Cultura

El Bellas Artes expondrá en otoño las pinturas mitológicas de Alonso Vázquez

  • Procedentes de Monsalves, decoraron el techo de la desaparecida Casa de Arguijo y están siendo restauradas en el IAPH La pinacoteca estudia incluirlas en la colección permanente

El Museo de Bellas Artes de Sevilla, que clausuró ayer su exquisita muestra sobre la colección cubista de Telefónica -una de las más visitadas de los últimos años-, reivindicará el próximo otoño la pintura de Alonso Vázquez (1564-1608), exponente del manierismo tardío y de la mezcla de elementos flamencos e italianos que caracterizaron la pintura sevillana hasta bien entrado el siglo XVII.

Para ello, y como ya hiciera con las tablas de Pedro de Campaña para el retablo de Santa Ana, expondrá tras la restauración a que están siendo sometidos en los talleres del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH) los lienzos que Vázquez pintó para el techo de la desaparecida Casa de Arguijo y que adornaron el Salón de Reuniones del Palacio de Monsalves, sede de la ampliación de la pinacoteca, un proyecto que la actual crisis económica ha paralizado por completo.

Es precisamente la falta de materialización de esas obras lo que podría pesar en la decisión del museo de incorporar a su colección permanente -hasta que Monsalves reabra como sede de sus fondos de pintura de los siglos XIX y XX- este valioso conjunto iconográfico de Vázquez, al que daría un tratamiento principal en las salas dedicadas al Siglo de Oro.

Mientras se valora esta opción, esta valiosa serie de tema mitológico podrá admirarse de cerca en la muestra temporal que la pinacoteca acogerá el próximo otoño. Los estudios técnicos realizados por Rosa López Torrijos para la restauración precisaron que los lienzos fueran "enmarcados independientemente y ensamblados después para cubrir la totalidad del techo" de la casa del poeta y humanista Juan de Arguijo. Su palacio, que abarcaba desde la actual calle Arguijo hasta la plaza de la Encarnación, desapareció en un espectacular incendio en 1914 pero por fortuna las pinturas se salvaron y acabaron adornando el Palacio de Monsalves -sede entre 1984 y 1992 de la Consejería de Presidencia de la Junta de Andalucía-, de donde salieron el año pasado para su intervención en la isla de la Cartuja.

Sevilla atesora tres valiosos techos pintados, un tipo de decoración de corte italianizante que la ciudad estrenó entre 1601 y 1610 y que no volvería a repetirse con semejante esplendor: el ejecutado por Francisco Pacheco, maestro y suegro de Velázquez, en la Casa de Pilatos; las sesenta pinturas del Salón Principal del Palacio Arzobispal, y este conjunto de Alonso Vázquez, pintado en 1601 (dos años antes que La apoteosis de Hércules de Pacheco para la residencia sevillana de los duques de Medinaceli) y el más logrado de los tres artesonados.

Durante mucho tiempo estas pinturas fueron atribuidas a Pablo de Céspedes hasta que finalmente el recordado profesor Serrera las incluyó en el catálogo del manierista Alonso Vázquez. La obra central representa una asamblea de dioses presidida por Júpiter, al que rodean otras divinidades de la mitología grecolatina como Saturno, Marte, Vulcano y Juno. Otras piezas de menor tamaño se dedican a motivos alegóricos, decoraciones vegetales y al escudo de armas de los Arguijo.

Los trabajos de restauración del IAPH, que están devolviendo su belleza original a estas figuras y ampliando el conocimiento científico sobre las mismas, mostrarán con mayor claridad la impresión que debió provocar en el joven Velázquez su contemplación en la Casa de Arguijo. Es ésta una hipótesis sostenida por historiadores como Juan Miguel Serrera, que llegó a escribir en el catálogo de la magna exposición Velázquez y Sevilla que la obra "debió parecerle sobrecogedora, sobre todo si se compara con el acartonado techo que su maestro Pacheco había pintado en la Casa de Pilatos".

Prueba del aprecio y estima por esta particular visión del Olimpo es la utilización frecuente de sus imágenes en la cultura popular. Sus motivos musicales, por ejemplo, ilustraron la portada del célebre disco Missa Mille Regretz de Cristóbal de Morales que The Hilliard Ensemble grabó en 1997 en Sevilla en el antiguo sello de la Junta de Andalucía.

El Bellas Artes cuenta entre sus fondos con una importante colección de obras de Alonso Vázquez, un pintor de sólido dibujo y cuidados efectos cromáticos que también influyó en el desarrollo del arte mexicano de comienzos del XVII. Y es que en 1603 abandonó Sevilla al servicio del marqués de Montesclaros (el virrey de Nueva España) para instalarse en México, donde permaneció hasta su muerte cinco años después.

La pinacoteca sevillana conserva, por ejemplo, su Santa Cena realizada para el refectorio de la Cartuja en 1588; una elegante Inmaculada datada hacia 1603 de la que existe en México una versión posterior casi exacta, así como cuatro de las pinturas que realizó para la decoración del claustro principal del Convento de la Merced -sede actual del museo-, un encargo que se le encomendó junto a Francisco Pacheco en 1600. Sumar a esas pinturas de carácter religioso esta deliciosa recreación mitológica permitiría al museo ampliar su discurso sobre un pintor esencial en el tránsito entre los siglos XVI y XVII.

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