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John Axelrod. Director artístico de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla

"Recortar la dignidad de los músicos es el peor modo de afrontar el déficit"

  • El maestro de Texas, que ha dirigido esta semana uno de los programas más memorables en la historia de la ROSS, encara diversas reuniones para formar parte de la solución a la crisis

John Axelrod (Houston, 1966), director artístico de la Sinfónica de Sevilla (ROSS) desde 2014, ha rozado el cielo y el infierno en apenas una semana. Bajo su batuta la orquesta acaba de ofrecer un programa histórico con La consagración de la primavera de Stravinski y Pinos de Roma de Respighi en los atriles. Este milagro sucedió tras varios días de tensiones en los que el maestro texano conoció el déficit de 1,3 millones que soporta la formación, situación que tendrá consecuencias en su proyecto artístico y, si nada lo remedia, en las nóminas de los músicos a su cargo.

-Esta temporada ha dirigido con tres orquestas La consagración de la primavera, la penúltima vez con la Sinfónica de Varsovia. ¿Por qué han sido los conciertos de Sevilla tan especiales?

-Las funciones con la ROSS han sido para mí las mejores de todas por tres razones: primero, porque la de Sevilla es una de las mejores orquestas de Europa. El virtuosismo de sus músicos es extraordinario pero conviene recordar que una calidad así exige tiempo para consolidarse y dinero para sostenerse. Por otro lado, el programa era muy exigente y los músicos sólo pudieron ensayar en conjunto dos veces; muy pocas orquestas logran tal calidad en tan poco tiempo y además hubo que recurrir a músicos que no están en plantilla pero que se crecieron para estar al nivel de los maestros de la ROSS. Y la tercera razón es que la Sinfónica tocó en condiciones no muy distintas a cuando en 1913 Stravinski estrenó La Consagración en medio de un considerable revuelo: entonces el escándalo era artístico y ahora lo provocaba la lucha por la supervivencia. Los músicos reivindicaron ese espíritu combativo en el bis, cuando interpretaron el movimiento final de lade Beethoven con esperanza pero sobre todo con brío, rabia, fuego. Porque los plazos son muy cortos y su reivindicación es urgente. No quiero pronunciar la palabra revolución aunque tanto a Beethoven como a Stravinski los asociamos con revoluciones estéticas. Pero lo cierto es que la música expresa lo que las palabras no alcanzan a decir. Y la respuesta del público, su inmensa ovación, su solidaridad con los intérpretes, me convenció de la verdad. De que la gente tiene el poder de cambiar las cosas.

-¿No confía en que las instituciones se hagan eco de ese clamor del público y reflexionen sobre el coste de nuevos recortes salariales como solución al déficit?

-No soy político, no estoy en medio de esas reuniones y mesas de debate. Pero en los últimos días he mantenido una conversación muy grata con el delegado municipal de Cultura, Antonio Muñoz, y siento por él un enorme respeto. Muñoz es un político con visión de futuro y ama su ciudad. Sabe que es preciso invertir esfuerzos para que la ROSS permanezca como la orquesta de prestigio que es y para que se consolide como un referente educativo de los jóvenes intérpretes y un aliciente turístico para quienes visiten Sevilla. Porque la ROSS no es la Cenicienta de Europa. Muñoz me ha transmitido que el Ayuntamiento reconoce lo importante que es y que nos ayudará a afrontar los problemas presupuestarios que padecemos sin faltarle el respeto a la gente implicada. No veo una forma más nefasta de reducir el déficit que recortar la dignidad de los músicos. Los intérpretes no son números al igual que la música no son notas negras sobre un papel en blanco. Hay soluciones que podrían subsanar el déficit pero no se exploran ni discuten, sólo se ha propuesto recortar más el sueldo de los músicos, lo que equivale a estas alturas a despojarlos de su estima y dignidad.

-¿Cree que la sociedad civil sevillana conoce bien la contribución que realizan los profesores de la ROSS al tejido cultural?

-Hace 25 años muchos de los maestros de la ROSS dejaron sus países de origen, como Rusia, Ucrania o Rumanía, en pos de una oportunidad. Se implicaron en esta comunidad, fundaron familias, educaron aquí a sus hijos y muchos de ellos se preparan ya para la jubilación. Sus preocupaciones son bastante similares a las de la mayoría de los españoles que conservan su puesto de trabajo y se les ha recortado el salario varias veces desde el inicio de la crisis. Pero si los recortes persisten tampoco podrán seguir haciendo su trabajo porque ya no se dan las condiciones mínimas para que la ROSS desarrolle su potencial. No podemos contratar aumentos para tocar las obras con el número de músicos para el que fueron compuestas, no tenemos ya violas suficientes en plantilla ni dinero para pagar a un primer concertino, los atriles están desgastados... La situación actual no es sostenible por más tiempo. Y para colmo ahora se nos quiere echar a pelear con el Teatro de la Maestranza, donde no se nos considera socios del mismo nivel y tenemos que ensayar en condiciones inadecuadas. He procurado crear armonía con el teatro y su director [Pedro Halffter] todo el tiempo porque así ganarían todas las partes, pero no he recibido el mismo trato.

