TIEMPO El último fin de semana de abril llega a Sevilla con lluvia

DERBI Horario y dónde ver el Betis-Sevilla

Los invisibles. Javier Fito

"Mi abuelo malvendió la casa a unas americanas y me quedé sin estudio"

  • Lleva siete alcaldes en su currículum de gestor cultural. Fue turista mochilero por medio mundo, es cooperante en Gambia y su credo bebe de Cristo, Buda y Carlos Marx.

DETRÁS de esas palabras oficinescas, técnico superior de gestión cultural, hay una curiosidad insaciable y pasión por pintar, viajar y conocer. La de Javier Rodríguez Fito (Sevilla, 1965), que apaga cincuenta velas.

-¿Qué hace con un tigre en la casa de las Sirenas?

-Tenía una novia alemana y fui a una exposición en el Museo Paleontológico de Múnich. Me puse a pintar tigres, dinosaurios y hasta un mamut de tres metros. Eso se convirtió en la muestra Prehistoria o la Ética Animal. Fue la génesis de los talleres de arte y naturaleza que hice en Cazorla y después en Doñana.

-Mucha gente asocia María Zambrano con una estación de ferrocarril...

-Yo formaba parte del Aula de Literatura y Pensamiento María Zambrano que tenía la sede en La Rábida. Estaban Jesús Aguado, Juan Carlos Marset, Antonio Álamo. Hacíamos la revista Claros del Bosque y un día fui a su casa de Madrid a entrevistar a María Zambrano. Tengo fotos inéditas.

-¿El Fito materno eclipsó al Rodríguez paterno?

-Mi madre se matriculó en Bellas Artes, pero sacrificó su vida artística para criar a sus cinco hijos. Mi padre era abogado, pionero de la mediación. Decía mucho Que sufran los malvados y era capaz de montar una paella en una chatarrería para el barrendero, el notario y el frutero de Triana.

-¿Viajar es su pasión?

-En el Norte cada vez se parecen más todos los países. Yo empecé por Europa: París, Londres, Berlín, donde estaba cuando cayó el muro. Y Nueva York, pero siempre viajando de mochilero. Con tres amigos hice un viaje por el Mediterráneo, pero no pudimos entrar en Libia ni Egipto. He ido tres veces a la India, fui a la Polinesia, a Tailandia. Pero mi último reto fue convertir el viaje en cooperación. Eso me cambió.

-¿Cuál fue su objetivo?

-En un viaje a Senegal, entramos en Gambia y ya llevo cinco años haciendo la ruta del arroz. Vas ayudando, pero en realidad te ayudan a ti. La última vez íbamos a ir dieciocho cooperantes, pero con lo del ébola nos quedamos en tres. Hubo un intento de golpe de Estado en el país y pasé el fin de año con unos médicos cubanos.

-En su currículum aparece vestido de torero en una página de El Noticiero Universal.

-Fue en 1985. Yo tenía veinte años. A esa edad te pasan cosas propias de jóvenes. Con un compañero de Filosofía aprendí a hacer viajes iniciáticos. En uno de ellos hice de psicólogo en el tren porque este amigo se estaba separando. En París, en el entorno de la torre Eiffel surgió el tema de mi primera exposición, becada por el Ministerio de Cultura.

-¿Y el paseíllo de torero?

-Conocí a un cordobés que era director general de Juventud de la Generalitat. Organizó en Barcelona una exposición titulada 4x1 Sevillanos. Miguel Olid iba en representación del cine; Jesús Aguado, de la poesía; Juan Ibáñez, del cómic; y yo de la pintura. Queríamos provocar y en las Ramblas una señora nos vendió unos trajes de toreros.

-¿Dónde tuvo su primer estudio de pintor?

-Mi abuelo era representante de fontanería y juguetería y tenía una casa en el barrio de Santa Cruz con cuatro plantas y un ático. Un día, con 16 años, le dije: Abuelo, sé que tienes 22 nietos, pero yo soy artista y quiero que me dejes el ático. Cuatro años fui el más feliz del mundo. Abría la puerta y la Giralda me comía. Mi abuelo malvendió esa casa a unas americanas y me quedé sin estudio. Cambié el paraíso por un lavadero en la calle San Miguel.

-¿Hay que tener arte para gestionar la cultura?

-Tienes que manejar muchas teclas. Dirigí nueve años el festival del castillo de Niebla y llevamos a la Fura dels Baus.

-¿Por qué hizo el camino de Santiago?

-Los caminos. He hecho el francés, el portugués, el asturiano. He ido solo y con la diócesis de Sevilla. El más increíble fue el que hice con el padre Blas, que tiene un albergue en Fuenterrobles de Salvatierra. Un camino arriero en carros y burros.

-Trabaja en la calle El Silencio. ¿Habla como cofrade?

-Mi compromiso cristiano (milita en la HOAC) tiene más que ver con lo social que con lo artístico y lo estético. Los tres pilares de mi existencia son mis raíces cristiana, la sabiduría budista, que me enseñó el principio de la impermanencia, y el análisis marxista de la realidad social. El marxismo está en todos los convenios laborales. En la revolución industrial las mujeres y los niños trabajaban dieciseis horas.

-¿Gestionar es cambiar?

-Estoy en la ONG Cambio Personal, Justicia Global. Hemos hecho exposiciones en Ceuta, Sevilla, Alicante, sobre los conflictos del Mediterráneo, Melilla y Nador. Me gusta Marruecos. Voy al festival de jazz de Tánger y en Marrakech me encontré a Juan Goytisolo en el café de París.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios