No dar tregua a las palomas ni de noche ni de día. Éste parece ser uno de los objetivos de la segunda fase de la colocación de cajas-nidos en los campus universitarios de Sevilla, un proyecto que está desarrollando la Oficina de Sostenibilidad de la Hispalense y que ya ha dado sus primeros resultados.

La idea no es nueva: usar rapaces para reducir la superpoblación de un ave que ha pasado de ser el símbolo de la paz o la pureza en las culturas mediterráneas antiguas a considerarse como una apestada con alas que ensucia monumentos y transmite enfermedades. Sin embargo, la Universidad de Sevilla da una vuelta de tuerca a la estrategia y propone un doble turno: uno diurno al cargo de los cernícalos vulgares (falco tinnunculus) y otro nocturno encomendado a la lechuza común (tyto alba).

Después de una primera fase en la colocación de cajas-nidos entre el otoño de 2010 y la primavera de 2011, que se centró en facilitar la cría en los campus de aves pequeñas, como los carboneros, las currucas, los agateadores, los petirrojos o los gorriones, ahora se "busca atraer especies de otro nivel ecológico. Depredadores que puedan controlar especies como las palomas, cuya superpoblación es alarmante", asegura Manuel Enrique Figueroa Clemente, director de la Oficina de Sostenibilidad de la Universidad de Sevilla.

Hasta el momento, esta segunda fase del proyecto está en sus inicios, pero se han depositado en ellas grandes esperanzas. Ya se han colocado cajas-nido en la azotea del edificio de la Facultad de Química para que críen los cernícalos vulgares, "aprovechando una pareja estable que hemos detectado en el entorno del campus de Reina Mercedes", aclara el ornitólogo de la Oficina, José Luis López.

Asimismo, también se ha iniciado la colocación de cajas-nido para la lechuza común en la Escuela de Informática (antigua sede de Ingenieros Industriales en Reina Mercedes). Estas cajas-nido tienen la peculiaridad de que han sido ideadas expresamente por los técnicos de la Oficina de Sostenibilidad de la Hispalense. Son mucho más grandes que las comunes, con una entrada en ángulo recto que permite la oscuridad en su interior (la lechuza es un ave nocturna) y una pequeña puerta que sirve para que los técnicos manipulen el interior del nido. "Ha sido importante la decisión de construirlas en corcho en lugar de en madera, lo que hubiese aumentado considerablemente el peso", asegura el catedrático Enrique Figueroa, quien también señala que el Ayuntamiento de Sevilla, a través de Parques y Jardines, ha mostrado su interés en este sistema para ponerlo en marcha en los muchos lugares de la ciudad afectados por la superpoblación de palomas.