Monumento Tributo al creador de la chicuelina

El arte eterno de Chicuelo

  • La Alameda acoge desde ayer la escultura dedicada al torero Manuel Jiménez Moreno realizada en bronce por el escultor sevillano Alberto Germán Franco

"La Alameda ya estaba preparada para acoger a dos de sus más ilustres vecinos. Uno, el torero, porque ya era justicia que tuviera el homenaje de los sevillanos en el que fue su barrio y la otra, una gran cantaora".

Así comenzaba ayer el alcalde de Sevilla, Alfredo Sánchez Monteseirín, el homenaje a Manuel Jiménez Moreno, Chicuelo y a Pastora Pavón, la Niña de los Peines. Desde ahora, dos esculturas en su honor estarán junto a la de Manolo Caracol en la cabecera norte de la Alameda de Hércules.

En un tributo en el que no faltaron familiares de ambos artistas ni compañeros de profesión, se descubrió la escultura de Chicuelo, obra del sevillano Alberto Germán Franco, que se alza en bronce con una altura de tres metros y representa al torero realizando una de sus emblemáticas chicuelinas. "Es el momento de reconocer a uno de los grandes maestros que marcó un nuevo rumbo en la tauromaquia. Con su toreo con los pies juntos marcó un antes y un después. Indudablemente fue una fuente de la que han bebido muchos maestros", declaró el alcalde. Uno de esos maestros que se encontraba allí, junto con Miguel Báez Litri o Manolo Carmona, era Curro Romero, quien declaró que Chicuelo, nacido en la calle Betis en 1902, merecía desde hacía tiempo un homenaje así y destacó la "humildad y sencillez" de la familia del torero, de la que reconoció ser íntimo.

Precisamente, uno de los hijos del maestro, el también matador de toros, Rafael Jiménez Chicuelo, expresó la satisfacción de la familia después de "tanto tiempo luchando" porque este monumento fuese una realidad.

"Este grupo escultórico representa la esencia del arte, pues aquí se reúnen el flamenco y el toreo", dijo el teniente de alcalde, Antonio Rodrigo Torrijos, que citó versos de Lorca y Gerardo Diego para referirse a la cantaora y al torero, respectivamente. Y es que estas tres esculturas se unen en un lugar emblemático: Caracol frente a la casa donde nació, Chicuelo en la zona donde vivió hasta su muerte en 1967 y la Niña de los Peines donde empezó su carrera artística. La estatua de la famosa cantaora, que se inauguró en 1968, vuelve ahora a su ubicación original después de ser trasladada con motivo de las obras de remodelación de la Alameda. "De esta forma ponemos el broche de oro a una intervención urbanística que los sevillanos ya están disfrutando", afirmó Monteseirín, mostrándose orgulloso de una zona a la que pretende que vuelva "la creatividad y el arte de antaño". El presidente de la Fundación Caja Rural (que ha financiado la obra), José Luis García Palacios, dijo que "Belmonte fue el que templó pero Chicuelo ligó". Añadió que "Sevilla le debía este reconocimiento a una de las grandes figuras del toreo, cuya grandeza residía en ser humilde siendo una extraordinaria figura".

La escultura está acompañada por un bajo relieve cilíndrico insertado en el pedestal que ofrece imágenes de distintos pases y suertes del genial torero sevillano. Ha sido promovida por la Comisión pro-monumento cuyo presidente, Fernando Vázquez, sentenció diciendo: "Qué verdad es que todo pasa menos el arte, que es eterno. Y eterna debe ser la gloria para un maestro de la torería, plasmada en algo que nos esté recordando constantemente que aquella persona fue en nuestra incomparable fiesta nacional un espíritu creador de belleza a través de un pase en el que las manos, el corazón y la cabeza, es decir, todo el cuerpo, iban al unísono de una forma inseparable con el toro y sobre todo lento y a compás, como los buenos cantes".

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