Vivir en Sevilla

Dos velás en una misma noche

  • Primera jornada festiva en Triana, con actos oficiales y buen ambiente en la calle Betis.

La Velá de Santa Ana tuvo este lunes su alumbrado. A medianoche, las bombillas de la calle Betis y el Altozano se encendieron a la vez que los farolillos blancos y verdes que cuelgan en el Puente de Triana para dar comienzo a la fiesta grande del antiguo arrabal. El primero de estos seis días festivos tuvo un carácter dual. Mientras que en la orilla del Guadalquivir los últimos preparativos dieron paso a la llegada del público más tempranero, el patio del antiguo Hotel Triana albergó la inauguración oficial con la presencia de las autoridades.

Francisco Javier Gutiérrez Juan, director de la Banda Sinfónica Municipal, abrió la programación con un concierto, que comenzó con Malagueña y finalizó con Dicen de mí. La actuación, que comenzó con algo de retraso, tuvo uno de sus puntos álgidos cuando el cantaor Guillermo Cano se unió a los músicos de la agrupación centenaria en uno de los temas elegidos por Gutiérrez Juan.

Al término del concierto, Francisco Pérez, delegado del Distrito Triana, subió al estrado y dio paso a Manuel Melado, el polifacético autor del pregón. Letrista de sevillanas, escritor y barbero, Melado hizo un recorrido por las fiestas de Triana, como el Rocío, el Corpus y la Semana Santa, sin olvidar la que este lunes exaltó ante muchos de sus vecinos. El pregonero también dedicó algunas palabras a esos trianeros que han llevado el nombre de su barrio por el mundo, haciendo especial hincapié en las figuras del flamenco del antiguo arrabal.

Al término del pregón, Juan Ignacio Zoido presentó el acto que cerró la programación oficial de esta primera jornada de Velá, la entrega de los premios a los trianeros de honor, del año y adoptivos, que estaban sentados en las primeras filas de este patio de butacas improvisado. También estaba allí Matilde Coral, aunque su nombre no estaba entre los de los galardonados. Sin embargo, la veterana bailaora se convirtió en protagonista al ser nombrada Hija Predilecta de Triana, una figura creada este año y cuya identidad se guardó en secreto hasta la noche de este lunes.

Cuando Matilde Coral se llevó este reconocimiento, las luces del Altozano aún no estaban encendidas, pero el olor a sardinas asadas ya inundaba toda la calle Betis. Antes de las diez de la noche, las planchas de las veintiséis casetas ya funcionaban para todo aquel que se acercó a la orilla del Guadalquivir, aunque la Velá comenzó antes para algunos. Fue el caso de Carina Roque y Cristina Pérez, que llegaron a primera hora de la tarde a la casetilla prefabricada del Hospital Infanta Luisa, proveedor de los servicios médicos de la Velá. "La mayoría de incidentes no tienen mucha importancia. Cortes, golpes de calor y alguno que se pasa con el alcohol", aseguró Roque, que aludió a la cucaña como uno de los momentos críticos para los profesionales sanitarios.

Pero no era momento de coger banderas. Turistas, sevillanos y trianeros se encargaron de inaugurar de forma oficiosa la celebración. Algo imposible sin la presencia de los camareros, algunos profesionales y otros eventuales. Patricia, Juan y Álvaro son algunos de estos hosteleros accidentales. Los tres viven en la zona de Santa María y es su segundo año al cargo del bar de la Asociación de Vecinos Santa Ana. "La gente viene del barrio, pero también de fuera. Para pasarlo bien y por la vistas que disfrutamos aquí", explicó Patricia mientras señalaba a la Giralda.

En una caseta cercana, Manuel Palanco corroboró la versión de la joven. "Llevo 22 años trabajando la Velá y uno se da cuenta que su público es muy fiel. Hay quien viene desde la playa para no perderse el ambiente y muchos vecinos que han tenido que irse de Triana vuelven por estas fechas". Anoche hubo un tercer trianero que habló del atractivo de esta celebración y del barrio que la alberga, pero lo hizo por sevillanas. "Cuantos quisieran vivir / escuchando las campanas / despertándote en Triana / mirando al Guadalquivir". El encargado fue Manolo Melado, que invitó a propios y extraños a aprovechar de los cinco días de fiesta que quedan hasta el día 26.

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