Se hizo la Navidad en Sevilla, aunque aún estemos en adviento. El tiempo de los encuentros anhelados y de los que por mucho que se eviten son inevitables es ya realidad en la ciudad hispalense. A las seis y media de la tarde se hizo oficial esta época del año. Fue justo cuando el alcalde posaba en el balcón de su despacho consistorial junto al delegado de Urbanismo, Maximiliano Vílchez, y los directivos territoriales de La Caixa, Rafael Herrador, y de Caser Seguros, José Manuel García-Olmo. Estas entidades han colaborado con el alumbrado navideño que se ha colocado en 164 calles del centro y los barrios de una ciudad que presentará así durante un mes sus mejores galas -a falta del mapping- para una fiesta de raíces religiosas, origen que en los motivos decorativos, un año más, ni está ni se le espera.

No, no era la noche del alumbrado de la Feria. Ni mucho menos. Al encendido navideño le falta aún cuarto y mitad de expectación mediática para equipararse en una mínima parte a la apertura oficial de la semana de albero y volantes. No había retransmisiones en directo. Tampoco había el lleno de concejales que concita esa noche envuelta en la fragancia del frito variado. Por no estar, ni estaban los Cantores de Híspalis, indispensables cada vez que Sevilla se pone a soñar siete días con un cielo de farolillos.

El comienzo oficial de la Navidad en Sevilla sigue siendo un acto de puertas adentro. De consumo propio. No hay botón. Ni declaraciones políticas. Ni siquiera está presente la oposición, que, por cierto, mostró este jueves su disconformidad con el coste del alumbrado. Así lo declaró este jueves el portavoz socialista, Juan Espadas, quien criticó la "falta de mesura" de Zoido por gastar 447.750 euros en luces.

No faltaron constestaciones a estas quejas. La primera vino del portavoz del gobierno local, Francisco Pérez, que contrapuso esta partida a la que destinaban en el anterior mandato PSOE e IU, cuando el alumbrado costaba 200.000 euros más, desembolso que sufragaban en un 80% los comerciantes. Precisamente la patronal de este colectivo, Aprocom, también respondió a las críticas de Espadas, al asegurar que dicho gasto es una "inversión" para que luzcan las calles de esta ciudad como lo hacen las de las principales ciudades europeas.

Polémicas aparte, lo cierto es que un solo segundo fue suficiente para que la ciudad pasara de la tenue luz cotidiana de las farolas a la explosión de brillo de las bombillas navideñas (todas de consumo energético, por supuesto, que la sostenibilidad no está reñida con la fiesta).

El público presente en ese momento en las calles alzó la mirada como si de una revelación celestial se tratara. Se hizo la luz. En los barrios y en el centro. En la fachada del Ayuntamiento con sus estrellas y en la Puerta de Jerez con ese cono gitante que más que a un árbol se asemeja a un capirote de neón. (Aquí todos los caminos conducen a las cofradías). Sólo falta el mapping para que la Navidad sea plena en Sevilla. Ya no se entienden estas fechas sin él. Como el azahar a la cuaresma. El milagro de Zoido.