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Feria del libro 2009

Queremos tanto a Cortázar

  • Escritores, editores y profesores hablan de su relación con el autor de 'Historias de Cronopios y de Famas' y 'Rayuela' y de las claves de un creador irrepetible

Sea por su inmenso respeto al lector (por asumir la ceremonia de la lectura casi con la misma alegría infantil de una fiesta de cumpleaños); por su alergia a la solemnidad y otras manifestaciones de la autocomplacencia y la bobería; o sencillamente por la singular respiración interna de sus textos, por la manera en que su pensamiento parecía música -swing, como él decía-, Julio Cortázar es un autor crucial de la literatura hispanoamericana del siglo XX, pero sobre todo es un autor querido, cercano, casi un amigo. "Nadie llama Jorge Luis a Borges, y sin embargo a Cortázar todo el mundo lo llama Julio", dice el editor Carles Álvarez Garriga, uno de los participantes en la mesa redonda sobre el escritor argentino celebrada la tarde de ayer en la Sala Chicarreros en el marco de la Feria del Libro.

Organizado por el Centro de Iniciativas Culturales de la Universidad de Sevilla, el acto convocó a escritores, editores y profesores, que compartieron con el público sus experiencias con la obra de Cortázar. Carmen de Mora, profesora de la Hispalense y moderadora del encuentro, repasó los "hitos" del "más grande cuentista, junto a Borges, que ha dado la lengua castellana"; algunas de las claves de su escritura, una escritura que es hija de las vanguardias pero que bebe también de la tradición más popular, como su admirado Roberto Arlt; y dos de las más fascinantes facetas del escritor: su capacidad para poner de acuerdo a "lectores comunes" y a "lectores muy cultos", y su manera de renovar la literatura fantástica, introduciéndola en ambientes urbanos, cotidianos (un autobús, el pasillo de casa).

José Joaquín Parra, director de la Escuela de Arquitectura de Sevilla, defendió por su parte la dimensión (o al menos la sensibilidad) arquitectónica del autor de Casa tomada o Instrucciones para subir una escalera, plasmada en toda su producción -abundante en ladrillos, habitaciones, desagües- y en particular en muchos textos breves, como Fin del mundo del fin o Pérdida y recuperación del pelo, en las que el autor se rebelaba contra "el artificio que inevitablemente es la arquitectura", o en Rayuela, un libro, dijo Parra, que debería ser "lectura obligatoria de todos los urbanistas del mundo".

Para el escritor Fernando Iwasaki, Cortázar representa "el deslumbramiento y la magia", la posibilidad cierta de constituirse en la entrada "al otro lado del espejo" y en cierto modo el responsable de unos textos que "prefiguraron otras lecturas". Iwasaki, en definitiva, "nunca" volvió a ser el mismo. Y por eso no comprende que ciertos sectores de la crítica entiendan que su obra ha envejecido, cuando en realidad tiene propiedades "rejuvenecedoras", y cuando "ninguna de las presuntas innovaciones formales" de la a su vez presunta Generación Nocilla deja de estar ya "en la cadena genética de Historias de Cronopios y de Famas o Último round".

En una apasionada intervención, Nieves Vázquez, escritora y profesora de la Universidad de Cádiz, recordó los numerosos guiños de Cortázar a otras disciplinas artísticas -la música, "vital, fundamental"; pero también la fotografía o la pintura-, con los que la obra del argentino "abre ventanas" continuamente a quienes quedan "vampirizados" por su magnética personalidad y su apabullante cultura.

Amigo de Aurora Bernárdez, Álvarez Garriga es el editor de Papeles inesperados, una colección de textos diversos e inéditos que Alfaguara publicará el próximo día 27. En 2006 viajó a París para visitar durante tres días a la primera esposa y albacea literaria del escritor; ella, con aire distraído, le dijo una noche, después de cenar, que quería enseñarle "unos papelitos". Ahí empezó, como lo llama el editor, "la aventura de la cómoda" y, con ella, el germen del sorprendente volumen de casi 500 páginas que pronto estará en las librerías.

Claudio Pérez Míguez, Raúl Manrique y José María Passalacqua, del Centro de Arte Moderno de Madrid, presentaron la edición "especialísima" que han preparado de los tres cronopios inéditos que Bernárdez encontró en esa cómoda, y Mariángeles Fernández, escritora y estudiosa cortazariana, atribuyó el encanto del argentino fundamentalmente a su "mirada de asombro y desconfianza refinada con humor".

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