José Antonio Gómez Marín · Escritor y periodista.

"La crisis de la política no es más que un episodio de la crisis intelectual"

  • Protagonista de mil batallas políticas y periodísticas, este veterano analista y comentarista de la actualidad lleva años asomándose a los medios de comunicación con meritoria altura cultural.

José Antonio Gómez Marín (Huelva, 1940) fue uno de esos vástagos de familias de derechas a los que el franquismo hizo rojos. Todavía hoy, quizás por una cierta lealtad a su juventud, se sigue considerando de "izquierdas", pero por su forma de hablar y escribir el plumilla piensa que está más bien ante un miembro de la muy honorable cofradía de los librepensadores. Sociólogo, profesor universitario, eurocomunista en la clandestinidad, alto funcionario de carrera, periodista, escritor, tertuliano riguroso... José Antonio Gómez Marín enseña, a veces con gesto de pesadumbre, cien cicatrices ganadas en cien batallas. Actualmente sigue fiel a su columna en El Mundo, una de las cuales ha sido merecedora del último Premio Romero Murube que concede Abc. Discípulo díscolo de José Antonio Maravall, es autor de libros como La idea de sociedad en Valle-Inclán, Aproximaciones al realismo español o Hablar con propiedad. Antología de frases de derecha. Actualmente ultima una tesis doctoral sobre la aporía del mal y el Libro de Job. Vive su vida entre Sevilla y Huelva, aunque sus ciudades soñadas son Venecia y París.

-¿Se sigue considerando de izquierdas?

-Sí, en el fondo soy un hombre partidario de la utopía, pero aunque milité durante la clandestinidad en el PCE nunca fui comunista, porque no tenía nada que ver con los apparatchik. En esa época pertenecía a un grupo al que Carrillo llamaba con gran desprecio los "piquitos de oro", los "intelectuales". Sigo creyendo que éste es un mundo progresivamente malo porque es progresivamente desigual. También creo que la crisis de la utopía es coyuntural, no estructural. Eso sí, nunca fui fanático. Por ejemplo, estando en la Complutense de profesor, el claustro votó ponerse en huelga un año y el Partido decidió dar un aprobado colectivo, pero yo dije que no, porque no me daba la gana de hacer falsedad de un documento público.

-Hay muchos, entre los que me incluyo, que piensan que la búsqueda da la utopía es el camino más corto hacia el matadero.

-No es verdad. La utopía es una eterna aspiración del hombre, desde los clásicos griegos hasta nuestros días. Lo que ocurrió es que, en el siglo XIX, la utopía tomó una dirección izquierdista con el anarquismo y el comunismo, y esa gente hizo de la utopía un dogma que se fosilizó. La utopía es el último estímulo que le queda a la especie humana para salir del atolladero en el que se encuentra.

-Ha mencionado antes a Carrillo, uno de los santones elevados a los altares de la Transición. ¿Cómo era el verdadero Santiago Carrilllo?

-Carrillo era un gran dirigente de la clandestinidad, muy protegido de la Unión Soviética y gran apparatchik a la sombra de Dolores Ibarruri. Lo visitábamos alguna vez en París y nos trataba como el que trata a un sobrinillo que te viene a ver para que le pagues el abono del Betis. La Transición hipertrofió a muchos personajes. Uno de ellos también fue Suárez, al que yo conocí de cerca, un tipo extraordinariamente listo y con una amplia experiencia política pese a su juventud, pero que era un poco la sombra de sus grandes colaboradores, como Eduardo Navarro o su apparatchik Fernando Ónega.

-¿Pero Carrillo?

-Tuvo la extraordinaria listeza de aceptar la monarquía y la democracia, porque era consciente de que el PCE sólo suponía el 4% de la sociedad española. Los españoles no querían a los comunistas, pero tampoco a los franquistas y por eso se apoyó en el centro. Carrillo cometió el inmenso error de desmontar los movimientos universitario y vecinal, en los que los comunistas teníamos muchísima fuerza. Era un hombre gris con una enorme estrella política, pero mucho más listo que otros políticos de la Transición, como Óscar Alzaga, Peces Barba, Gabriel Cisneros, incluyendo a Guerra y al mismo González. La prueba es que se supo hacer íntimo de Suárez, que era el que mandaba.

