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José María Feria Toribio. Catedrático de geografía humana de la UPO

"Los municipios son estructuras de poder que nadie quiere suprimir"

  • Este especialista en áreas metropolitanas ha sido uno de los principales impulsores del XIV Congreso de Población celebrado recientemente en la Universidad Pablo de Olavide

-Parece claro que somos aves de paso, que las migraciones son consustanciales a la historia de la humanidad. ¿Está en nuestros genes el movimiento perpetuo?

-Ya quedan pocos pueblos nómadas, pero lo cierto es que el hombre contemporáneo busca una mezcla de sedentarismo y movilidad. No queremos permanecer siempre en el mismo lugar y, lo normal, es que nos movamos para conocer sitios o mejorar nuestra situación. En la teoría de las migraciones hay un paradigma que afirma que los que migran son los más altivos, los más inteligentes, los más adaptados, los más arriesgados.

-De hecho, el gran viajero por excelencia, Ulises, destaca por su inteligencia y arrojo. ¿Tuvo usted su propia odisea?

-Me fui a principios de los 80 a la Universidad de Pensilvania con una de las primeras becas Fulbright que se concedían en España. Entonces, era una auténtica aventura. Migrar es siempre romper con un entorno seguro, pero te permite abrir nuevos horizontes. Yo no quería volver y hacerme sedentario en una España sobre la que todavía se cernían muchas incógnitas, pero después, según esa teoría de la que he hablado, fui cobarde y quise regresar a mi ecotopo... Por lo menos lo intenté dos años.

-¿Qué es el ecotopo?

-Es un determinado ámbito en el que viven las especies animales y se aplica también a las sociedades humanas. El ecotopo humano está definido por una serie de condiciones ambientales y físicas, pero también por otras culturales.

-¿Dígame un ecotopo recomendable para el hombre?

-En el XIV Congreso de Población celebrado recientemente en la Olavide fuimos a ver una serie de ciudades medias patrimoniales de la campiña sevillana. Son lugares con una gran estabilidad poblacional -apenas llegan al 3% de inmigrantes-, sociedades muy consolidadas y cohesionadas donde se transmiten valores y conocimientos. Además, sus habitantes tienen la posibilidad de desplazarse en poco tiempo a Sevilla para disfrutar de una serie de bienes y servicios sin tener que abandonar permanentemente su núcleo de origen. Es el concepto que los sociólogos ahora llaman Espacio de Vida, que cada vez es más amplio y heterogéneo.

-¿Espacio de vida?

-Sí, es la geografía que una persona suele utilizar para dormir, para trabajar, para hacer las compras, para pasar las vacaciones de verano o Semana Santa. Era lo que John Friedman llamó el Urban Field.... Nuestra vida no se desarrolla sólo en un lugar concreto como hace un siglo, sino en todos estos sitios de los que hemos hablado. Es evidente que las cosas han cambiado. Tenga en cuenta que las delimitaciones provinciales se realizaron en el siglo XIX bajo la premisa de que el gobernador civil pudiese desplazarse a cualquier punto de la provincia en una sola jornada...

-Hace poco entrevisté al egiptólogo José Miguel Serrano. Hablando de la vida cotidiana de las clases bajas en la época faraónica me insistió en lo muy limitados que eran no sólo sus horizontes vitales, sino también los geográficos. Vivían toda una vida en un terreno muy reducido. Lo pensé y sentí angustia y compasión.

-En la Edad Media también era así. Los hijos de la gleba no podían moverse sin el permiso del señor feudal, de ahí el adagio medieval: "El aire de la ciudad nos hará libres".

-Pongámonos apocalípticos. ¿La superpoblación es garantía de desastre, como apuntan algunos teóricos?.

-Lo curioso es que la relación entre el nivel de desarrollo económico y el crecimiento de la población es inversa. Mientras más ricas son las sociedades más se contraen sus demografías. Y este mecanismo se produce de forma inconsciente, sin que haya existido un discurso social previo que lo propicie. Sin embargo, las sociedades más pobres, como las africanas, tienen crecimientos exponenciales. Actualmente, es imposible crecer económicamente sin un cierto control demográfico. Pongamos por ejemplo a Nigeria, cuya población se duplicaría cada 25 años según las tasas actuales de crecimiento. En 1975 tenía 50 millones; en 2000, 100 millones; en 2025 tendrá 200 millones... ¿Cuando paramos? Para reconducir esta situación se puede tardar al menos treinta o cuarenta años. La demografía es un paso de elefante muy difícil de parar.

