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Tarta de cumpleaños en barco pirata

  • Aniversario. La librería Céfiro, en Virgen de los Buenos Libros, cumple esta semana 25 años. El historiador Francisco Espinosa fue el primer cliente y vuelve cada sábado

ESTÁ especializada en libros de Historia y su primer cliente fue un historiador. Es una de las muchas anécdotas que atesora Eduardo Baraja (Sevilla, 1951), que el 28 de enero de 1985 abrió la librería Céfiro en la calle Virgen de los Buenos Libros. Un negocio que el jueves cumplirá 25 años de vida. "La primera persona que entró en la librería sigue viniendo todos los sábados. Suele venir a la una de la tarde y siempre se lleva algún libro". Baraja se refiere al historiador Francisco Espinosa. Uno de los muchos autores que han figurado en el escaparate de Céfiro. "En la puesta en marcha me ayudó mucho Isabel Tejera, de la librería Vértice, en la calle Mateos Gago, y una de las cosas que me recomendó fue que tuviera un buen escaparate. Por eso busqué una esquina".

Y por eso el lector, o el simple paseante que pase por esta esquina, verá desde la calle libros con portadas relativas a la conquista de las Islas Molucas, la ganadería guipuzcoana durante el Antiguo Régimen, leyendas de la Inglaterra del Rey Arturo o Sevilla bajo la monarquía de Amadeo de Saboya. Todas las épocas, todos los lugares, biografías de mujeres con carácter como Teresa de Ávila o Catalina la Grande, y un tercer escaparate, más reducido de tamaño, que siempre suele ser monográfico y ahora, para delicia de la legión de seguidores del género, está dedicado a los piratas, con títulos de Salgari, Stevenson o, sorpresa incluida, de Lope de Vega.

Eduardo Baraja, sevillano de la calle Marqués de Paradas, dejó Medicina en quinto curso y decidió que había llegado el momento de ponerse a trabajar. No sólo recuerda al primer cliente. También el primer éxito de ventas: no un autor de masas o un best seller. "Fue un libro editado por la Consejería de Cultura, un volumen de grabados que era octogonal por las ocho provincias andaluzas". El buen librero, caso de Baraja, es el que le da hospedaje en su librería a La Historia del Arte de Grombich, siete millones de ejemplares vendidos en todo el mundo, y a libros "de poesía editados por los propios poetas que me los traen a la librería".

Los 25 años le cogerán leyendo portugués. "Voy a empezar el primer tomo de las obras completas de Teixeira Gomes, un señor de Portimao que fue presidente de la República Portuguesa". Eduardo Baraja estudió portugués "por gusto y por ideología" y todos los años, hasta que la crisis suspendió el año pasado la celebración, acudía a Portimao, en el Algarve, a un congreso de cultura Iberoatlántica. Tuvo clientes políticos cuando el Parlamento andaluz estuvo en la iglesia de San Hermenegildo y la presidencia de la Junta, con Borbolla, ocupó el palacio de Monsalves.

En este cuarto de siglo, cambio de siglo, de milenio, de moneda y de soportes de escritura, cambios en la propia piratería, el librero ha tenido en su negocio un observatorio de los cambios de la sociedad. "Si tuviera que mencionar uno, diría que en estos años se ha notado que la mujer lee más y mejor que el hombre. Cuando viene a la librería, sabe lo que quiere, te lo pide directamente. El hombre por lo general está más despistado". Pasaron insoportables levedades del ser, nombres de la rosa y memorias de Adriano. Si el librero que se curó de la Medicina con los libros tuviera que elegir tres autores representativos de este tiempo de escaparate y esquina, lo tiene claro: "Domínguez Ortiz, que incluso nos honró con su presencia, García Márquez, que nunca pasa de moda, y Cernuda, en parte por gusto personal, me ocupo de que nunca falte".

Un historiador, un novelista y un poeta. Y una de piratas. Los libros de autoayuda sólo los tiene por encargo.

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