Cultura

Mucha hambre (de teatro)

  • El proyecto 'Caravan' estrenó la obra 'Caigo!' en el asentamiento de El Vacie

Y la caravana se paró en El Vacie. Abrió sus puertas y se transformó en un escenario; uno para hablar de la crisis y de los recortes, también de optimismo y resurgimiento. Allí estaban los responsables de Atalaya TNT, que ahora recogen el testigo creativo, haciendo las veces de anfitriones en un lugar donde ya han dejado una profunda huella. Los invitados, un grupo de italianos; algunos de los más de 50 directores de teatro, actores, técnicos y músicos que participan en este ambicioso y necesario proyecto. Se trata de regresar a cierto origen comunal, a una idea de la cultura popular en tanto que acontecimiento estimulante, a la noción de intercambio, de reversibilidad entre artistas y audiencias. A su vez, es una manera de repescar las virtudes del teatro itinerante y de un tipo de espectáculo híbrido más allá del lenguaje y la inteligibilidad, con los implicados en el asunto como puestos de acuerdo para actualizar el legado del viejo Robert Kramer: para poder hablar (totalk the talk) antes has debido dedicarte a andar (before you have to walk the walk): viajar, mirar, comprender.

Y estrenar una obra en El Vacie tiene que ver con esa idea de regreso para seguir adelante. Allí el espacio y el tiempo son otros, y el público, mujeres y niños pequeños sobre todo, no entiende de distancias ni cuartas paredes. Es el paraíso de la interacción. Caigo! habla de lo que supone la crisis para los jóvenes europeos que deben orillar sine díe sus proyectos de futuro, y tiene como principal protagonista a una veinteañera embarazada, sin pareja y en busca de una habitación en un piso de estudiantes. Aparece la actriz, se cuenta la historia de su personaje, y una mujer del público, riendo y rodeada de criaturas, afirma: "No te tengo envidia". Un auténtico choque de realidades.

La deriva surrealista, bailonga y algo grotesca de la obra logró que la barrera idiomática no tuviera la más mínima importancia, y los espectadores completaron a las mil maravillas el pacto que esta iniciativa persigue. Vitorearon y pidieron más (los actores se vieron obligados a hacer más escenas de las programadas), demostrando que en el asentamiento hay otra carencia sustancial, más que muchas de las que con simpleza saltan a los titulares.

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