Sevilla

El afecto a Sevilla por herencia materna

  • Doña María de las Mercedes inculcó al Monarca el amor por esta ciudad, la cual ha visitado en numerosas ocasiones.

Un Rey vinculado a Sevilla por su madre. La presencia de don Juan Carlos en la capital andaluza ha tenido siempre un plus de afectividad, pues de sobra es conocida la predilección que sintió su madre, María de las Mercedes Borbón-Dos Sicilias y Orleans, hacia esta ciudad, en la que pasó buena parte de su vida hasta que se proclamó la II República.

A nadie escapa que esta preferencia tuvo mucho que ver en la elección de la Catedral hispalense como templo para celebrar la boda de la infanta Elena el 18 de marzo de 1995, fecha grabada en oro en la historia reciente de Sevilla. Aquella jornada la primavera se adelantó en la ciudad, que supo engalanarse como en los grandes fastos de la corte chica de los Montpensier o cuando Carlos I -en pleno apogeo del comercio con las Indias- celebró su enlace matrimonial en el Alcázar. El palacio real -el más antiguo de Europa que sigue en uso- fue testigo también del enlace de la infanta Elena y lo ha sido de las numerosas estancias en Sevilla de don Juan Carlos y doña Sofía en estos 39 años.

Uno de los primeros viajes a la ciudad se produjo en plena Feria, siendo aún Príncipes de Asturias. Los Reyes no sólo han conocido esta fiesta de Sevilla. También vivieron intensamente la Semana Santa en 1984, cuando presenciaron la salida de la Macarena desde el balcón del atrio. Minutos después, una vez que la cofradía abandonó la basílica, el hermano mayor, José González Reina, llevó a los Reyes a una estancia de la casa de hermandad donde Peregil les cantó una saeta. Por la mañana visitaron la Capilla de los Marineros al entrar la cofradía trianera.

La vinculación de don Juan Carlos con las cofradías sevillanas es palpable a través de las numerosas hermandades de la que es hermano mayor honorario. Destaca, especialmente, el caso de la del Santo Entierro, en la que dicho cargo es efectivo por ser sucesor de San Fernando, quien mandó levantar una capilla a a la imagen de Cristo Yacente.

También es muy especial la relación con la Hermandad de Pasión, en cuya cripta -en la capilla sacramental del Salvador- descansan los restos mortales de su abuelos y un tío maternos. En la boda de la infanta Elena, tras celebrarse el matrimonio en la Catedral, los contrayentes acudieron a dicho templo, en el que la primogénita del Rey depositó su ramo de flores a los pies del imponente Nazareno de Montañés.

Pero si hay una institución con la que el Rey está estrechamente vinculado ésa es la Real Maestranza de Caballería, de la que es hermano mayor. Numerosas han sido las corridas de toros que ha presidido desde el Palco del Príncipe. De todas ellas, una de las más emotivas fue la celebrada en la tarde del Corpus de 2008 después de descubrirse la estatua que la corporación nobiliaria dedicó a su madre, gran aficionada a los toros -reconocida currista- y bética declarada. Precisamente la primera Copa del Rey (que sustituyó a la Copa del Generalísimo) la ganó el equipo de Heliópolis en 1977. El Monarca entregó después el trofeo en 2005 al Betis y en 2007 hizo lo propio con el Sevilla (en 2010 la entregó a este equipo el Príncipe).

También han sido numerosas las visitas a las empresas sevillanas -como la que realizó en 2008 a la nueva fábrica de Heineken- y de carácter militar. Pero, sin duda, la presencia de los Reyes ha adquirido especial importancia cuando ha estado vinculada a los grandes hitos de la ciudad. Éste fue el caso de la Exposición Universal de 1992, con la que Sevilla entró en el siglo XXI. Sus Majestades presidieron la apertura y su clausura, además de acudir a exposiciones que se celebraron aquel año, como la de Esplendores de Sevilla en el Salvador.

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