Cultura

Las múltiples alternativas de la materia en un 'ZigZag'

  • En una de las muestras con las que el CAAC celebra sus 25 años, José Ramón Sierra reivindica sus posibilidades expresivas a través de la pintura, la escultura, la arquitectura y el diseño

No existe mayor logro que el hecho de testificar a través del arte la manera de sentir de toda una generación, ni mejor modo de conocerlo que a través de él. Hace 25 años nació el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, y para conmemorarlo rinde un merecido homenaje a José Ramón Sierra (Olivares, 1945), arquitecto que acometió la labor de rehabilitación del Monasterio de la Cartuja y que ahora regresa a este espacio para mostrar, bajo el comisariado de Víctor Pérez Escolano, el conjunto del trabajo artístico que ha venido desarrollando durante los últimos 45 años.

Vanguardia y tradición conviven dentro del trabajo de quien ayudó a abrir paso a la modernidad en Sevilla, un trabajo fruto del ímpetu creativo que le caracteriza. Visitar la muestra supone someterse a un estímulo visual constante que permite conocer una obra en la que abstracción, realidad fragmentada y tradición sevillana han encontrado un interesante nexo de unión. Clement Greenberg afirmaba que para los artistas de la vanguardia la principal fuente de inspiración no era la realidad sino el medio con el que trabajaban, pero para José Ramón Sierra el medio adquiere la misma importancia que la realidad y toma consciencia de la capacidad de interacción existente entre ambos. Creador en el más amplio sentido de la palabra, ha abogado por la indagación en las posibilidades expresivas de la materia y por el cuestionamiento del convencionalismo en los formatos: pintura, collage y objeto conviven y actúan como lo hace la propia memoria, a base de imágenes aparentemente inconexas pero que componen el ideario de nuestra experiencia cotidiana. Es capaz de convertir la cabeza de un santo en Rascacielos y hacer de una tormenta Diez paisajes, una serie de piezas abisagradas que rompen la bidimensionalidad propia de la pintura para acoger al visitante e involucrarlo en esa escena tan abstracta como cautivadora.

La evolución en la pintura de Sierra parte de unos inicios donde la figuración se halla presente de forma muy clara, aunque será a partir de 1966 cuando la figuración vaya cediendo a favor de la abstracción. Rauschenberg acuñó el término pintura-combinación para referirse a su propia obra, alegando que "un par de calcetines no es menos apropiado para hacer una pintura que la madera, las clavos, el aguarrás, el aceite y la tela", una premisa que el artista sevillano traslada no sólo a las pinturas sino también a la escultura, como Fuente de pies, donde se apropia del ready made duchampiano para elevar la dignidad de objetos en desuso y convertirlos en piezas indispensables de éstas. Duchamp se halla muy presente en su trabajo, siguiendo la idea de que el arte debe seducir el intelecto y no dejar que su función se estanque en lo meramente retiniano.

Existe en el conjunto de su obra una reinterpretación iconográfica-simbólica del barroco y su complejidad conceptual, al igual que con la imaginería sacra -de enorme tradición en Sevilla y muy acorde con contexto del Monasterio de la Cartuja- como ocurre en la serie Naturalezas muertas, donde incluso In ictu oculi alude a un icono del barroco en esta ciudad como es Valdés Leal, una interesante reflexión sobre nuestro legado cultural y su relación con el presente de este viejo género, una suerte de postrimerías contemporáneas, bodegones abstractos de pincelada enérgica. La idea de tempus fugit y la vanitas aparecen de manera recurrente: el arte también nos iguala y recuerda las preocupaciones del individuo que sigue subordinado al tiempo y a la vida. Los soportes aspiran a prolongarse a sí mismos en Serie de pinturas al agua, los colores se imponen sobre cualquier forma o dibujo y el collage hace acto de presencia de manera constante remitiéndonos a un arte pop con guiños a la idiosincrasia sevillana. Del interés por la capacidad transformadora de la voluntad surge la serie Metamorfosis, una sala presidida por Dafne donde la imaginación se despliega y los objetos se convierten en elementos híbridos en forma y significado.

En definitiva, ZigZag es todo un proceso de cambio que concluye obligando al espectador a enfrentarse consigo mismo ante un espejo al final de una muestra que, si bien comienza deseándonos buenos días, nos despide con un buenas noches. Sin embargo, al igual que la vida es un ciclo que da vueltas como la rueda sobre el rostro de Duchamp en Broken Echo, sería más oportuno decir, quizás, hasta la próxima.

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