-Es decir, que África tiene que parar su crecimiento demográfico.

-Sí, pero es una responsabilidad que compete a estas sociedades. Los problemas ya se vieron en los Grandes Lagos a mediados de los 90, con el intento de extermino del pueblo tutsi por parte de los hutus... Más de un millón de personas asesinadas a machetazos. Al final era un problema de lucha por el ecotopo, por las condiciones materiales. Parece claro que el genocidio fue un conflicto de superpoblación.

-¿Y el resto del mundo?

-Se puede producir un momento en el que la superpoblación afecte directamente a la sostenibilidad del modelo global. El problema en el caso de las sociedades desarrolladas no es tanto por exceso de población sino por sus pautas de consumo, pero ese ya es otro problema.

-Hablemos de España, un caso muy diferente al africano. Los jóvenes de hoy apenas quieren tener hijos.

-El problema del envejecimiento de España tiene una lectura positiva: nuestras tasas de mortalidad se han reducido; pero otra negativa: cada vez hay menos gente en la base de la pirámide, es decir, que nacen menos niños. Actualmente, nuestra tasa de crecimiento vegetativo es prácticamente negativa, nacen las mismas personas que mueren. La tasa de reposición para que una generación suceda a otra con el mismo número de personas es de 2,1 (el número de hijos que una mujer debe tener), pero en España estamos en 1,3 ó 1,5. Lo que ha pasado en nuestro país es que ha ocurrido un proceso exógeno que ha corregido este problema: la inmigración.

-Contra esta pérdidas demográfica se intentaron algunas políticas un tanto alocadas, como el tan criticado cheque-bebé de Zapatero.

-Las medidas que de verdad son eficientes contra el retroceso demográfico ya están ensayadas por los países escandinavos, que llegaron antes a esta situación y consiguieron aumentar la tasa de fecundidad hasta llegar a la de reposición. Lo importante es apoyar sostenidamente al agente principal en esta cuestión, que es la mujer, y junto a ella, todo el sistema de educación familiar.

-Ya ha salido el tema de la inmigración en España. El problema es que, ahora, esta población se está marchando.

-Una de las personas que conoce mejor el fenómeno, el sociólogo Joaquín Arango afirma que el desembarco de la inmigración en España no ha tenido parangón en ningún país europeo en la Edad Contemporánea. Durante una década entraron casi seis millones de personas, algo espectacular, descomunal. La población de origen extranjero pasó de representar menos del 1% a ser más del 14%, por encima de Alemania. Es verdad que hay gente que se está volviendo, que existe un ajuste, pero lo cierto es que las previsiones eran que España iba a empezar a bajar demográficamente a partir del año 2000 y, sin embargo, hemos crecido en 5,5 millones de habitantes. Los últimos datos dicen que estamos perdiendo entre 200.000 y 300.000 mucho menos de lo que hemos ganado.

-Y, sin embargo, en España no se han producido grandes conflictos como ha ocurrido en la banlieu de París.

-Efectivamente, Arango también destaca que, por ahora, la capacidad de integración ha sido espectacular, incluso en los momentos de crisis. Si cualquier otro país hubiese sufrido esta avalancha los problemas habrían sido, probablemente, mucho mayores. Eso por ahora... No sabemos cómo pueden evolucionar las cosas si la situación económica empeora o si se forma grandes guetos como los de París o Londres. La respuesta que hubo a los atentados del 11-M fue ejemplar.

-¿Europa está haciendo bien las cosas en este sentido?

-El fenómeno migratorio es imposible de parar y no se pueden poner puertas al campo. Los pueblos siempre se han movido para buscar nuevos horizontes, para explotar nuevas riquezas, para dar salida a la superpoblación, etcétera. Como en tantas cosas que tienen que ver con la política exterior, la UE no termina de adoptar una postura común. Hay que mejorar el derecho de asilo y, respecto a la inmigración económica, se tienen que perfeccionar fórmulas como los contratos en origen. Sobre todo, hay que intentar que la gente no tenga la necesidad imperiosa de emigrar.

