Sucesos · Crimen de la finca de la Cascajera

El caso del mentiroso compulsivo

  • Moisés Rodríguez, 'el Canario', se enfrenta a partir de este martes a 21 años de cárcel por asesinar a su vecina, María del Carmen Mejías.

El cuerpo de María del Carmen Mejías Fernández fue descubierto en una finca de Coria del Río la mañana del sábado 6 de septiembre de 2014. Estaba en avanzado estado de descomposición. Presentaba signos de violencia: un fuerte golpe en el cráneo, en la región occipital, y otros dos golpes más leves, uno en el frontal, compatible con una caída, y otro también en el occipital. Los forenses calcularon que podía llevar entre 36 y 48 horas allí. Lo habían encontrado unos cazadores. Tenía la ropa puesta y no llevaba nada más consigo. En un bolsillo del pantalón encontró la Policía el DNI de la víctima. Había que esperar a la identificación por ADN porque era imposible corroborar si la muerta era la misma persona que aparecía en la foto del carné. El intenso calor había acelerado el proceso de pudrición. Junto al cadáver había unas gafas de sol. Cerca, a unos quince metros, había un palo con una forma muy característica. Podría haber sido utilizado como bastón. Estaba manchado de sangre. No se encontraron más pistas.

Con estos ingredientes, un DNI, un cuerpo irreconocible, unas gafas de sol y un palo, el Grupo de Homicidios de la Policía Nacional esclareció en apenas tres días el crimen de María del Carmen Mejías Fernández. Mañana se inicia el juicio con jurado popular en el que su vecino, Moisés Rodríguez Rodríguez, apodado el Canario, se enfrenta a una acusación de asesinato. La Fiscalía le pide 21 años de cárcel. En una entrevista con este periódico, el jefe del Grupo de Homicidios explicó los detalles de esta investigación, que terminó con la confesión del presunto asesino pese a que antes mintió hasta en tres declaraciones.

"Nos llaman la mañana del sábado y vamos hasta el lugar en el que apareció el cuerpo. Tuvimos la ventaja de que nos hicimos cargo desde el principio del caso y sólo había estado allí una patrulla que acudió a comprobar la llamada de los cazadores. Hasta que llegó el forense hicimos todo tipo de especulaciones y, cuando éste le dio la vuelta al cuerpo, tuvimos ese punto de suerte que es necesario en toda investigación. En un bolsillo del pantalón había un DNI, a nombre de María del Carmen Mejías Fernández, con domicilio en Guillena. ¿Qué podía hacer una vecina de Guillena en una finca de Coria, al otro extremo de Sevilla?", relata este mando policial.

Con la identidad del DNI, los investigadores averiguan cuál es el teléfono móvil de esta mujer y el juzgado autoriza que se intervenga la línea. "No teníamos muchas esperanzas en esta vía porque, si el cuerpo llevaba allí dos días, es difícil que a un smartphone moderno le aguante tanto la batería. Pero sí que la compañía nos facilitó ese mismo sábado el listado de llamadas. Ahí vimos un número que se repetía mucho".

El domingo por la mañana, otros miembros del grupo se desplazan a Guillena para conocer algo más sobre la mujer a la que corresponde el DNI. Averiguan que está separada, que tiene un niño, que se hablaba de que tenía una relación con un rumano del pueblo y que últimamente se la había visto mucho con un vecino, el Canario. Los testigos los sitúan en la playa, en la Feria de Jerez y juntos por el pueblo. Comienza una investigación sobre el entorno de la víctima. El marido explica a los agentes que la ha llamado porque tiene que devolverle al niño pero no ha conseguido hablar con ella.

Mientras están inspeccionando la casa de la víctima, aparece el Canario con su coche recién lavado. Los policías le preguntan sobre María del Carmen y éste les dice que apenas la conoce, que no tiene relación con ella. Es su primera mentira. Se muestra colaborador y permite a los agentes que inspeccionen su casa. Allí los policías descubren varios palos porque el Canario es ligeramente discapacitado y los suele utilizar como bastón para apoyarse al caminar. Cuando le piden su número de teléfono, descubren que es el que tanto se repite en el listado de llamadas de la víctima. Se convierte en ese momento en el primer sospechoso. Investigan al marido y al rumano, pero descartan pronto que estuvieran implicados en la desaparición.

"El momento más tenso fue quizás cuando tuvimos que comunicarle a la familia que María del Carmen había sido asesinada. Eran varios hermanos y la primera reacción que tuvieron algunos de ellos fue la de irse a linchar al rumano, al que creían autor de la muerte. Una agente del Grupo los tranquilizó, nombraron a un portavoz para que se comunicara con la familia y que estuvieran siempre informados", apunta el jefe.

Los investigadores cierran el cerco sobre el Canario. No le dejan pensar. Le toman una segunda declaración, en la que el Canario vuelve a mentir. Se está fabricando una coartada. Dice que vio a María del Carmen la mañana del jueves día 4, que le dijo que iba a ir al juzgado y que no la volvió a ver ese día. A los interrogadores les llama la atención que da muchos detalles, todos los que puede. Siempre dice estar acompañado de gente que pueda testificar. En ese momento la Policía pide la intervención del teléfono. Sobre la relación que tenían, el sospechoso asegura que la tiene bloqueada en el whatsapp y que se le han borrado los mensajes.

La señal de GPS de los teléfonos móviles indica que los terminales del Canario y de la víctima estuvieron juntos el 4 de septiembre. Marcan varias ubicaciones, primero en Guillena, luego en Sevilla y finalmente en la finca La Cascajera, donde apareció el cuerpo. Es este un lugar remoto, al que se llega por una pequeña carretera, una vez pasados el polígono La Isla y la urbanización La Hermandad. Es término de Coria, pero está al otro lado del río, más cerca de Dos Hermanas.

