Sevilla

Fallece a los 82 años el juez Manuel Rico Lara

  • El magistrado, humanista, melómano y pintor, afrontó al final de su carrera el proceso por el caso Arny, del que fue declarado inocente

El juez de Menores Manuel Rico Lara (Madrid, 23 marzo 1931) falleció el pasado viernes por causas naturales, a la edad de 82 años. El magistrado, que residía con su hija desde hace más de un año en los alrededores de Almonaster la Real (Huelva), se sintió indispuesto el pasado viernes, por lo que fue trasladado al hospital, donde falleció. Sus restos mortales fueron incinerados en la tarde de ayer en la localidad onubense de Valverde del Camino. Sus amigos preparan ya un homenaje que podría celebrarse en el Colegio de Abogados de Sevilla.

Humanista, melómano y pintor, Rico Lara se enfrentó casi al final de su carrera profesional al proceso por el caso Arny sobre corrupción de menores, que terminó en 1998 con una sentencia que declaró su inocencia.

El abogado Francisco Baena Bocanegra, amigo de Rico Lara, lamentó ayer su pérdida. "Rico Lara era un jurista de finísima sensibilidad, pero sobre todo era un hombre de bien, un auténtico caballero del foro y una persona que no limitó exclusivamente su proyección vital a impartir Justicia, sino que su capacidad de iniciativa era tan desbordante que ocupó brillantes páginas en la investigación histórica y jurídica".

El penalista recordó que el magistrado era un "excelente pintor" e incluso se adentró en el mundo de sus propias vivencias a través del libro Herido de vida, que prologó Baena Bocanegra. El letrado se reunió hace poco con Rico Lara porque tenía interés en realizar una nueva edición de su libro y le pidió que se hiciera cargo de su gestión con la editorial.

Sobre la biografía de Rico Lara también se publicó el libro El juez Justo, memorias de un defensor indefenso, obra de Francisco Correal, escritor y periodista de Diario de Sevilla.

El primer destino profesional de Rico Lara fue el juzgado de Olvera (Cádiz), de donde pasó a Priego de Cuenca y Huete, y posteriormente a Santa Cruz de la Palma, y de ahí a Torrelavega y Valdepeñas. Tras ascender a la categoría de magistrado, en 1973, pasó a un destino difícil: San Sebastián. Y finalmente, recaló en Sevilla. Rico Lara fue un juez que intervino en distintas jurisdicciones. Fue juez de Peligrosidad y Rehabilitación Social, de Vigilancia Penitenciaria, de Familia, de lo Social y de Menores.

Al margen de su trayectoria en la judicatura, Rico Lara había comenzado a pintar en los años 60, cuando lo destinaron en la isla canaria de La Palma. Retomó los pinceles con pasión en los últimos años de su vida y entre sus amigos se contaban grandes artistas como Santiago del Campo. Sus paisajes, retratos (con preferencia por los personajes históricos) y autorretratos se exhibieron en varias salas de la ciudad y en bares como La Carbonería. Melómano y habitual en los conciertos de la Orquesta Barroca de Sevilla, que fundó su hijo Ventura, siguió fiel hasta el final a los buenos libros, a Borges, sus amigos y su amada familia.

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