-Esta asfixia coincide, paradójicamente, con el 25 aniversario de la Real Orquesta de Sevilla.

-Sí. Le he propuesto a Eduardo Tamarit, el representante de la Junta de Andalucía en el consejo de administración de la ROSS, que nos reunamos a mediados de mayo, un momento muy especial porque por primera vez un director reunirá bajo la misma batuta a la ROSS con todas las orquestas juveniles de Andalucía (la OJA, la Barenboim, la del Conservatorio de Sevilla...). Y el 29 de mayo celebraremos el Concierto de Gala, que será una celebración de la orquesta y de la gente de Sevilla porque vamos a ofrecerle un concierto a la carta. El público que asiste a nuestros conciertos está recibiendo unas octavillas que debe cumplimentar para elegir sus piezas favoritas dentro de una selección. Aún no sé si el resultado se sabrá el mismo día del concierto. Lo importante es visibilizar que no puede haber orquesta sin el público pero es que, si lo piensa bien, tampoco puede haber políticos sin público. Los dirigentes no pueden dar la espalda a la sociedad.

-Es obvio que ha tenido que rediseñar su programa para la próxima temporada por los recortes.

-Cierto. No puedo traer a algunos solistas internacionales como me gustaría ni tampoco a grandes directores españoles que trabajan fuera, batutas del prestigio de Juanjo Mena, por ejemplo, porque hay que pagar a las agencias de contratación unas tarifas que la ROSS no puede asumir. No sé si esos honorarios que se pagaban a las agencias artísticas en la época de Pedro Halffter tienen la culpa de parte del déficit, y no es mi opinión personal, son hechos, tanto como que la Junta ha decidido no poner la parte contractual que le corresponde, ese dinero que conlleva el compromiso que la Consejería de Cultura asumió en su día con esta orquesta. Pero no me corresponde a mí sino a las administraciones el evaluar esto. Lo que sí me compete es poner de relieve la extraordinaria generosidad que demuestran nuestros mecenas, como Luis Rey Goñi y Victoria Stapells, porque apoyan a la ROSS por puro amor a la música ya que por desgracia en España no existe una ley de mecenazgo que reporte ventajas fiscales a sus donaciones. Contribuir a un proyecto orquestal fortalece al público, reduce la carga del Estado y promueve la educación integral de la gente porque la música no es sólo arte: es matemáticas, física, expresión corporal, idiomas, estética…

-¿Puede avanzar cuál será el eje temático del próximo curso y algunos de los títulos que ha seleccionado? ¿Contará con un compositor en residencia?

-Beethoven será el eje, la fuerza motora de la próxima temporada, que tendrá como lema Espiritualidad y Sensualidad. Obviamente habrá muchos títulos de Beethoven y también de Strauss, porque mi primer flechazo con la orquesta se produjo cuando la dirigí en Así habló Zaratustra, pero también habrá propuestas y conexiones sorprendentes. Los maestros de la ROSS intensificarán sus roles como solistas: habrá espacio para muchos duetos y, por ejemplo, Sarah Roper tocará el concierto de oboe de Vaughan Williams. También estoy muy orgulloso de que Nacho de Paz, uno de los mejores directores españoles emergentes, venga a dirigir en marzo de 2017 a la ROSS en un programa dedicado a Piazzolla y el tango. En cuanto a la figura del compositor residente, la asumirá el nieto de Prokofiev, Gabriel Prokofiev, un enfant terrible afincado en Londres al que hemos encargado, junto a la Sinfónica de Seattle, un concerto grosso que estrenaremos conjuntamente en Estados Unidos y en Sevilla. Además, interpretaremos su versión para música electrónica de la Novena Sinfonía de Beethoven, una de las premieres más exitosas en las que he participado nunca.

-Cumplió 50 años hace unos días, una edad que muchas personas aprovechan para reflexionar sobre su futuro. ¿Ha pensado en dejar Sevilla por la gravedad de estos últimos recortes?

-No consideraré esa opción mientras los músicos mantengan su calidad. Es lo único que les he pedido: no comprometáis nunca vuestra calidad. Si no queréis tocar no lo hagáis, pero no toquéis mal. Si los músicos deciden no actuar a su máximo nivel en protesta por los recortes, por sentirse confusos acerca del futuro o desbordados por los problemas económicos, se pondrá en riesgo el carácter de la orquesta. Pero si en mitad de este huracán económico la ROSS es capaz de tocar como lo hizo anoche, ahí estaremos todos.

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