Sevilla

El declive de la Unidad Canina de Rescate

No hace mucho tiempo, cuando llegaban noticias de algún terremoto en cualquier parte del mundo, un grupo de personas de Sevilla se empleaba en organizar el viaje a la zona más afectada por el seísmo de la manera más rápida posible. En ese grupo siempre solía haber varios miembros de la Unidad Canina de Rescate (UCR) de los Bomberos del Ayuntamiento de Sevilla. Contaban con alguna ayuda pública o de alguna ONG, patrocinios de empresas privadas o incluso alguna vez pusieron dinero de sus bolsillos para costear el viaje y la estancia. Esta semana, con el terremoto de Italia, nadie en el Ayuntamiento de Sevilla se ha planteado que los bomberos de la capital podrían ser útiles buscando personas entre los escombros. Málaga, sin embargo, sí ha mandado a un grupo de bomberos a la zona más afectada.

¿Por qué una unidad que fue puntera en todo el mundo no está rescatando personas hoy en Italia? Principalmente porque los recortes han ido mermando cada día más no sólo la capacidad de la unidad sino también la propia voluntad de los agentes que la componen, que sí estuvieron en terremotos como el de El Salvador, en el año 2001, o el de Haití, en 2010. Quizás pueda argumentarse que Italia es un país que cuenta con recursos propios suficientes para manejar la situación, y que no ha pedido ayuda internacional, pero lo cierto es que tampoco ha habido movimiento alguno para enviar refuerzos.

La unidad canina de los Bomberos de Sevilla se creó a mediados de los 90, aunque su fundación oficial fue el 15 de marzo de 2002. Fue una de las más reconocidas a nivel mundial, sobre todo a raíz de la implantación del llamado método Arcón, un sistema de trabajo ideado por uno de los miembros de la unidad, Jaime Parejo, que lo bautizó así en honor del perro con el que trabajaba. El método Arcón se llevó a muchos países e incluso su creador llegó a estar nominado al Premio Príncipe de Asturias. Hoy, Parejo ha dejado la unidad canina de Sevilla y los que la forman ya no trabajan con el método Arcón. Lo hacen con otro sistema, que aseguran que es igual de válido para localizar a personas con vida atrapadas con escombros, pero desvinculado ya del que les dio fama en su día.

Se basa en el adiestramiento de los perros para encontrar siempre a personas vivas, no cadáveres. Los siete bomberos que conforman esta unidad -eran nueve al principio- siguen realizando sus prácticas periódicamente. Para ello utilizan los solares en los que hay algún derribo. Cuentan con perros de agua y pastores alemanes, dos de las razas más inteligentes, para poder detectar el olor y la respiración de las personas sepultadas.

En los últimos años la unidad atraviesa una de sus épocas más bajas. Hubo un momento en el que incluso la Jefatura prohibió el acceso de los perros a los parques de Bomberos. Los animales son propiedad de los funcionarios y están en sus casas particulares. Reciben una pequeña cantidad para mantenerlos y, tras muchas peleas, a los agentes se les han reconocido seis horas de trabajo por el tiempo que emplean en las prácticas, que suelen hacer en sus días libres. En el mandato de Juan Ignacio Zoido, algún responsable de la delegación de Seguridad llegó a deslizar que la unidad podría disolverse porque sus funciones ya las cubría la Unidad Militar de Emergencias (UME).

Actualmente el panorama no es mucho mejor. Los bomberos sí pueden llevar los perros a los parques. De hecho, así lo hacen cuando están de guardia, para no tener que perder el tiempo en ir a buscar al animal a casa si se produce un derrumbe. Todo ello lo que les ha llevado es a perder la ilusión. Sin ella no se puede ir, ni a Italia ni a ninguna parte.

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