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Cultura

La colección 'Poetas y ciudades' viaja a la Málaga añorada por Aleixandre

  • El sevillano Pedro Tabernero publica la primera edición ilustrada de 'Sombra del paraíso', una de las cumbres en la carrera del Premio Nobel · Roberto Sánchez Terreros reinterpreta con sus dibujos el libro

No es casual que una colección como Poetas y ciudades, especializada en recorrer a través de libros ilustrados espacios de la geografía sentimental de algunos maestros del verso, se detenga ahora, tras la publicación de Poeta en Nueva York de Federico García Lorca y Diario de un poeta reciencasado de Juan Ramón Jiménez, en la declaración de amor a Málaga que Vicente Aleixandre hizo al escenario de su infancia, Sombra del paraíso. El autor, que publicó esta obra en 1944 y rompía con ella nueve años de silencio, apartaba la mirada de un paisaje devastado por la guerra y volvía los ojos a la memoria de la vida, a la luz, la sensualidad y la plenitud que Aleixandre -nacido en Sevilla pero trasladado pronto a Málaga- asociaba a esa capital costera en la que pasó su niñez.

La serie promovida por el editor Pedro Tabernero, y que nació con la voluntad de enfrentar la creación de grandes poetas a la reinterpretación de destacados ilustradores, prosigue así con una de las cumbres en la carrera de Aleixandre. Hasta ahora, según los responsables del proyecto, no se había hecho ninguna edición de Sombra del paraíso "concebida íntegramente desde el mundo de la ilustración y el dibujo. Dibujada a mano y a color, no con fotografías o fotomontajes", puntualiza Tabernero, para quien las estampas que ha delineado el madrileño Roberto Sánchez Terreros suponen "una importante aportación gráfica que transporta la obra a una dimensión visual hasta ahora inédita". El volumen, patrocinado por la Consejería de Turismo, Comercio y Deporte de la Junta de Andalucía, el Plan Turístico de Málaga y el Puerto de la ciudad, pretende resaltar los encantos de Málaga y describir el lugar "como centro monumental y de privilegiada situación geográfica".

Los escritores Javier Marías y José Manuel Caballero Bonald contribuyen con textos preliminares a esta reedición de Sombra del paraíso. El autor de Corazón tan blanco rememora las visitas a la casa del poeta, que conservaba a pesar de su avanzada edad una extraña pureza que le mantenía bondadoso y le permitía exhibir "una capacidad de sorpresa admirable". Para Marías, Aleixandre era un hombre de cualidades infrecuentes en España. "Nunca fue muy conocido del público, ni siquiera cuando recibió el Premio Nobel, y es una verdadera lástima que un país como éste, en el que no abundan los personajes a la vez generosos, inteligentes y cálidos, se lo perdiera en gran medida como persona", lamenta. Caballero Bonald, entretanto, señala que los rasgos que definen la poesía del autor adquieren en Sombra del paraíso "una nueva temperatura expresiva. El panteísmo, la recapitulación emocionante de la vida, las pautas amorosas, el largo aliento sensual del versículo, parecen incrementarse con el recuerdo de los radiantes días vividos en Málaga".

Sombra del paraíso surge de la necesidad de Aleixandre de volver a los destellos de una naturaleza prodigiosa, y alejarse de los aires corrompidos del Madrid de la posguerra. "Vosotros conocisteis la generosa luz de la inocencia", escribe el poeta en Criaturas en la aurora, un texto en el que invoca los valores que no han sido violados, un paraíso donde el espíritu todavía dialoga con el milagro. "Por eso os amo, inocentes, amorosos seres mortales / de un mundo virginal que diariamente se repetía / cuando la vida sonaba en las gargantas felices / de las aves, los ríos, los aires y los hombres".

El autor confronta la belleza y la armonía de "los alegres días juveniles", un tiempo en el que "todo abría su cáliz bajo la luz caliente", con un presente tocado por el descreimiento, como ocurre en Primavera en la tierra. "Hoy que la nieve existe bajo vuestra presencia, / miro los cielos de plomo pesaroso / y diviso los hierros de las torres que elevaron los hombres / como espectros de todos los deseos efímeros". En ese ánimo Aleixandre celebra el Mediterráneo, la inmensidad azul como símbolo de esa grandeza añorada. "Eras tú, cuando niño, / la sandalia fresquísima para mi pie desnudo", recordará conmovido en Mar del paraíso. Y, más tarde, cuando dedique a su progenitor una elegía marcada por la gratitud, Padre mío, el agua estará entre las imágenes más poderosas: "Hasta la orilla del mar condujiste mi mano. / Benévolo y potente tú como un bosque en la orilla, / yo sentí mis espaldas guardadas como el viento estrellado".

Viaje al amor y a la vida desde un lenguaje también voluptuoso en su exuberancia, Sombra del paraíso es la apuesta de Aleixandre por un mundo más allá de la tristeza. En Los dormidos animará a sus coetáneos a que afinen sus sentidos y escuchen los mensajes secretos que susurra la tierra: "¡Despertad! Es el mundo, es su música. ¡Oídla!".

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