Del Canario saben ya los investigadores que ha empezado una relación con una mujer precisamente vecina de Coria, que éste va a menudo a este municipio y él confiesa que siempre le ha gustado mucho cruzar el río en la barca con sus hijos. Es decir, conoce la zona próxima a la que apareció el cuerpo de su vecina. Los policías tratan de confirmar su coartada, pero ésta se derrumba. El secretario del juzgado de Guillena afirma haber visto a María del Carmen allí, sí, pero no el día 4, sino el 3. Lo recuerda perfectamente, dice, porque ella le comentó que tenía puesta una denuncia y que iba a pedirla en los juzgados del Prado para llevarla después al de Guillena.

La Policía sabe ya que unos días antes, el 2 de septiembre, su novia había pasado por primera vez la noche con él en su casa de Guillena. Cuando la pareja llegó, el Canario vio a María del Carmen que lo esperaba sentada en la puerta, fumando un cigarrillo. Se intercambiaron saludos y ella comenzó a enviarle mensajes de whatsapp. Es entonces cuando él la bloquea, para no fastidiar la noche con su novia.

El lunes 8 de septiembre el Canario se ve muy cogido. Presta una tercera declaración, todavía como testigo. En ella admite que estaba con María del Carmen en la finca de Coria, que ella se cayó y se abrió la cabeza y la dejó allí. No explica ni cómo llegó ni cómo se marchó. Vuelve a mentir, incluso en algunos detalles como en la ropa que llevaba. Habla de un polo rojo, cuando las cámaras de una gasolinera lo captarían con uno de color azul. Cuando admite que dejó a la mujer allí malherida, la Policía lo detiene y se interrumpe su declaración. Ya no es testigo sino imputado y es necesaria la presencia de un abogado.

Al día siguiente lo llevan al lugar donde apareció el cuerpo. Allí se desmaya. Cuando recobra el conocimiento, admite que la golpeó dos veces en la cabeza, que lo hizo porque ella quería algo con él y pensaba que iba a arruinar su relación con su novia. La Policía analiza las imágenes de las cámaras de seguridad de los juzgados del Prado y comprueban, efectivamente, que María del Carmen estuvo allí la mañana del día 4. Llevaba consigo las gafas de sol y un bolso, que nunca apareció. La pareja fue grabada antes también por las cámaras de una gasolinera de Guillena.

Con esta confesión y estas pruebas, el detenido es puesto a disposición judicial, pero ante el juez cambia de versión de nuevo. Dice que fue un golpe fortuito, que ella se cayó y él se asustó. El juez ordena una reconstrucción judicial de los hechos, en la que el sospechoso modifica otra vez su relato. Dice que discutieron, que él la empujó y ella se cayó, pero que él la ayudó a levantarse. Mientras se incorporaba, él la golpeó, presuntamente, con el palo en la cabeza. Fue éste el golpe que resultó mortal. El juez decretó su ingreso en prisión preventiva, situación en la que permanece desde entonces.

El bolso y el teléfono móvil de la víctima no aparecieron nunca. El acusado sacó dinero de la cuenta del banco de la víctima después del crimen, lo que lleva a pensar que disponía de la documentación de ella. Por encontrarse la víctima en una situación de indefensión, ya que estaba en el suelo y se estaba incorporando, la Fiscalía ha calificado el caso de asesinato. La Policía cree que la llevó a aquel lugar que él conocía con el objetivo de matarla. Para el responsable de la investigación, fue clave la celeridad con la que se hicieron todas las gestiones, que impidieron escapar o destruir pruebas al asesino confeso, y el despliegue de todo el equipo. Moisés Rodríguez Rodríguez, el Canario, el mentiroso compulsivo, será enjuiciado por un jurado popular a partir de mañana.

Experiencia, especialización y formación

El Grupo de Homicidios es una de las unidades que presenta una mayor eficacia en la Policía de Sevilla. En lo que va de año llevan cuatro casos investigados en la capital y los cuatro se han resuelto: el de una anciana que fue asesinada presuntamente por un marroquí que entró a robar en su casa de la calle Cedro, en Torreblanca; el de la mujer apuñalada por su sobrino en la barriada de San Diego; el del menor marroquí que mató a una limpiadora del centro comercial Nervión Plaza, y el del cura que fue asesinado por el marido de su sobrina en la calle Francisco Carrión Mejías. Para el jefe del grupo, en este trabajo son fundamentales una serie de factores: la experiencia, la especialización, las aptitudes y una formación continua. Se requiere un determinado currículum para acceder a esta especialidad, que combine la esencia del policía -trabajo de calle, atención al ciudadano y experiencia en grupos de investigación- con la imaginación y la flexibilidad a la hora de afrontar las investigaciones. "En el grupo se combinan la experiencia de los especialistas sénior con las ganas de aprender y el ímpetu de los veteranos de Policía Judicial que ingresan en la especialidad", apunta el jefe de la unidad. En el actual Grupo de Homicidios hay un agente que lleva veinte años y otra que lleva diez. También son fundamentales las aptitudes, entre las que el responsable del grupo destaca la tolerancia a la frustración, la flexibilidad, la gran capacidad de absorción de información en poco tiempo, la empatía y la decisión, entre otras. La formación continua es clave, porque siempre llegan nuevas técnicas y medios de investigación, así como es fundamental el conocimiento de la medicina legal. En Homicidios no sólo se investigan crímenes, sino también accidentes laborales, incendios, suicidios y, en general, los casos de todas las personas que aparecen muertas en Sevilla.

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