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Preludio de Bach y Leonard Cohen

  • Justicia. Homenaje a Manuel Rico Lara de la Asociación Progreso y Democracia, retrato paradójico de un hombre justo lacerado por una interpretación aviesa de la Justicia.

TRES señores a los que probablemente no conocían dijeron cosas muy bonitas de su abuelo. Y también algunas muy duras, necesariamente duras, sobre todo por parte de Plácido Fernández-Viagas, presidente de la Asociación Progreso y Democracia que organizó el homenaje a Manuel Rico Lara (Madrid, 1931-Almonaster la Real, 2013) en la Casa de la Provincia y le puso música de Leonard Cohen.

Irene tiene 12 años y Lucía 9. Irene es hija de Ventura Rico Castelló, director de la Orquesta Barroca de Sevilla. Prendió en ella la vocación y mientras los asistentes, que llenaron el antiguo salón de plenos de la Diputación, veían una serie de fotografías de Rico Lara, interpretó al chelo el preludio de la segunda suite de Johan Sebastian Bach. Lucía es hija de Ana Rico Castelló, que se dedica al turismo rural y regenta un complejo hotelero, Los Gallos, en Almonaster la Real, el paraíso postrero de Rico Lara.

Dos señoras admirables en primera fila. María Castelló, su viuda, la hija de Ventura Castelló y Dulce del Moral, históricos del socialismo local y de la ética universal, y María Asunción Milá de Salinas, 94 gozosos años, que sustituyó a Ramón Carande en la presidencia de la asociación contra la Pena de Muerte de la que Rico Lara era socio.

Los integrantes de Cuadernos de Roldán regalaron copias de una foto a la viuda e hijos del magistrado: Rico Lara en Xauen en un viaje de la decana de las tertulias literarias de Sevilla, heredera de la que animaba Olavide y frecuentaba Jovellanos cuando fue alcalde del crimen de Sevilla. Dos referentes de Rico Lara. Sin menoscabo de Carlos III de España (y primero de Madrid), el rey-alcalde de la ciudad en la que nació el hijo de Domingo Rico y Simeona Lara 22 días antes de la II República.

Con 80 años recién cumplidos, dio una lección magistral a los alumnos de primer curso de Derecho. El Rico Lara universitario fue evocado por Pérez Luño, cuyas puertas del departamento de Filosofía del Derecho siempre se abrieron a quien con tantas puertas cerradas y ventanas entornadas se encontró, a quien se topó con una Inquisición mediática sin castillo de San Jorge que no estudió Henry Kamen. A sus nietas les debió gustar lo que dijo Pérez Luño de su abuelo: "No digamos que Manuel ha muerto. Digamos que ha vivido". Y retrató al estudioso de las Cortes de Cádiz, de los aspectos jurídicos del duelo y la tortura, de las características penales de La familia de Pascual Duarte de Camilo José Cela o un libro que se quedó inédito sobre los abusos del power point.

En el patio de abajo hubo un monitor de televisión. El juez dejó un reguero de discípulos y admiradores. Entre el público, juristas como Borja Mapelli y Miguel Carmona, el antropólogo Isidoro Moreno, el Defensor del Pueblo Andaluz, Jesús Maeztu -"lo era en funciones cuando salió lo del Arny"-, el decano del Colegio de Abogados, José Joaquín Gallardo, al que pertenece quien fue su defensor, Baena Bocanegra.

El niño republicano que aparece retratado con el Rey Juan Carlos vivió un destierro interior. Llevaba su Colliure a cuestas, como su admirado Antonio Machado, y su hoja de servicios parece el poema de Manuel: Olvera (primer destino, 1957); Huete y Priego, en Cuenca; Santa Cruz de La Palma, Canarias, donde sustituye a Plácido Fernández-Viagas, primer presidente de la Junta y padre del mantenedor del acto; Torrelavega, Valdepeñas, San Sebastián... y Sevilla, donde llega en 1975.

Una de las fotos lo mostraba en su primer destino profesional, Olvera, en la serranía gaditana, donde volvió casi medio siglo después con Manuel Soto, su oficial. Allí relató sus pioneras vivencias de un juez de 25 años en unas jornadas de historia local que terminaron en la hacienda Orihuela de los hermanos Antonio y Rafael Álvarez-Colunga, con vistas al peñón de Zaframagón y a los picos de sus primeras escaramuzas indiciarias.

Pocos saben que el pintor Santiago del Campo, presente en el homenaje, lo inmortalizó como San Leandro en el escudo de la ciudad que está en el mosaico del estadio Sánchez Pizjuán. Un agnóstico balompédico que vivía en la calle Goles y que profetizó el nombramiento de Ratzinger como sucesor de Juan Pablo II. Al cronista le cupo el honor de escribir una biografía de Rico Lara, El juez justo (RD Editores) que completó el propio juez con su libro autobiográfico Herido de vida. Fue una cita oficiosa de Cuadernos de Roldán: Salvador Compán, José María Bedoya, Ismael Yebra, Antonio Molina Flores, Serafín Aguilar, Pepe Aguilar. Los amigos del juez pintor.

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