Solidaridad Iniciativa nacional

El juego, la mejor medicina

  • El proyecto nacional Juegaterapia, en colaboración con la asociación Andex, repartió ayer juguetes entre los niños hospitalizados en el Virgen del Rocío y el Macarena

A sus ocho años Diego es un niño muy alegre. Ayer ingresaba de nuevo en la planta oncológica pediátrica del Hospital Infantil del Virgen del Rocío acompañado por sus padres y una de sus hermanas para una intervención. El príncipe de la casa, como le llama cariñosamente su madre, no pudo contar con mejor bienvenida: el grupo de voluntarios de la Asociación para el Desarrollo de Proyectos Sociales, promotora del proyecto Juegaterapia, repartió entre todos los pequeños hospitalizados consolas y videojuegos donados por otros niños.

Un total de 34 consolas fueron entregadas en los hospitales Virgen del Rocío y Virgen Macarena como parte de una iniciativa nacional sin ánimo de lucro que permite reciclar estos juguetes que otras familias ya no necesitan para entregarlos, a través de las diferentes asociaciones que forman parte de la Federación Española de Niños con Cáncer, en los centros sanitarios. En Sevilla, la Asociación de Padres de Niños con Cáncer (Andex) fue la encargada de entregar los regalos. A través de los juegos, los pequeños olvidan por un breve tiempo su enfermedad. "El tratamiento es muy duro, y este tipo de iniciativas les devuelven la sonrisa y les ayudan a su recuperación", asegura Yolanda Blázquez, la madre del pequeño Diego.

Desde su fundación hace 25 años Andex ha luchado por fortalecer el Centro Oncológico Infantil en el Hospital Virgen del Rocío, el centro de referencia. En ella, los niños acuden a la escuela por la mañana, juegan y realizan talleres y actividades por la tarde. "El cariño es la mejor medicina, nosotros trabajamos para fortalecer la atención humana porque la médica ya la reciben", explica María Luisa Guardiola, presidenta de la asociación.

La vida diaria en la planta es como la de una "gran familia". Como asegura María Luisa Guardiola, el apoyo que reciben los familiares por parte de los voluntarios de Andex es fundamental para el transcurso de la enfermedad: "Somos ese hombro donde pueden llorar, les entendemos y sabemos lo difícil que es la situación en cada momento".

Durante los primeros meses, los padres sienten mucha impotencia, y continuamente se preguntan queriendo encontrar una razón que les explique el porqué de la enfermedad. "Cuando entré la primera vez y vi el nombre de oncología pediátrica rompí a llorar y a dar golpes en la pared", recuerda Yolanda Blázquez, quien agradece el trabajo que diariamente prestan la psicóloga y los voluntarios. Entre los padres se crea un vínculo muy fuerte, "porque convivimos a diario". Ese sentimiento es compartido hacia los voluntarios que les escuchan, atienden sus necesidades y trabajan para lograr que no se sientan solos. "La junta directiva la formamos padres que hemos pasado por esta situación y les entendemos", afirma Guardiola.

Uno de los objetivos de la asociación es lograr que los menores se desarrollen porque ante todo siguen siendo niños. Por ello, acuden a la escuela, donde reciben una formación general mientras que otros asisten también a clases particulares. "Estamos en contacto con los colegios para ver cuáles son las materias que deben aprender. El objetivo es que el niño no deje de lado su formación académica porque cuando se recupere la necesitará para su futuro", explica la presidenta de Andex, quien añade que esta escuela también es muy positiva para los padres, porque ven cómo sus hijos "siguen haciendo una vida lo más normal posible y tienen una visión de futuro".

Durante el tiempo que viven fuera del hospital, los pequeños aprenden a otorgar valor a todo lo que les rodea: "Salir al cine o al parque adquiere mucho valor; los niños maduran y aprenden a disfrutar los pequeños momentos a los que normalmente no les damos importancia porque siempre están ahí", asegura esta madre.

Rosalía González coordina el grupo de voluntarios de Andex, con quien colabora desde hace tres años: "Es una experiencia en la que aprendes muchísimo. Ver cómo eres capaz de hacer feliz a un niño es lo más gratificante".

El equipo de voluntarios está formado por más de 120 personas, que colaboran tanto dentro como fuera del hospital: "Aquí jugamos con ellos, pintamos, nos disfrazamos y hacemos talleres; atendemos también a los padres". Otro grupo de voluntarios trabaja en actividades en la sede y otras con carácter puntual como las excursiones y las recaudaciones.

El juego y el cariño se convierten en el mejor tratamiento para estos niños. El pequeño Diego, atónito, abría ayer su nueva consola sin perder la sonrisa. El cáncer no se la ha borrado.

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