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"Es cierto, soy un tipo muy crepuscular"

  • La legendaria figura del rock de los 80 cerró en Cádiz el festival 'No Sin Música', donde presentó 'Viento del este'.

No necesita mucha presentación El Loco, Loquillo, José María Sanz, barcelonés de 1960. 38 años sobre el escenario. Ayer a medianoche actuaba en la cuarta edición del festival No Sin Música de Cádiz.

-Vivan las cortes de Cádiz, grita en su canción A tono bravo. Pues ya está en Cádiz. Cante sus alabanzas.

-Para cualquier demócrata español es el principio de todo y yo soy un demócrata español.

-En esa misma canción de su último disco rinde homenaje a Lope, Quevedo, Machado... Son nuestro rock and roll, ha dicho de ellos.

-Es mi cultura y quienes me han influido, tanto como el rock sajón. Si los ingleses vacilan de Byron y los franceses de Baudelaire, nosotros tenemos muchos con los que vacilar. Las Cortes de Cádiz fueron el inicio de nuestro romanticismo y el romanticismo es la antesala del rock and roll.

-Pues hablando de influencias culturales, su disco, Viento del este, deja un regusto de western crepuscular.

-Es cierto, soy un tipo muy crepuscular y Grupo salvaje es una de mis películas favoritas. El mismo título del disco habla de un viento que limpia el pasado y hace posible un futuro. Dura muy poco pero arrasa.

-Hace tiempo, mucho tiempo, que sus canciones parecen añorar lo que fuimos y quizá el presente no sea para tanto pesimismo.

-No soy pesimista en absoluto. Yo no tengo nada que ver con los progres de los 70. Podemos hablar de ello, de aquel pasado, porque tenemos una vivencia y eso me carga de energía para tener un presente con 38 años en los escenarios y un futuro visible. Soy de los pocos artistas que vienen de los 80 y que mantienen una vigencia más allá de acudir a festivales con repertorios de otros tiempos.

-Es cierto. Si miro atrás, excepto Miguel Ríos, quizá nadie del mundo del rock se ha mantenido en activo con material nuevo y de cierto éxito durante tanto tiempo. ¿Eso no da vértigo? ¿No piensa qué hago yo entre estos chavales?

-En absoluto, soy de los que piensan que nobleza obliga. Yo me miro en las generaciones anteriores o en las más jóvenes. A mi generación la evito. La diferencia generacional es imprescindible. Trabajo con músicos que son más de treinta años más jóvenes que yo y que vienen del mundo indie o del rockabilly. Jamás tocaría con alguien que estuviera por debajo de mí; tienen que estar por encima. Si yo soy el peor de la banda, todo funciona bien.

-¿Qué es eso de que evita a su generación?

-Que no estoy en esto para que nos contemos batallitas. Intento estar en contacto con gente que esté viva. Yo no vivo en una casita en medio del bosque; vivo en las ciudades, que es donde pasan las cosas.

-Hace una versión de Me olvidé de vivir, en plan crooner, que era una canción de Johnny Halliday que luego adaptó Julio Iglesias.

-Siempre hago versiones muy concretas en mis discos. Si he hecho esa versión es porque, además de que Johnny Halliday es un gran amigo, me siento muy cómodo en esa letra. Es como cuando hice No volveré a ser joven, de Gil de Biedma. Son canciones que tu experiencia vital te pide cantar en ese momento justo, ni antes ni después.

-Pero arranca el disco con un chute de energía, Salud y rock and roll. Aunque a nuestra edad más salud que rock and roll ¿no?

-Fui jugador de baloncesto profesional y lo de cuidarme lo llevo en mi cultura. Si hago una gira con 50 bolos de dos horas y pico cada uno tengo que estar bien físicamente porque me gusta humillar a mis contrincantes.

-Hubo un tiempo en que los músicos saltaban al escenario en penosas condiciones.

-Aquello pertenece a otra época. Si te gusta este oficio, tienes que estar al cien por cien. Cuando salgo de gira juego la Champions.

-Decían de usted que era demasiado rocker para ser punk y demasiado punk para ser rocker. ¿Qué era? ¿Qué es?

-Tenía su razón en su momento. Ahora dicen que soy un disidente y me siento cómodo. Ni en un sitio ni en otro. La disidencia es la musa perfecta para evitar la calma chicha. No sé hacer canciones sobre los árboles y las mariposas.

-Canciones que sean algo en la vida. ¿Ese es su objetivo? Con Cadillac solitario lo consiguió.

-Una vez que las has compuesto, las canciones forman parte de la gente. Yo no canto para una minoría inteligente o para una élite porque las élites suelen ser un coñazo. Quiero llegar a todo el mundo, soy un cantante popular. Como decía Ray Davies, quiero gustar al cantante de Blur y a la cajera del supermercado.

-¿Le gusta escuchar sus canciones en el supermercado?

-Claro. Y que la gente se enamore con mis canciones y que folle con mis canciones.

-Bueno... ya que follen con la canción de uno tiene que ser la leche.

-Figúrate cuántos hijos de Cadillac solitario hay por ahí.

-¿Qué diferencia había entre esa Barcelona que se veía desde el Tibidabo, la Barcelona del Zeleste y la que cuenta Nazario en sus memorias, y la de ahora?

-Una diferencia fundamental. Aquella Barcelona era una ciudad abierta, la más cercana a Europa. Culturalmente abrió a España y fue la antesala de la movida. Hasta que llegó Pujol y se cargó Barcelona y todo el mundillo artista que presentaba allí sus creaciones, que trabajaba allí, como Cessepe, Ouka Leele o el propio Pedro Almodóvar, que presentaba en Barna sus cortos... Se fueron a Madrid. Ahora Barcelona es un parque temático, vivimos en un estado de invasión. Los turistas han echado a los barceloneses de Barcelona. Es una ciudad sumamente incómoda.

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