-Después de la debacle con la caída del Muro de Berlín, parece que la crisis económica le ha dado nuevas alas a los movimientos que están a la izquierda del PSOE.

-A la izquierda del PSOE está todo el mundo, porque es un partido socialdemócrata de derechas. Desde la Transición vivimos un sistema falsamente dualista, con una derecha que es de derechas y una izquierda inexistente, sólo residual en los extremos, con locos como los de la CUP o los de Marinaleda. Le tengo simpatía personal a Diego Cañamero, pero se me abren las carnes de pensar que puede ser ministro, porque es un analfabeto y un asaltador de supermercados.

-¿Pero qué opina de Podemos y del auge del populismo en el mundo?

-El populismo es la respuesta lógica a la crisis, como ya pasó en América del Sur. Hace tiempo estuve en casa de un íntimo amigo mío que era gurú de Zapatero y vi que en su librería tenía numerosos libros de Ernesto Laclau, que es el gran teórico del populismo. Yo entonces no lo conocía, pero me compré inmediatamente sus obras. A partir de ahí comprendí lo de dar cuatrocientos euros a cada español, lo de los regalos a las mujeres que han dado a luz, lo de resucitar los fantasmas de la Guerra Civil... Pero creo que el fenómeno Podemos será algo efímero, porque los españoles se darán cuenta de que una opción política que nos propone el modelo venezolano, que se basa en las colas ante los supermercados, no puede servir a un país desarrollado y una democracia avanzada como es la española.

-Pero Podemos, cuyos nexos con el chavismo son evidentes, tampoco propugna imponer el bolivarismo en España.

-Ellos son absolutamente pro-venezolanos y se han enriquecido gracias a sus conexiones con el bolivarismo. Que sepamos, ya han recibido seis millones de euros.

-¿Y el otro partido emergente, Ciudadanos, qué le parece?

-Una gran decepción, pese a que soy muy amigo de sus grandes mentores, como Albert Boadella o Arcadi Espada. Ciudadanos ha jugado un gran papel en Cataluña, pero los ha devorado la ambición y, viendo el fenómeno de Podemos, se han lanzado a la aventura nacional. Lo que han demostrado en el primer asalto electoral es que son incapaces de tomar una decisión razonable. Lo lógico hubiese sido apoyar de entrada a Rajoy. Ciudadanos es un espejismo de la derecha española. Hay una parte del PP, unos dicen que 500.000 personas y otros que dos millones, que se ha pasado a Ciudadanos porque está harta de una figura poco empática como Rajoy, que para colmo tuvo que afrontar los recortes exigidos por Bruselas.

-Algo tendrá que ver también la corrupción...

-El gran partido corrupto desde Filesa es el PSOE. Lo que está ocurriendo en Andalucía es mucho mayor que la suma de todas las corrupciones del PP. Lo que pasa es que aquí tenemos un régimen que alcanza con su larga mano hasta la propia magistratura; no se le olvide que el consejero de Justicia de la Junta es un fiscal notable. Mi convicción es que en los últimos diez años en Andalucía ha existido un saqueo de los fondos públicos perfectamente calculado por el Partido Socialista para establecer y fortificar una clientela básica, desde el PER famoso hasta los ERE y los fondos de formación. Al final, los españoles se encuentran con que, tanto el PP como el PSOE son dos partidos corruptos, y Convergencia para qué le cuento...

-¿La situación no tiene salida?

-El gran error de Pedro Sánchez fue no haber accedido a la grossekoalition para impulsar una legislatura que tomase medidas contra la corrupción y reformase la Constitución en lo que fuese necesario. Eso hubiese bastado para recuperar la confianza del electorado en el sistema.

-¿Y por qué no lo hizo?

-Por ambición personal.

