Calle rioja

El nuevo gran teatro del mundo

  • Simultaniedad. En la plaza Calderón de la Barca, junto al mercado de la Feria y la iglesia de Ómnium Sanctórum, confluyen un cineasta, un novelista novel y un histórico del sindicalismo

EN la plaza Pedro Calderón de la Barca ya no se puede jugar al fútbol como en la foto que en los años 80 tomó Atín Aya y aparece en su libro Sevillanos. Como contrapeso, en esa época el Palacio de los Marqueses de la Algaba era un solar abandonado y ahora es un edificio multiusos que además alberga un centro de interpretación del Mudéjar sevillano. El palacio limita por un lado con la calle Amargura y por la otra con la calle Arrayán, teniendo frente por frente el mercado de la Feria y pasando el bar El Algabeño la iglesia de Ómnium Sanctórum.

En ese mismo palacio recibió el martes Eduardo Saborido el premio Plácido Fernández Viagas de la asociación Derecho y Democracia. El nombre del primer presidente de la Junta de Andalucía para jalonar la trayectoria de uno de los más significados luchadores por la democracia y contra el franquismo, protagonista con sus compañeros y amigos Fernando Soto y Francisco Acosta del proceso 1001, convertidos por el tiempo y la Historia en tres mosqueteros del sindicalismo.

El palacio acoge presentaciones de libros, actuaciones musicales, proyecciones, todo tipo de actividades en un entorno preñado de reminiscencias histórico-culturales, un cóctel de la Sevilla roja y la Cruz Verde, la ciudad mudéjar y la industrial.

El mercado de la Feria es el eje, el Álamo de una actividad creativa. Por su periferia o sus callejas interiores, uno se puede cruzar con distintos creadores. Sube por La Alegría de la Feria Julio Fraga, que se estrenó con su primera película en los festivales de Málaga y Sevilla. Arranca su moto junto a la puerta de la iglesia Jorge Molina, que después de viajar en un libro al corazón de Doñana se adentró en la más apasionante y traicionera de las especies, la humana, en su novela Una chaqueta tirada en el césped. Dedicado ahora a los guiones, le ha salido una historia turbadora, inteligente y divertida que le ha editado Samarcanda, los editores de Pepe Mel y Manuel Garrido. Por Amargura camina la fotógrafa Remedios Malvarez, que va a presentar en la Bienal de Flamenco un documental sobre el Polígono Sur.

Un cliente pide en la tienda El Taller, de la calle Feria, que le encuadernen un manual para blogueros. El que aguarda turno se entretiene en buscar en el mapa del ordenador el destino para la escapada de Pepe, uno de los dueños de la tienda. Es hijo de Pepita, que fue mi vecina en los primeros años 80, los del 28-F, el 23-F y el Mundial de España. Los inicios de la década que siguió a la que por diferentes motivos protagonizaron Plácido Fernández Viagas y Eduardo Saborido, unidos en el palacio de unos marqueses.

Pepita sigue viviendo en la calle Galera, junto a una casita que rehabilitó el arquitecto Antonio González Cordón. Su hijo y una de sus nietas vuelven a final de esta semana al pueblo originario de la abuela, Cóbreces, un refugio de la Montaña situado a nueve kilómetros de Santillana del Mar y a siete de Comillas. Como Mahoma no iba a la Montaña… los foramontanos bajaron a Al-Andalus. Ayer, día de San Pedro y San Pablo, era fiesta en ese pueblo: tiene la primera iglesia hecha con hormigón en España, la de San Pedro ad víncula. El encuadernador se quedará en una aldea llamada Las Mañanitas, que suena a canción mexicana.

Adivinanza para Rogelio Gómez Trifón. ¿Qué Martínez es de la Montaña y que Martínez Montañés? Montañesa es Teófila Martínez y Martínez Montañés, al que noveló Fernando Carrasco, era de Alcalá la Real, pueblo de Jaén. Después de revivir un año más en el campanario de la Giralda las lágrimas de San Pedro, Rogelio viajó ayer rumbo a la Montaña, a sus dominios pasiegos, segunda nacionalidad. Como Gladiator, hizo la ruta de la Plata pasando por Santiponce a los dominios de Gonzalo González de la Gonzalera.

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