-Hay teóricos que afirman que uno de los efectos del cambio climático será la migración de enormes bolsas de población debido a la inundación de amplias zonas del litoral y a la desertización.

-Bueno... Eso no son más que hipótesis. Voy a ser provocador: el cambio climático existe, pero es como un cáncer, un proceso a largo y medio plazo que puede durar centenares de años y que, probablemente, la sociedad tenga mecanismos para ir corrigiendo progresivamente. Lo que sí se producirá es lo que ya hemos hablado: crecimientos de la población por encima de las posibilidades de la capacidad productiva de los ecosistemas

-¿Y Europa acabará especializando demográficamente sus territorios, con un norte joven e industrioso y un sur envejecido y de servicios? ¿Terminará siendo Andalucía el geriátrico de Europa, como algunos agoreros dicen?

-No tiene por qué. Andalucía tiene calidad ambiental y eso es un elemento atractivo para muchas empresas. Si nosotros nos conformamos pasivamente con alicatar nuestra costa y convertirnos en los camareros de los ancianos europeos, probablemente lo seremos. Ahora bien, si somos capaces también de situar Andalucía como un lugar atractivo para la alta tecnología... Ahí está EADS Casa, con muchos ingenieros franceses o alemanes que vienen buscando calidad de vida. Digamos que Andalucía debe escoger entre el modelo de California y el de Florida.

-Pasemos a hablar de Sevilla. Todos los años, con la publicación del padrón, analizamos con preocupación si subimos o bajamos de los 700.000 habitantes.

-Sí, y es absurdo. La ciudad real, lo que llamamos el área metropolitana, tiene un millón y medio de habitantes. Sevilla, el Aljarafe, Dos Hermanas... es la misma ciudad, el mismo espacio que, sin embargo, sigue dividido por una estructura creada en el antiguo régimen: el municipio. Bilbao, con un municipio muy pequeño, ha comprendido perfectamente que ellos son Bilbao más Santurce, más Sestao... Lo que nos debe preocupar no es la barrera de los 700.000 habitantes, sino el que todos los ciudadanos estén representados política y socialmente en esa gran ciudad. Todos tenemos que decidir en lo que antes hemos denominado nuestro Espacio de Vida.

-¿Y por qué no se suprimen los municipios en estas grandes coronas metopolitanas?

-Porque hay muchos intereses creados. No hay que olvidar que los municipios son estructuras de poder que nadie quiere suprimir. Cuando he trabajado con la Junta en estas cuestiones he notado la oposición de la Diputación y del Ayuntamiento de Sevilla... El primer ministro italiano, Matteo Renzi, en su programa socialdemócrata habla de lo que llama la ciudad metropolitana. No es una simple cuestión de suprimir o no los municipios, sino de reajustar las competencias y las responsabilidades. Es curioso que nos estemos replanteando la arquitectura de las autonomías y no la de algo que afecta mucho más a nuestra vida cotidiana, como son las ciudades.

El reto como estilo de vida

De las paredes de su despacho de la Pablo de Olavide cuelga un grabado con ideogramas incomprensibles para el monolingüe plumilla. "Me lo regaló una persona muy querida y hace referencia a mi perseverancia". Es evidente que José María Feria Toribio es una persona tímida y que su amabilidad está a prueba de toda bomba. Pero detrás de los ademanes afectuosos y de la sonrisa casi continua se esconde uno de esos tesones de acero sin el cual no se consigue una beca Fulbright ni se alcanza una titulación en un centro de la Ivy league, el selecto grupo de universidades norteamericanas donde acuden algunas de las mentes más preclaras del mundo. Forjado en el sufrimiento de los deportes de montaña y del triatlón, a este especialista en ordenación del territorio y Master of City Planning por la Universidad de Pensilvania, le gusta plantearse retos que le ayuden a crecer, pero no competir con los demás. "Los retos me los planteo a mí mismo". Se define a sí mismo como una persona "no muy social" pero con una "bondad" heredada de su abuelo y de su padre, pero tras la confesión colorea su cara un cierto rubor y se hace evidente hasta qué punto le incomoda la conversación. El plumilla, hombre también bondadoso, le hace caso y decide poner punto final mientras en el exterior septiembre se hace puro aguacero.

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