-Es autor del libro 'Hablar con propiedad. Antología de frases de derecha', que sacó en su día Ediciones Libertarias con prólogo de Manuel Vázquez Montalbán y Epílogo de Antonio Burgos. ¿Cuál es la gran frase de derecha de todos los tiempos?

-"Ser es defenderse", la dijo Ramiro de Maeztu y ontológicamente es la frase más derechista que he leído. Ese libro tenía una primera versión que destruí en un arrebato de locura provocado por incidentes biográficos que ya no quiero recordar. Mi mujer me obligó a rehacerlo. En él sostengo que la derecha no es un pensamiento, sino una actitud, mientras que la izquierda es una teoría. En absoluto estoy de acuerdo con eso de que derecha e izquierda son conceptos periclitados. La derecha es el movimiento que cree que la sociedad es inevitablemente desigual y difícil de reformar, mientras que la izquierda cree en la posibilidad de esa reforma y tiende a la utopía.

-Hablando de frases. ¿Hay buenos oradores hoy en día en la política?

-Son muy malos, ninguno comparable con la vieja tradición de la oratoria española, como Castelar, Cánovas, Robledo... Por ejemplo, el discurso de Susana Díaz es totalmente vacío y sólo repite -magníficamente, eso sí- las directrices que elabora su gabinete. Hay que reconocerle que elige motivos muy acertados, como la defensa de lo español, de Andalucía, de los pobres... Pero detrás no se ve ni una armazón ideológica, ideática. La crisis de la política no es más que un episodio de la crisis de la intelectualidad. Creo que la sociedad se está desculturizando, se está destruyendo, cada vez se sabe menos y está desapareciendo lo que los griegos llamaban la sinderésis, es decir, la capacidad para juzgar rectamente.

-Fue discípulo de José Antonio Maravall, uno de los grandes historiadores de su momento.

-Es el que me enseñó un modo de trabajar: para organizar el saber hay que estudiar, buscar las raíces históricas, y para eso no hay más remedio que leerse las fuentes primarias. Se le acusa de no ser un historiador de archivos, pero él sabía que quien conociese toda la literatura castellana estaría en muy buenas condiciones de hacer una historia del pensamiento político español. Para mi gusto, Maravall fue el gran historiador de las ideas junto a don Luis Díez del Corral. Era una persona con una categoría humana extraordinaria, con sus defectos como todo el mundo.

-Ha enseñado Sociología de la Religión, ¿cómo le dio por ahí?

-Hice el programa de esta asignatura y la inauguré en la Universidad Complutense. Desde entonces no me he podido separar del tema. Tras una larguísima etapa de agnosticismo, ahora soy creyente. En septiembre voy a leer una tesis doctoral en la Universidad de Huelva que se titula La apuesta de Dios, un estudio sobre la aporía del mal y el mito de Job.

-Explíquese.

-El mal es el gran problema que se le plantea al creyente. ¿Por qué existe el mal, quién lo creó, de dónde viene? Eso es una aporía, no tiene una respuesta intelectual, pero sí tiene una serie de explicaciones etiológicas, sociológicas y psicológicas que son las que estudio en la tesis.

-¿Y lo de Job?

-Como dice Thomas Mannn, el Libro de Job es uno de los más importantes de la historia. Esta obra es la demostración de que el mal no tiene respuesta, por eso Dios no le contesta a Job en su permanente plegaria. Al final, cuando Dios decide hablar, obvia los interrogantes y Job cede ante la grandeza de lo trascendente y dice aquello de "taparé con mi mano mi boca".

-¿El mundo se divide entre Sevilla y Huelva?

-No. Yo soy hijo predilecto de Huelva y vivo en Sevilla, pero también soy una persona muy cosmopolita. Si me preguntasen dónde quiero vivir contestaría que en Venecia o París, las dos ciudades a las que prácticamente ya sólo viajo. También viajo por España. El español culto que no conozca las grandes rutas del románico, el gótico y el barroco hispano no podrá entender nunca la historia del país.

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