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Cultura

El Archivo F.X. sacude Brasil

  • La 31ª Bienal de Sao Paulo, una de las citas más prestigiosas de América, exhibe trabajos de los andaluces Pedro G. Romero, Val del Omar y Ocaña

La 31ª edición de la Bienal de Sao Paulo, una de las citas artísticas más importantes de América, acoge hasta el 7 de diciembre y bajo el lema Cómo hablar de cosas que no existen una necesaria reflexión sobre la capacidad de la creación para hacer frente a las estructuras dominantes atendiendo a cuatro ideas motor: colectividad, conflicto, imaginación y transformación.

Una propuesta coherente con la crisis global que asuela al planeta y que cuenta con una notable representación española no sólo en la programación artística -que incluye nombres como Asier Mendizábal, Teresa Lanceta y Juan Pérez Agirregoikoa- sino también en el equipo de comisarios que acompaña al británico Charles Esche en la organización y dirección del evento que abrió sus puertas el 6 de septiembre: ahí están Pablo Lafuente y Nuria Enguita Mayo, la ex responsable de exposiciones de la Fundación Tàpies de Barcelona.

Aunque el granadino Val del Omar y el sevillano Ocaña ya no están entre nosotros, la huella del sur español ha llegado a la megalópolis brasileña gracias a ellos, que componen junto a Pedro G. Romero la representación andaluza en esta Bienal. Romero ha desplegado allí, bajo el nombre de La escuela moderna y con un enfoque peculiar, su vasto Archivo F.X. "Por un lado, La escuela moderna es una parodia de la fiebre genealogista actual en el arte contemporáneo, pero también es un llamado crítico al uso vacío que se hace de la pedagogía desde los museos, convirtiéndola en una especie de justificación práctica y positivista de la institución arte. Se trata también de una investigación de los efectos de la escuela moderna, la educación racionalista de Ferrer y Guardia, en el propio arte moderno. Especialmente en Brasil, el abuelo de Helio Oiticica, José Oiticica, empezó su actividad política apoyando la causa anarquista de Ferrer y la insurgencia libertaria. Esta ambigüedad entre construcción y destrucción se extiende por toda la pieza", explica sobre su intervención.

Hasta siete veces ha viajado este onubense afincado en Sevilla a Sao Paulo, donde contactó con las instituciones pedagógicas que guardan el legado libertario de la ciudad para la investigación y el montaje de una instalación que no hubiera sido posible sin la complicidad de Lidia Gamero, Pedro Delgado, Marina Garcés, Antonio Orihuela, Elvira Pujol Masip, José Luis Gutiérrez Molina, José Luis Tirado, Pedro Jiménez, la agencia SOPA, la editorial Berenice y un largo etcétera. El esfuerzo de la Fundación Bienal y el soporte del Gobierno español a través de Acción Cultural Española (AC/E) permitió a Pedro G. Romero extender su investigación a Amsterdam, New York y Barcelona.

Si la gran cita artística brasileña es especial por muchos motivos, este año lo es también por su declarada voluntad de transparencia y claridad. Romero reconoce que a él le interesó además que se le invitara a participar en un proyecto concreto, Cómo hablar de cosas que no existen. "La Bienal ha pasado por muchos momentos, incluso se ha bienalizado, valga la redundancia, repitiendo los tics del bienalismo globalizado. Se supone que en esta edición tiene la oportunidad de salir de esa tendencia. Por ejemplo, ha intentado bajar casi a la mitad el número de artistas".

La difusión que Sao Paulo ofrece a las obras del granadino Val del Omar y el sevillano Ocaña también le satisface. "De Val del Omar se han presentado sus películas Fuego en Castilla y Aguaespejo granadino casi como antecedente de mucho de lo que aquí se presenta en relación a esas cosas que no existen. No menos relevante es la presencia, en la sección Dios es marica, de las pinturas, vídeos y esculturas de papel maché de Ocaña".

Entre las propuestas que acoge Sao Paulo, Pedro G. Romero destaca, a título personal, la colección de carteles de Ines Doujak y John Baker, "especialmente bonitos y contundentemente críticos"; el proyecto de Alejandra Riera, "una filmación en los restos del monumento a Colón que se ha desmontado en Buenos Aires, o más bien el intento de hacer con eso una película" y, por último, la lectura de Oteiza ensayada por Asier Mendizábal, "más allá de sus estrictos presupuestos formales".

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