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Cultura

El terror que habita las imágenes

Terror, EEUU, 2012, 110 min. Dirección y guion: Scott Derrickson. Fotografía: Chirs Norr. Música: Christopher Young. Intérpretes: Ethan Hawke, Vincent D'Onofrio, James Ransone, Fred Dalton Thompson. Montaje: Frédéric Thoraval. Diseño de producción: David Brisbin. Vestuario: Abby O'Sullivan. Cines: Ábaco, Al-Ándalus Bormujos, Arcos, Cineápolis, Cineápolis Montequinto, Cinesur Nervión Plaza 3D, CineZona, Los Alcores, Metromar.

Inopinadamente, Sinister no es otra película de terror del montón ni una más dentro de la inagotable lista de títulos del género que se estrenan cada fin de semana para catarsis colectiva de su histérico target juvenil y alegría de los productores de turno.

La cinta de Scott Derrickson (El exorcismo de Emily Rose) no ha inventado nada nuevo. Sin embargo, lo que la eleva por encima de la media es un juego con la autoconciencia y las claves del género para proponer una lectura aviesa sobre la propia condición de la imagen como medio a través del cual se propaga, expande y contagia el mal, en una variación siniestra, nunca mejor dicho, sobre aquella idea del vampirismo del objetivo de la cámara y la vida propia, una vida de fantasma, de lo que aparece en la pantalla que vertebraba un título esencial como Arrebato.

Sinister vuelve a convocar de nuevo viejos asuntos y personajes: el escritor de éxito sumido en una crisis, la familia en proceso de desintegración, una casa y unos espacios habitados por la sombra, una maldición y un ritual satánico. A todo ello le da siempre una vuelta de tuerca Derrickson con su contenida y horizontal puesta en escena, su inteligente dosificación de la visibilidad de lo siniestro y, especialmente, con su tratamiento del espacio más allá de los inevitables golpes de efecto sonoros.

Ethan Hawke mantiene el tipo lejos del exceso a lo Nicholson y de sus registros habituales en el papel de un escritor de novelas criminales cuya obsesión por el éxito lo lleva a perseguir crímenes sin resolver e incluso a vivir en las casas donde éstos se cometieron. En una de ellas, la aparición de unas películas de Super8 que muestran horrendos crímenes familiares desencadena el trastorno, y con él, también el nuestro.

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