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Sevilla

Oficinas en el solar del Palenque

  • El terreno del emblemático escenario de la Expo 92 acogerá un edificio de dos plantas que cuenta con un presupuesto 12 veces más pequeño que el tumbado proyecto de Richard Rogers

Hace más de seis años, las excavadoras derribaban una de las obras más emblemáticas de la Exposición Universal de 1992, el Palenque. Este mes será presentado el proyecto para construir sobre su solar un edificio de oficinas. Entre la demolición y el nuevo diseño, la crisis económica dejó en el camino uno de los proyectos estrella en la Isla de la Cartuja, una obra del afamado Richard Rogers, que se une a lista de arquitectos de fama mundial que sus proyectos en Sevilla se han quedado en eso, en proyecto.

Aquella estructura obra de José Miguel de la Prada Poole que se construyó como escenario para actividades oficiales y plaza pública, estuvo utilizándose desde el final de la muestra universal hasta junio de 2007 para la celebración de conciertos, eventos culturales, discoteca en verano, y hasta escenario de programas de televisión.

Antes de que estallara la crisis económica, el boom inmobiliario coincidió en el tiempo con la falta de espacio que demandaba el parque tecnológico de la Cartuja. Agesa, la sociedad estatal de gestión de activos de la Expo 92, y el Ayuntamiento decidieron en 2006 que ese edificio debía desaparecer para construir un inmueble de oficinas singular. El gobierno municipal tripulado por Alfredo Sánchez Monteseirín se comprometió a cambiar el uso de la parcela de cultural a terciario, Agesa rescindió el contrato con la empresa que lo explotaba, TCM Audiovisual, y anunció el derribo del Palenque.

El proyecto generó críticas de varias entidades conservacionistas. Frente a esas voces, se sostuvo que mantener ese inmueble suponía cambiar por un coste inasumible una cubierta que estaba en muy mal estado, mientras que lo ideal sería derribarlo y construir en su lugar otro edificio emblemático de oficinas que iba a suponer una inversión en la Cartuja de 42 millones.

Las máquinas entraron y se lo llevaron por delante. Dos años después, en octubre de 2009, Agesa adjudicó el futuro centro de negocios al proyecto presentado por el prestigioso arquitecto Richard Rogers, ganador del premio Pritzner en 2007 y, entre otras obras, responsable del Centro Nacional de Artes y Cultura George Pompidou en Paris. El proyecto suponía la construcción de un edificio de 44.000 metros cuadrados distribuidos en cinco plantas sobre rasante (cuatro para oficinas más otras para un auditorio y zona comercial) y tres bajo rasante, con un aparcamiento con capacidad para 450 vehículos. Su coste se elevaba entonces a 42 millones de euros.

Agesa pasó a manos de la Junta de Andalucía como parte del pago por la llamada deuda histórica, el Ayuntamiento redujo la edificabilidad del solar y la crisis económica había estallado. Todas esas circunstancias chocaron contra un proyecto al que la concesión de la nueva licencia de obras ha enterrado definitivamente.

De aquel edificio singular se da paso a uno más sencillo obra de Rafael Otero González. El proyecto, que fue elegido entre once candidatos, cuenta con una sola planta en superficie y otra bajo rasante para un aparcamiento con 60 plazas. El presupuesto es hasta 12 veces más pequeño que el anterior, 3,2 millones de euros, y su superficie construida ha sido reducida drásticamente.

Agesa evita así que Urbanismo ordene la venta forzosa o la expropiación por incumplir el deber de edificar tras un parón de tres años. Ahora dispone de un plazo de seis meses para iniciar los trabajos, prorrogables por una sola vez por idéntico periodo. Si todo marcha sobre lo previsto, el solar del antiguo Palenque volverá a tener uso de aquí a un par de años.

El caso de Richard Rogers con el Palenque ha sido el último, pero no el primero en el que proyectos de gran envergadura han acabado en el cajón. Arquitectos como James Stirling, Ricardo Bofill, Zaha Hadid, Rafael Moneo, Arata Isuzaki, Jean Nouvel, Norman Foster, o Guillermo Vázquez Consuegra han visto como sus diferentes obras proyectadas para distintos puntos de la ciudad han sido rechazadas por diferentes motivos por los gestores que han ido pasando por el Ayuntamiento de Sevilla.

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