obligado a trazar estrategias puntuales de seguridad para mantener a salvo a sus 45 empleados y a las 60 mujeres y niños acogidos. Casada con otro periodista, sin hijos, viajó durante cinco años para trazar el mapa de la trata sexual de mujeres y niñas en el mundo y ha compilado el resultado en Esclavas del poder (Destino), que presentó esta semana en Sevilla.

-¿Su cabeza tiene precio?

-Lo tiene, desde que hace años entrevisté a una muchachita víctima de una red de trata sexual de mujeres y niñas que operaba en Cancún [México]. La primera amenaza llegó cuando llevé el asunto a la televisión.

-¿Quién la amenazó?

-El líder de la red mafiosa, en connivencia con el gobernador de La Puebla. Cuando publiqué Los demonios del Edén me mandó detener y fui torturada. Querían que me retractara.

-¿Qué le descubrió aquella niña?

-Me hizo comprender que aquél líder mafioso captaba niñas fuera de las escuelas, las convencía de que quería ser su padrino, se acercaba a las madres… Y las vendía a los turistas.

-¿Las vendía?

-Cobraba dos mil dólares por la relación sexual, a veces con niñas de hasta cuatro años. Y producía pornografía infantil con ellas.

-Supongo que se protegió de él.

-Durante varios años me acompañaron cuatro hombres armados de la Policía federal. Pero hubo un atentado contra nuestro vehículo y pensamos que la propia Policía estaba implicada. Renuncié.

-¿No se fía de las autoridades?

-No puedo. En mi libro exhibí a algunos de los políticos más poderosos de mi país. Expliqué claramente que la red mafiosa les blanquea dinero.

-¿Sabía que se enfrentaba a una red de trata de blancas?

-Al principio no la llamábamos así. Hablábamos de explotación de niñas, prostitución… Pero encontré a una jovencita comprada en Venezuela y vendida en México y entendí que había mucha gente involucrada en el negocio.

-Con una cadena organizada.

-Así es. Desde la mujer que la enganchó en Venezuela hasta los agentes de inmigración, los de los aeropuertos, los de las líneas aéreas y, por supuesto, los tratantes y los clientes.

-¿Ahí empezó su investigación a gran escala?

-Decidí que quería entender cómo funcionan estas redes alrededor del mundo.

-¿Qué países visitó?

-He analizado una decena de países latinoamericanos, Canadá, ocho países europeos, siete países africanos y del Magreb, todo el sudeste asiático y Asia central.

-¿Y qué descubrió?

-Que en ciertos países las mafias se han apoderado de la industria del sexo comercial, lo que denota la gravedad del problema.

-¿Se refiere las mafias de la droga?

-Me refiero a las mafias del narcotráfico y del tráfico de armas, en colusión con los servidores públicos. Hay soldados, algunos de la OTAN, que consumen la prostitución cuando llegan a países en guerra.

-¿Cómo logró penetrar en ese submundo?

-En algunos casos me disfracé. Necesitaba entrar para entender lo que ocurría. Me vestí de monja para acompañar a un grupo de rescate de niñas. Y de prostituta. Esto fue lo más difícil.

-¿Corrió algún riesgo?

-En el viaje a Kirguizistán, sin hablar el idioma, dependiendo para todo de los traductores, llegó un momento en que no sabía si me iban a vender mis ayudantes. 

-¿Cuál fue el hilo conductor de su trabajo?

-Las voces de las víctimas. Entrevisté a una joven norteamericana que fue engañada y vendida a los yakuzas japoneses. En teoría iba a Japón para cantar. ¡Sus papás firmaron un contrato!

-¿Qué le ocurrió?

-La pusieron a trabajar en un local elegante y descubrió que los clientes eran mafiosos yakuzas. Uno de ellos la compró y la sometió, junto con otros hombres, a una terrorífica ceremonia de violencia sexual.

-¿Qué otro caso la impactó?

-El de una niñita de diez años, atrapada por una red en Brasil. Le pregunté qué opina de quienes defienden la legalización de la prostitución. Y me dijo: "Cuando no tienes opciones no puedes elegir".

-¿Cuánto dinero mueve la trata sexual?

-Tres mil millones de dólares al año. Los expertos coinciden en que si la sociedad no se moviliza muy pronto moverá mucho más dinero que el narcotráfico.

-¡Pero eso es anacrónico, en el siglo XXI!

-Y lo fomentan los países desarrollados. En Tailandia el 70% de los clientes de la prostitución son locales, pero el dinero lo aportan los turistas sexuales, dispuestos a pagar por una niña virgen o un niño pequeño.

-¿Hay misoginia en estos comportamientos?

-Creo que sigue habiendo misoginia en todo el mundo. Los españoles también consumen sexo comercial en varios países, como Cuba y República Dominicana. Buscan lo que en su país les está vedado.

-¿Estamos ante una nueva forma de esclavitud?

-Es una forma de esclavitud contemporánea a la que no hemos atendido. Nos distrajimos con un falso debate sobre la prostitución y la libertad, meramente filosófico, sin tener en cuenta a las esclavas.    

-¿Cuántas son en el mundo?

-Hay un millón trescientas mil mujeres, niñas y, en menor medida, niños que son sometidos cada año a esclavitud sexual.

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