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Cultura

Eternas agresiones a la libertad

Azar Teatro. Dirección y dramaturgia: Javier Esteban Lamarca. Intérpretes: Carlos Tapia, Carlos Pinedo, Isaac Bravo, César Martín, Francisco Mateo, Chus de Lara, Cristina Calleja, Mercedes Asenjo. Lugar: Centro de Iniciativas Culturales de la Universidad de Sevilla (Cicus). Fecha: Jueves 31 de julio y viernes 1 de agosto. Aforo: Un tercio de entrada.

Cuando la levedad veraniega se generaliza en los escenarios de la ciudad, tal vez para contrarrestar la crudeza de los telediarios, el pasado jueves llegó al Cicus, de la mano de la experimentada compañía vallisoletana Azar Teatro, una propuesta enjundiosa y, sobre todo, llena de pasión y de amor por el teatro, inspirada en el film de Stanley Kramer Inherit The Wind.

Basado en el juicio real a un profesor de secundaria por hablarle a sus alumnos de las teorías evolucionistas de Darwin (1925, estado de Tennessee), el film, de 1960, puso en evidencia el ultraconservadurismo de una gran parte de la sociedad americana; la misma que más tarde apoyaría la "caza de brujas" del senador Mc Carthy.

Con pocos elementos, Esteban Lamarca ha realizado un magnífico y minucioso trabajo de dirección, tal vez poco original en cuanto a la creación de personajes, que sigue al detalle el modelo de los cinematográficos (incluido el paipay de Brady), aunque convierta en mujer al cínico editor del periódico.

El director se centra en el que se conoció como "el juicio del mono" y en los dos abogados (estupendos Carlos Pinedo y Carlos Tapia) que se enfrentaron en él, sin olvidar a la sociedad pueblerina que lo hizo posible y que aquí se recrea doblando casi una veintena de personajes. Sin embargo, los detalles del caso se minimizan en favor del universal enfrentamiento entre la libertad de expresión y de pensamiento y el fundamentalismo de cualquier tipo.

En su matizado trabajo, recurre a la libre utilización del espacio (pasillos, sillas y piso superior) y alterna con inteligencia escenas corales con otras de gran intimidad. Cambios de espacio y de ritmo que, junto al eficaz trabajo de los ocho actores, mantienen prendida la atención del público las dos horas largas que dura el espectáculo.

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