Sevilla

Carta del corredor de la muerte

  • Homenaje a María Asunción Milá por su lucha contra la pena de muerte. Escribió a obispos y al Papa para que el nuevo Catecismo explicite la condena de la pena capital.

Una ejecución artística, la que tiene lugar en la ópera Tosca, la impresionó en su juventud. Una ejecución real, la del anarquista catalán Puig Antich, la conmocionó. En el equilibrio que la acción y la reflexión hacen en la personalidad de María Asunción Milá de Salinas (Barcelona, 1919), el segundo hecho la llevó a fundar la Asociación Española contra la Pena de Muerte. Ella era la secretaria. Ramón Carande, su primer presidente.

María Asunción llegó este jueves pletórica a la Facultad de Derecho. Se bajó del coche en el que la acompañaban Álvaro y Alejandra Salinas, dos de sus 22 nietos, y dos religiosos, la hermanita Marie y el hermanito Isaac. Los diminutivos pueden llamar a engaño por la dimensión de su compromiso: pertenecen a la Comunidad del Cordero, una orden comprometida en la abolición de la pena de muerte. Por ahí se encontraron con María Asunción.

Tres instituciones, el Colegio de Abogados de Sevilla, la Facultad de Derecho y el Instituto de Criminología, se unieron para homenajearla. Una mujer singular. Desde hace tres años se cartea con un recluso "medio mexicano, medio americano", preso en el corredor de la muerte de Texas. "Dice que su único consuelo es leer la Biblia, que en el Génesis nos dice bien claro que Yavé no mató a Caín y que matar al homicida es multiplicar el homicidio sin fin".

El Concilio de Trento se consagró como martillo de herejes. Antonio Enrique Pérez Luño, catedrático de Filosofía del Derecho, la bautizó este jueves como "martillo de los obispos". Ha visitado a unos cuantos prelados, se ha carteado con muchos más y gracias a la mediación del profesor Luis Arroyo Zapatero, que a este jueves vino desde Ciudad Real para sumarse al homenaje, consiguió que por fin le respondiera a su carta el papa Francisco. Arroyo, miembro de una comisión internacional contra la pena de muerte en la que hay 25 Universidades y más de trescientos profesores, le habló al pontífice de que en Sevilla había una señora, buena cristiana -este jueves asombró al auditorio con su lectura de la parábola del publicano y el fariseo- obsesionada con un tema: reformar el Catecismo para que condene taxativamente la pena de muerte.

El Papa respondió a la carta de María Asunción, le regaló un rosario y encomendó al arzobispo de Viena, Christoph Schönborn, que en la nueva redacción del Catecismo figure esa referencia. "Si la pena de muerte y la violencia fueran algo positivo para la humanidad, el Evangelio nos lo habría recomendado", dijo María Asunción. Juan José Asenjo, arzobispo de Sevilla, confirmó los desvelos de su homólogo austriaco. "No va a triunfar después de muerta, como el Cid, lo va a ver en vida". José Rodríguez de la Borbolla retrocedió tres obispos y cuatro décadas y recordó una visita de María Asunción y Carande al Palacio Arzobispal para pedir la mediación del cardenal Bueno Monreal.

El acto lo moderó el vicedecano de la Facultad, Pablo Luis Núñez. José Joaquín Gallardo, decano del Colegio de Abogados, leyó el extracto de un artículo contra la pena de muerte que María Asunción publicó en 1977. Borja Mapelli dijo que la pena de muerte del siglo XXI es la "eutanasia activa" en focos como Holanda y Bélgica.

El salón de actos se llenó de Salinas. Estaban once de sus doce hijos: Manuel, Diego, Leopoldo, Juan, Fernando, Álvaro, Marcos, Miguel, Bruno, Nicolás y Cristián. José María murió el mismo día que María Asunción recibió la carta de Bergoglio. En la pantalla, una foto con Enrique Gimbernat, Carlos García Valdés, el profesor Aranguren y el obispo Iniesta, el rayo de Vallecas. "Iniesta era un santo. Decía que la pena de muerte era inhumana y por tanto anticristiana".

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