Sevilla

Los directores de los institutos ganarán peso frente al actual claustro de profesores

  • Los responsables de los centros asumirían más tareas de inspección, organización y selección de personal · La Junta evita asumir el borrador de la reforma sobre el que se trabaja

Una reconversión en toda regla. El documento que contiene las bases del que será el nuevo reglamento orgánico de los institutos supone una transformación de los centros de Enseñanza Secundaria tanto en su funcionamiento como en el grado de independencia de la administración educativa. Este borrador destaca tanto por sus cambios como por las incógnitas que lo rodean, ya que a día de hoy ni la Junta ni ningún agente de la comunidad educativa se atreven a asumir oficialmente su autoría. Lo único que se reconoce es que la Consejería de Educación ha establecido un plazo para que los claustros de profesores y los consejos escolares de cada centro aporten sus sugerencias para redactar un nuevo reglamento para estos centros, según establece la Ley de Educación Andaluza (LEA) y que la actual consejera, Teresa Jiménez, ya anunció como uno de los retos del actual mandato.

Por lo que respecta al borrador sobre el que ya se trabaja, la primera conclusión que se extrae es el refuerzo de la figura del director -sobre el que recaen nuevas competencias-, lo que, unido a la creación de nuevos departamentos con gran poder de decisión, resta importancia al claustro de profesores, que ya han dado la voz de alarma sobre estos cambios.

El borrador del reglamento orgánico de los institutos ha salido a la luz pública con más sombras que luces. Todavía no se conoce si es Educación, un sindicato u otro tipo de ente el que ha redactado este proyecto. La Consejería que dirige Teresa Jiménez niega que de este departamento haya salido ningún escrito; es más, se remite al actual proceso de sugerencias para afirmar que cualquier borrador que se elabore al respecto se redactará a partir de las peticiones que envíen los distintos centros. Los sindicatos, por su parte, indican que el documento es un texto "embrionario" -la manera en que está redactado es muy esquemática-, que ha llegado a los institutos y a otros agentes educativos desde la Junta a través de una filtración. Los representantes de los docentes se atreven, incluso, a señalar que detrás de este borrador podría estar la asociación de directores de institutos andaluces (Adian) que ha mantenido en los últimos meses varias reuniones con la Consejería de Educación, ya que buena parte de los intereses de este colectivo aparecen reflejados en el documento.

Lo reconozca la Junta o no, lo cierto es que este borrador transforma la organización de los centros de Educación Secundaria, tanto en el número de departamentos como en las competencias que se les asigna al director. Sin duda alguna, es el máximo representante del instituto el que sale reforzado en este borrador, que introduce como principal novedad la "potestad disciplinaria" del director sobre los docentes, al adquirir buena parte de las funciones que desempeñan los inspectores de la Junta. Se trata de sancionar diversas "faltas leves" como el incumplimiento injustificado del horario lectivo de los profesores hasta un máximo de nueve horas al mes, la falta de asistencia injustificada en un día y la omisión de los deberes y obligaciones, siempre que no sean considerados de falta grave, algo que compete ya a los inspectores. Estas "indisciplinas" podrán ser sancionadas con apercibimientos que tendrán que ser comunicadas a la Delegación de Educación.

Pero no sólo el refuerzo de su papel se centrará en esta capacidad sancionadora, sino en otras funciones otorgadas a la Junta y que ahora pasan a a manos del director. De esta forma, el máximo dirigente de un instituto no tendrá que esperar a que la Delegación de Educación busque un sustituto ante la falta de un profesor, sino que podrá elegir dentro de la bolsa de interinos a un docente que se adapte al perfil del profesional que busca. Esta competencia, que se ha venido en llamar "profesores a la carta", aunque otorgaría mayor poder al director, también solucionaría un problema histórico que han tenido los centros educativos, como es la tardanza en realizar las sustituciones, lo que ha provocado que muchos equipos directivos tengan que cubrir esas bajas con personal de apoyo, que no reúne las características específicas para impartir una materia.

Otra de las competencias que tendrá un director será la de proponer los requisitos de especialización para ocupar ciertos puestos, así como las materias que impartirá cada docente, una labor que realizan los departamentos que gestionan las distintas áreas educativas. A todas estas facultades se suman también las de proponer el nombramiento y cese de las jefaturas de los departamentos así como de los tutores y personal del equipo directivo, cuestión que tendrá que ser propuesta a la Delegación de Educación -previa comunicación al consejo escolar y al claustro de profesores, que sólo tendrán que ser informados- y designar al profesorado para el desarrollo de las medidas de atención a la diversidad.

Las razones que justifican este aumento del poder del director se asientan en el intento de la Junta de dotar de "más autonomía" a los institutos, una mayor autogestión que lejos de caer en el claustro de profesores o en el consejo escolar -que hasta este momento decidían buena parte de estas cuestiones- revierten ahora en una sola figura: el director. Habrá que esperar, entonces, a que la Junta reúna las sugerencias para comprobar si finalmente se sigue adelante con las ideas que contiene lo que hasta hoy es un borrador.

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